Roberto Martínez Aragón

El despropósito de Carmencita He notado que casi toda la gente se ha venido alineando con la más ortodoxa obediencia a los postulados de Carlos Marx en los lu...gares que le corresponden según los conflictos que está cursando México. Esto significa que, en la medida en que se ha desatado la lucha de clases, por más pacífica que hayamos logrado que sea y más que nadie el presidente Andrés Manuel, quien siempre ha procurado que jamás se incurra en la violencia, la gente, la absoltua mayoría de los que conozco se ha alineado con respecto al fenómeno, en función de sus intereses de clase. Incluso amigos cercanos que yo consideraba muy idealistas actúan sólo respondiendo a sus intereses de clase en esta confrontación que, por fortuna, no ha llegado a la violencia. La lucha de clases que siempre ocurre, aunque los gobiernos demagogos la nieguen, aunque los empresarios digan que entre ellos no ocurre con sus empleados, aunque los regímenes criminales la oculten y, al mismo tiempo, asesinen clandestina o brutal y descaradamente a los representantes del proletariado. Aunque parezca que el pueblo no se defiende, como ocurrió en estos treinta y tantos años de neoliberalismo en que se sometió al salario de los trabajadores a un empobrecimiento sistemático. Las derechas dicen que el presidente está polarizando a los mexicanos. Y la monstruosamente desigual repartición de la riqueza que producimos todos desbalanceada en favor de 30 multimillonarios para someter a la pobreza a más de 70 millones de personas, ¿eso no es polarización? Eso fue dividir a los mexicanos y de la peor manera posible. Y lo peor de todo es que los que se hincharon de dinero lo hicieron robándonos al resto, a la gran mayoría, desde el poder político o desde grandes empresas que a través de la corrupción léase los moches, sobornos y mordidas se beneficiaron por décadas. El sistema estaba podrido hasta la médula y los señoritos tenían a unos 30 millones de personas viviendo en la hambruna, en una pobreza que impide el desarrollo normal de los niños que padecen tal miseria económica. Y les valía madres. Al revés, querían más. Pero se les acabó la diversión. Los seudoperiodistas que cuidaban afanosamente el prestigio del régimen pútrido hay chillan por haber perdido sus privilegios monstruosos. Los empresarios que robaban a manos llenas a través de moches y sobornos, hoy se manifiestan ardidos contra el gobierno. Muchos que lucraban y, aunque no se volvieron ricos, vivían más o menos económicamente acomodados gracias a la corrupción, están más que enojados con el gobierno. Pero la gran mayoría de la gente está muy contenta con su presidente. Los más pobres reciben, si son adultos mayores de 65 años, una pensión que, para algunos, es muy poco, pero para los más pobres es lo único. Lo increíble es como le alcanza el dinero para todo al presidente AMLO. Antes a los regímenes del PRIAN no les alcanzaba para nada, se robaron ¡340 mil millones de dólares!, de los excedentes petroleros entre los años 2003 a 2010 más o menos. En los dos sexenios panistas, el del primer presidente loco que tuvimos, Fox y el del borracho asesino que era bien conocido por el acrónimo de su nombre FeCal; ¡y todavía pidieron más dinero para hacer más grande la deuda que sufre nuestro país! Eso es no tener madre. Y se les acabó la diversión. Hoy el dinero le alcanza al presidente para mucho, pero mucho más de lo que hicieron los gobiernos priístas y panistas y todavía le sobra para comprar una refinería y para pagar la deuda externa que dejaron. Jamás en lo que transitamos esta existencia en este país habíamos tenido un gobierno tan grande, tan honesto, tan bienintencionado, tan amante de su pueblo y de su soberanía. Pero el presidente no es monedita de oro... Los que fueron afectados lo odian de manera enfermiza. Y por esa razón dicen todo género de mentiras contra él. Es más, lo han hecho siempre, pero ahora con más inquina. Lanzan espuma por boca y nariz de tanto odio. Practican el ballet folclórico de la derecha, dijo Monsiváis. Todos dicen lo mismo. Y lo único que demuestran es que obedecen al venerable Carlos Marx. Defienden su posición de clase. Pero aquí se da un fenómeno curioso y lamentable. Hay muchos que ni siquiera son de clase media, pero creen serlo, aunque venden su fuerza de trabajo, de eso viven, no son terratenientes o latifundistas urbanos, no tienen grandes negocios, no viven de sus rentas, ¡pero sostienen que son clasemedieros! y atacan con singular amargura al presidente. Y reproducen las mentiras que difunden los grandes medios de comunicación. Pero lo más curioso de todo es que, como los privilegiados, se enojan porque el presidente se defiende, usa su derecho de réplica, ese que, ellos mismos, le negaron por décadas. Es decir, no quieren que se defienda. La más triste decepción es Carmen Aristegui. Una mujer valiente y lo hemos descubierto relativamente honesta. Porque la Aristegui se alínea con los carroñeros que exigen que el presidente no se defienda. Carmen acaba de decir que la sección que ha iniciado el presidente en sus conferencias mañaneras de Quién es quién en las mentiras es un despropósito. Invito a Carmencita a que revise el diccionario de la Real Academia, porque lo que ha dicho es un disparate, el de ella sí un despropósito, una expresión ausente de razón. Dice que el presidente pretende calificar qué es mentira y qué no lo es. Pues no es así, señora. Lo que está haciendo AMLO es el mínimo derecho de cualquier ser humano: no permitir que se digan mentiras sobre tu persona y sobre tu trabajo. Nada más. Pero nada menos, porque eso les arde hasta el fondo de sus entrañas a los sicarios, a los carroñeros de la comunicación. ¿O sea que los mentirosos tienen derecho a decir lo que se les antoje del presidente sin que los desmientan? No, Carmencita, si la mayoría de los sedicentes periodistas no tienen ética porque saben muy bien que están mintiendo, el ofendido tiene el derecho mínimo de demostrarles (y restregarles) en la jeta su podredumbre. Faltaba más. O sea, le quieren pegar al presidente y chillan porque se defiende. Ah, qué chingones los hizo su mamá, decía mi madre. Un apotegma elemental dice que El que se lleva se aguanta y si los periodistas pútridos se atreven a atacar al presidente pues tienen que esperar respuestas en los mismos términos. Lo más triste de todo es que una mujer que parecía admirable como parecía Carmen Aristegui se haya incluido al ballet folclórico, al nado sincronizado de la derecha. Y ella, y todos los saben bien, ese ballet folclórico es parte no despreciable de lo que llaman el golpe blando: los intentos de los racistas y los clasistas, la peor cáfila de las derechas, por destruir al gobierno de la Cuarta transformación. Al final no debimos llamarnos a engaño, Carmen Aristegui trabaja para CNN, una empresa del imperio gringo, ¿podíamos esperar otra cosa de ella? Lo único que nos queda por hacer es defender a nuestro presidente. See more

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