Jardín de Niños Tollan
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Ser padres exige prepararnos para cumplir lo mejor posible nuestra tarea más importante. Saber educar no es una habilidad instintiva que podemos dejar al azar, y tampoco basta con sentido común para educar a un niño. Esto no significa que necesitamos estudios muy elevados para ser buenos padres, pero sí debemos reflexionar e instruirnos para disponer de herramientas que nos lleven a actuar con mayor eficacia.
Las caricias y el contacto físico son la mejor manera de darle confianza y consuelo, de tranquilizarlo, estimularlo y de expresarle nuestro amor. Si al niño lo dejamos llorar mucho tiempo puede desarrollar un sentimiento de fracaso y tristeza que tendrá consecuencias negativas más adelante. Nuestra ternura es el alimento que le permitirá crecer emocionalmente sano y aprender a relacionarse con los demás. En la medida en que los padres comprendamos el proceso de desarrollo del niño, nuestros sentimientos serán más positivos y nuestra capacidad de disfrutar será mayor. De nosotros depende vivir la paternidad como una carga o como una gran alegría.
Educar a un hijo es educarse también a sí mismo. Cuando un niño llega a la primaria, los padres hemos completado un periodo fundamental en su educación. Ahora comienza una nueva etapa en la que hemos de encontrar formas diferentes de guiarlo. Debemos cambiar algunas de las pautas de educación que habíamos utilizado en la etapa preescolar y establecer con nuestro hijo nuevas responsabilidades y formas de diálogo. Nuestro pequeño se ha convertido en un niño ávido de conocer y requiere ser tomado en cuanta en mayor número de actividades. Podemos aprovechar este periodo para aprender acerca de los temas que nos entusiasman y ser para él adultos interesantes que le informan, le responden y lo cuestionan, que le ofrecen una conversación rica y le muestran una vida personal atractiva.
No hay que tener miedo de malcriar al bebé si lo atendemos cuando llora. Es muy importante cargarlo, acunarlo, mecerlo, hablarle en voz baja, hacerlo sentirlo querido. A través de estas acciones, el bebé recibe el mensaje de que cuenta con alguien. De la confianza o desconfianza que pueda tener en nosotros va a depender su visión del mundo cuando sea mayor.
Los cambios físicos acelerados producen en el adolescente una imagen personal cambiante, inestable y muchas veces negativa. El chico necesita realizar un doble esfuerzo: familiarizarse con su nueva imagen y aceptarse a sí mismo. En esta tarea se siente inseguro, no puede dejar de observarse y de compararse con sus compañeros. Su falta de confianza se incrementa cuando el niño experimenta la pubertad mucho más temprano o mucho más tarde que la mayoría de sus amigos.
Las caricias y el contacto físico son la mejor manera de darle confianza y consuelo, de tranquilizarlo, estimularlo y de expresarle nuestro amor. Si al niño lo dejamos llorar mucho tiempo puede desarrollar un sentimiento de fracaso y tristeza que tendrá consecuencias negativas más adelante. Nuestra ternura es el alimento que le permitirá crecer emocionalmente sano y aprender a relacionarse con los demás. En la medida en que los padres comprendamos el proceso de desarrollo del niño, nuestros sentimientos serán más positivos y nuestra capacidad de disfrutar será mayor. De nosotros depende vivir la paternidad como una carga o como una gran alegría.
Para el adolescente es fundamental el apoyo y la compañía de sus padres en el abandono de la niñez Los padres tenemos la responsabilidad de dar información completa y oportuna a nuestro hijo o hija acerca de la pubertad y la adolescencia, y advierte el amplio rango que existe en el desarrollo normal para que no se preocupe o se sienta anormal si empieza antes o después que sus compañeros. Hemos de comprender que en este momento los niños son especialmente sensibles a cualquier tipo de observación relacionada con su aspecto físico. La adolescencia es una época en que el niño necesita aceptación y aprecio para fortalecer su autoestima y la confianza en sí mismo. El respeto, cercanía y cariño ayudarán a nuestro hijo o hija a asimilar y a aceptar el proceso de transformación de su cuerpo. Tal vez, hasta sea capaz de disfrutarlo.
El varón acepta con más facilidad ser el primero en crecer que ser el último. Ser más alto y más fuerte le da confianza y un mejor nivel de autoestima. Sin embargo, pueden tener problemas si le exigimos comportamientos propios de una edad que todavía no alcanza, pues es incapaz de cumplir con ellos: la madurez de su cuerpo no siempre corresponde al desarrollo de su mente y sus emociones. En cambio, el niño que tarda en desarrollarse se beneficia de una niñez más prolongada, pero le resulta difícil seguir el paso a sus compañeros y acompañarlos en las primeras aventuras de la adolescencia. El chico se siente en desventaja y tiende a retirarse, o bien el mismo grupo se encarga de aislarlo.
La primera lección importante que damos al bebé es la confianza. Como por el momento el niño depende totalmente de nosotros y tiene una fuerte necesidad de contacto y afecto, sus padres le enseñamos desde los primeros días si el mundo es un buen lugar donde vivir y si puede esperar atención y cariño. Cuando lo cuidamos, satisfacemos sus necesidades y respondemos a sus señales de bienestar o de molestia, el bebé aprende a confiar en la vida y a sentirse seguro.
Educar a un hijo es educarse también a sí mismo. Cuando un niño llega a la primaria, los padres hemos completado un periodo fundamental en su educación. Ahora comienza una nueva etapa en la que hemos de encontrar formas diferentes de guiarlo. Debemos cambiar algunas de las pautas de educación que habíamos utilizado en la etapa preescolar y establecer con nuestro hijo nuevas responsabilidades y formas de diálogo. Nuestro pequeño se ha convertido en un niño ávido de conocer y requiere ser tomado en cuanta en mayor número de actividades. Podemos aprovechar este periodo para aprender acerca de los temas que nos entusiasman y ser para él adultos interesantes que le informan, le responden y lo cuestionan, que le ofrecen una conversación rica y le muestran una vida personal atractiva.
Para el adolescente es fundamental el apoyo y la compañía de sus padres en el abandono de la niñez Los padres tenemos la responsabilidad de dar información completa y oportuna a nuestro hijo o hija acerca de la pubertad y la adolescencia, y advierte el amplio rango que existe en el desarrollo normal para que no se preocupe o se sienta anormal si empieza antes o después que sus compañeros. Hemos de comprender que en este momento los niños son especialmente sensibles a cualquier tipo de observación relacionada con su aspecto físico. La adolescencia es una época en que el niño necesita aceptación y aprecio para fortalecer su autoestima y la confianza en sí mismo. El respeto, cercanía y cariño ayudarán a nuestro hijo o hija a asimilar y a aceptar el proceso de transformación de su cuerpo. Tal vez, hasta sea capaz de disfrutarlo.
Ser padres requiere preguntarnos qué queremos lograr con la educación que damos a nuestro hijo. Para educar al niño debemos tener lo más claro posible qué clase de persona queremos que sea, establecer metas claras y buscar la manera de alcanzarlas. Decir: Yo educo a mi hijo como me educaron a mí resulta insuficiente, pues la vida y los problemas de hoy requieren respuestas nuevas.
Las niñas, por el contrario, se sienten alarmados y avergonzadas de las transformaciones de su cuerpo. En las mujeres, la maduración temprana suele producir inseguridad. Es común que las niñas traten de esconder los senos y de parecer menos altas, pues aún no están preparadas para manejar la presión sexual y social que, a partir de su desarrollo físico, reciben del entorno. Las niñas que maduran más tarde ya han adquirido mayor seguridad; sin embargo, cuando la pubertad tarda mucho tiempo en aparecer, también se sienten excluidas de su grupo de amigas.
Las niñas, por el contrario, se sienten alarmados y avergonzadas de las transformaciones de su cuerpo. En las mujeres, la maduración temprana suele producir inseguridad. Es común que las niñas traten de esconder los senos y de parecer menos altas, pues aún no están preparadas para manejar la presión sexual y social que, a partir de su desarrollo físico, reciben del entorno. Las niñas que maduran más tarde ya han adquirido mayor seguridad; sin embargo, cuando la pubertad tarda mucho tiempo en aparecer, también se sienten excluidas de su grupo de amigas.
Ser padres exige prepararnos para cumplir lo mejor posible nuestra tarea más importante. Saber educar no es una habilidad instintiva que podemos dejar al azar, y tampoco basta con sentido común para educar a un niño. Esto no significa que necesitamos estudios muy elevados para ser buenos padres, pero sí debemos reflexionar e instruirnos para disponer de herramientas que nos lleven a actuar con mayor eficacia.
Ser padres significa propiciar la vida social de nuestro hijo. Mientras que, por un lado, el niño necesita nuestro ejemplo, apoyo y amor, por otro, se independiza cada vez más. Nuestro papel es darle confianza para relacionarse, ayudarlo a adaptarse a la escuela, hacer amigos y llevarse bien con los demás; hacerlo sentir útil a su familia, comprometido con su comunidad y responsable de mejorar su entorno en la medida de sus capacidades y posibilidades.
Información
Localidad: Ciudad de México
Teléfono: +52 55 5643 6796
Ubicación: Av. Tamaulipas 1316 01530 Ciudad de México, México
Web: kinder-tollan.com
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