Psic. Juan Mauricio Silva
Gustavo Adolfo Becquer 157, col Cinemas 78200 San Luis Potosí, San Luis Potosi, Mexico

La ansiedad tiene solución, no dudes en pedir ayuda...

(Si conoces a alguien que sufre ataques de ansiedad, léelo) SOLO DIME ALGO FELIZ No trates de entenderme, ... no vas a poder, apenas y yo puedo hacerlo, llevo tanto tiempo con esto, y no sé qué me sucede, solo sé que tengo miedo, y no preguntes a qué, porque ni siquiera yo lo sé. Solo abrázame, dime qué estarás aquí, cuéntame algo bueno, de cuando eras pequeño, dime algo feliz, sobre la última vez que lloraste de risa, un cuento también me sirve, cántame la canción que te cantaba tu madre, déjame estar en tus brazos, no me cuestiones, no te preocupes por secar mis lagrimas, vas a cansarte, solo quédate conmigo, no me tengas compasión, no me mires con angustia, sé qué pasará, ya he salido de esto, en este momento es el único donde puedo ser fuerte. Lo que siento aquí adentro lo compararía con el peor desastre de la historia, se agrieta mi alma se me desbaratan las costuras, siento que alguien vendrá por mi, no sé quién, no sé cuando, ni dónde, todo me preocupa, mi cabeza sufre lo más parecido miles de misiles cayendo al mismo tiempo, millones de pensamientos intrusos queriendo hablar al unísono, no hago esto a propósito, no estoy así porque quiero, también yo quisiera huir de mí. Por favor, Solo cuéntame algo bueno... Gilraen Eärfalas

(Cuento popular Anónimo) Una vez, un rey de un país no muy lejano reunió a los sabios de su corte y les dijo: He mandado hacer un precioso anillo con un diamante, con uno de los mejores orfebres de la zona. Quiero guardar, oculto dentro del anillo, algunas palabras que puedan ayudarme en los momentos difíciles. Un mensaje al que yo pueda acudir en momentos de desesperación total. Me gustaría que ese mensaje ayude en el futuro a mis herederos y a los hijos de mis heredero...s. Tiene que ser pequeño, de tal forma que quepa debajo del diamante de mi anillo. Todos aquellos que escucharon los deseos del rey, eran grandes sabios, eruditos que podían haber escrito grandes tratados pero ¿pensar un mensaje que contuviera dos o tres palabras y que cupiera debajo de un diamante de un anillo? Muy difícil. Igualmente pensaron, y buscaron en sus libros de filosofía por muchas horas, sin encontrar nada en que ajustara a los deseos del poderoso rey. El rey tenía muy próximo a él, un sirviente muy querido. Este hombre, que había sido también sirviente de su padre, y había cuidado de él cuando su madre había muerto, era tratado como la familia y gozaba del respeto de todos. El rey, por esos motivos, también lo consultó. Y éste le dijo: No soy un sabio, ni un erudito, ni un académico, pero conozco el mensaje ¿Como lo sabes preguntó el rey? Durante mi larga vida en Palacio, me he encontrado con todo tipo de gente, y en una oportunidad me encontré con un maestro. Era un invitado de tu padre, y yo estuve a su servicio. Cuando nos dejó, yo lo acompañe hasta la puerta para despedirlo y como gesto de agradecimiento me dio este mensaje. En ese momento el anciano escribió en un diminuto papel el mencionado mensaje. Lo dobló y se lo entregó al rey. Pero no lo leas, dijo. Mantenlo guardado en el anillo. Ábrelo sólo cuando no encuentres salida en una situación. Ese momento no tardó en llegar, el país fue invadido y su reino se vio amenazado. Estaba huyendo a caballo para salvar su vida, mientras sus enemigos lo perseguían. Estaba solo, y los perseguidores eran numerosos. En un momento, llegó a un lugar donde el camino se acababa, y frente a él había un precipicio y u

A mis colegas psicólogos...

Un día en la vida de una persona con ansiedad...