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Hoy nuestro Culto especial de Crucifixión Servicio presencial 3:00 p.m

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Semana SantaTemplo Monte de Sion

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5 a.m. Culto de Domingo de Resurrección

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Viernes de Crucifixión Las 7 palabras de Jesucristo en la Cruz

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Nuestros Jóvenes y Varones esforzados y valientes proclamando el evangelio de salvación a los necesitados, Gloria sea a nuestro Dios! Isaías 52:7 7 !!Cuán her...mosos son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas, del que anuncia la paz,del que trae nuevas del bien, del que publica salvación, del que dice a Sion: !!Tu Dios reina! See more

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Jueves de Intimidad Templo Monte de Sion Marcos 14:12-25 El primer día de la fiesta de los panes sin levadura, cuando sacrificaban el cordero de la pascu...a, sus discípulos le dijeron: ¿Dónde quieres que vayamos a preparar para que comas la pascua? Y envió dos de sus discípulos, y les dijo: Id a la ciudad, y os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle, y donde entrare, decid al señor de la casa: El Maestro dice: ¿Dónde está el aposento donde he de comer la pascua con mis discípulos? Y él os mostrará un gran aposento alto ya dispuesto; preparad para nosotros allí. Fueron sus discípulos y entraron en la ciudad, y hallaron como les había dicho; y prepararon la pascua. Y cuando llegó la noche, vino él con los doce. Y cuando se sentaron a la mesa, mientras comían, dijo Jesús: De cierto os digo que uno de vosotros, que come conmigo, me va a entregar. Entonces ellos comenzaron a entristecerse, y a decirle uno por uno: ¿Seré yo? Y el otro: ¿Seré yo? El, respondiendo, le dijo: Es uno de los doce, el que moja conmigo en el plato. A la verdad el Hijo del Hombre va, según está escrito de él, mas ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Bueno le fuera a ese hombre no haber nacido. Y mientras comían, Jesús tomó pan y bendijo, y lo partió y les dio, diciendo: Tomad, esto es mi cuerpo. Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio; y bebieron de ella todos. Y les dijo: Esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada. De cierto os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo en el reino de Dios." En los días anteriores de la Semana Santa hemos considerado la venida oficial del rey Jesucristo a Jerusalén, la historia de su rechazo y el anuncio de su muerte. Sin embargo, ese no sería el fin, por eso también nos ha hablado de su resurrección y de su regreso en gloria. Marcos nos lleva ahora a la noche en la que Jesús celebró la última pascua con sus discípulos. El momento se reviste de mucha importancia, porque fue entonces cuando Jesús se despidió de sus discípulos. Después de cenar irían al huerto de Getsemaní, donde el Señor sería arrestado y los discípulos dispersados, así que no volverían a verle hasta después de su resurrección. Marcos apenas dedica espacio en su evangelio para explicar todo lo que Jesús dijo e hizo durante esta última cena, por eso recomendamos la lectura de los capítulos 13 al 17 del evangelio de Juan donde encontramos abundante información complementaria. Por otro lado, Marcos da mucho relieve a aquella cena porque en ella se celebraba la pascua y se comía el cordero que había sido sacrificado unas horas antes. No debemos olvidar que tanto la pascua como el cordero, eran símbolos que iban a cumplirse en Cristo (1 Co 5:7). Pero una vez más, el evangelista va a mostrarnos grandes verdades por medio de fuertes contrastes. Todos sabemos que en el judaísmo la pascua era una fiesta anual en la que se celebraba la liberación que Dios había hecho de los israelitas cuando estaban esclavos en Egipto. Además era un tiempo de comunión y solidaridad entre el pueblo que se expresaba con una comida fraternal. Pero Cristo vivió aquella pascua de una forma muy diferente. Por un lado, Marcos coloca la celebración entre dos anuncios, uno de traición (Mr 14:18), y otro de abandono (Mr 14:26-27) de dos de sus discípulos, lo que resalta la soledad de Cristo, acrecentada aun más por su relato en el huerto de Getsemaní donde Jesús quedó sólo en oración. Y por otro lado, después de esto, vino su arresto (Mr 14:32-50), con lo que nos muestra que para Jesús aquella no fue una fiesta de liberación. Y viendo todo esto, aun nos parecen más elocuentes y significativas las palabras que Jesús pronunció al sentarse a la mesa: "¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca!" (Lc 22:14). teniendo todo esto en mente, vamos a considerar el pasaje que tenemos delante y que el evangelista ha dividido claramente en tres partes: Los preparativos para la cena pascual (Mr 14:12-16). El anuncio de la traición de Judas (Mr 14:17-21). La institución de la Cena del Señor (Mr 14:22-25). "El primer día de la fiesta de los panes sin levadura" La fiesta de la pascua iba unida a la fiesta de los panes sin levadura. La primera sólo duraba un día, y era el momento en que se sacrificaba el cordero pascual, mientras que la segunda duraba siete días. (Lv 23:5-6) "En el mes primero, a los catorce del mes, entre las dos tardes, pascua es de Jehová. Y a los quince días de este mes es la fiesta solemne de los panes sin levadura a Jehová; siete días comeréis panes sin levadura." Ambas fiestas se celebraban juntas y por esta razón podemos encontrarnos que los evangelistas se refieren indistintamente a esta semana como la fiesta de la pascua o de los panes sin levadura. Marcos nos aclara que la noche en que Jesús cenó con sus discípulos fue la misma en la que se sacrificaba el cordero de la pascua, lo que nos coloca en el primer día de la fiesta. No debemos dejar de notar la importancia del hecho de que ese era el día "cuando se sacrificaba el cordero de la pascua". A lo largo del pasaje veremos que intencionadamente, el evangelista relaciona el cordero sacrificado en la pascua, con el sacrificio que Jesús, el verdadero Cordero de Dios, iba a realizar unas horas después. Los discípulos preguntaron a Jesús dónde quería que fueran a preparar para que comiera la pascua. Sin duda su preocupación era razonable, sobre todo si tenemos en cuenta que miles de judíos habían llegado en esos días a Jerusalén con el mismo propósito, lo que hacía que la ciudad estuviera abarrotada de peregrinos que ocupaban todos los alojamientos. Pero Cristo no había dejado nada a la improvisación, así que envió a dos de sus discípulos, Pedro y Juan (Lc 22:8), con instrucciones precisas para encontrar el lugar donde debían preparar la pascua. Notamos, sin embargo, que no les indicó una dirección concreta, sino que les dio indicaciones que les llevarían a ella. La razón para esto la tenemos que encontrar en el hecho de que en aquellos días Jerusalén era un lugar hostil para Cristo, y que muchos allí estaban buscando la ocasión para prenderle de forma clandestina. Así que, salvo estos dos discípulos, nadie más sabía el lugar exacto donde se iban a reunir, y por supuesto, tampoco Judas, que no habría tardado en utilizar esta valiosa información para cumplir con el trato que había hecho con los principales sacerdotes para entregarles a Jesús. Todo esto era muy triste; estaba en Jerusalén, la propia ciudad del Rey, pero las autoridades habían puesto precio a su cabeza y la ciudad se había convertido en el cuartel general aquí en la tierra de la rebelión contra el Rey. Un "aposento alto", lo que quiere decir que era un piso superior que las casas judías grandes tenían, y al que se accedía por una escalera exterior, lo que le confería bastante independencia. También se nos dice que el aposento ya estaba dispuesto, así que se hallaría provisto de mesa y divanes, además de los vasos y otros enseres necesarios. Siguiendo las indicaciones de la ley, el dueño de la casa habría limpiado anteriormente el lugar de cualquier partícula de pan leudado que pudiera haber en ella. Pero aun así, los discípulos todavía tendrían que realizar diferentes preparativos, en especial todo lo relacionado con el cordero que habrían de comer. Ellos tendrían que conseguir un animal que habrían de llevar al templo donde lo matarían. Luego el sacerdote recogería la sangre del cordero y la rociaría sobre el altar. Después lo despellejaría y le extraería las entrañas y la grosura, que también serían quemadas sobre el altar. Luego los discípulos llevarían el cordero a la casa para asarlo. A todo esto hay que añadir también algunas compras que tendrían que realizar, como el pan sin levadura, las hierbas amargas, el vino... Cuando todo estuvo listo, ya en la noche, Jesús llegó allí junto con los doce para comer la pascua en recuerdo de la salida de la esclavitud de Egipto y como signo de amistad entre ellos. Una vez en el aposento alto, todos se sentaron a la mesa, y como parece que sólo estaban ellos, sin que les atendiera ningún sirviente, ninguno de los discípulos se prestó a lavar los pies de los presentes tal como era la costumbre. Por ello Juan nos dice que fue el Señor Jesucristo quien se ciñó una toalla y poniendo agua en un lebrillo comenzó a lavar los pies de los discípulos (Jn 13:4-5). Después de esto, él también se sentó a la mesa. Bueno, realmente habría que decir que se "reclinó" a la mesa, puesto que ellos comían casi tumbados, apoyados sobre un brazo. Este detalle es importante para comprender algunas escenas de lo que ocurrió más adelante en esa noche. "Uno de vosotros, que come conmigo, me va a entregar" En esa noche el Señor iba a anunciar el establecimiento de su reino, y fue entonces cuando sacó a la luz que Satanás había logrado infiltrar en aquel aposento alto a un traidor que estudiaba cada uno de sus movimientos con el fin entregarlo a los principales sacerdotes para que lo mataran. Sin embargo, aunque pareciera que esta sorprendente contrariedad podía echar a perder todos los planes de Cristo, en realidad, iba a servir para cumplirlos. Nada de lo que allí estaba ocurriendo quedaba fuera de los planes de Dios, y aun el hecho de que fuera uno de los discípulos íntimos del Señor, esto también había sido anunciado antes por las Escrituras: (Sal 41:9) "Aun el hombre de mi paz, en quien yo confiaba, el que de mi pan comía, alzó contra mí el calcañar." Otro detalle importante es que cuando Jesús se refiere a la persona que le iba a entregar, dijo de él que era alguien "que come conmigo", y el salmo aclara: "el que de mi pan comía". Judas nunca se había negado a comer del pan de Cristo, de hecho, durante esa última cena, Jesús le dio un bocado de pan mojado en la salsa y él no lo rechazó (Jn 13:26). En el Oriente Medio, ser invitado a comer a la misma mesa era señal de confianza y amistad íntima (Rt 2:14). Y por supuesto, si después de aceptar la hospitalidad de alguien, luego lo injuriaba o traicionaba, eso sería considerado algo especialmente grave. Pero si tratar así a cualquier persona sería algo vergonzoso, hacerlo al mismo Hijo de Dios era el colmo de la maldad. Sin embargo, estaremos equivocados si creemos que la actitud de Judas ha sido un episodio aislado de traición contra el Hijo de Dios. ¡Cuántas personas hay que aceptan los dones que Dios les ofrece, pero que después no tienen ningún tipo de amor hacia él, y tampoco dudan en rechazarle! No debemos olvidar que este mundo ha sido creado por Dios y le pertenece a él, y por lo tanto, todo cuanto podemos disfrutar aquí, se lo debemos a él. Aveces existe la falta entre creyentes de agradecimiento, de amor, lealtad hacia Dios y su propio liderazgo pastoral. De hecho, lo ignoran completamente y no están dispuestos a dedicarle ningún tiempo de sus vidas. Son como Judas, que no puso ningún tipo de reparo para aceptar los altos privilegios que Jesús le había dado, pero que todo lo que fue capaz de hacer fue fingir amor y amistad hacia él. Judas participaba de la cena junto a Cristo simulando amistad, de hecho, ya llevaba mucho tiempo haciéndolo, pero esto había desembocado en una actitud de amargura y resentimiento, que finalmente le llevaron a traicionarle. ¡Y cuidado! Porque si nosotros fingimos espiritualidad sin haber nacido de nuevo, tarde o temprano terminaremos por manifestar lo que somos en realidad. Pero, por supuesto, Cristo sabía lo que estaba ocurriendo en la mente y el corazón de Judas, y anunció su traición antes de que ésta ocurriera para que los demás discípulos supieran que no había sido engañado por él. Una vez más vemos que Jesús tenía el control absoluto de la situación y que nada le cogía por sorpresa. "Comenzaron a entristecerse, y a decirle uno por uno: ¿Seré yo?" El Señor no declaró en ese mismo momento cuál de los doce discípulos era el que le iba a entregar, lo que dio la oportunidad para que cada uno de ellos se examinase a sí mismo. Notamos también que ninguno de ellos pensó que Judas pudiera ser el traidor, y, como era de esperar, él también preguntó lo mismo que los demás: "¿Soy yo, Maestro?" (Mt 26:25). Pero estaba claro que aunque con su hipocresía había conseguido engañar a sus compañeros, no había podido ocultar sus verdaderas intenciones a Cristo. No obstante, aquí tenemos una lección importante para nosotros. En unos momentos Jesús iba a instituir la Cena del Señor, y la pregunta que hizo a los discípulos les obligaba a examinarse a sí mismos antes de participar de ella. Cuando el apóstol Pablo enseñó sobre este tema incidió en lo mismo: (1 Co 11:28) "Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa." Una observancia adecuada de la Cena del Señor debe estar precedida por el autoexamen. El que participa de una manera descuidada o indigna, acarrea sobre sí mismo el juicio del Señor: (1 Co 11:31-32) "Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados; mas siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo." Es importante tener en cuenta que cuando el creyente toma el pan y el vino lo hace en comunión con sus hermanos, por eso será necesario examinar también nuestra relación con ellos. (Mt 5:23-24) "Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda." "¡Ay de aquel hombre por quien es entregado el Hijo del Hombre!" Todo cuanto le estaba sucediendo al Hijo del Hombre era lo que estaba escrito acerca de él, pero sin embargo, esto no anulaba la culpa del hombre que le entregaba o de aquellos que le crucificaron. Esto es así porque Dios en su soberanía nos ha dado voluntades que son libres, con el fin de que lleguemos a conocerle y entablemos con él una relación de amistad y de amor. Marcos 14:12-25 (Mr 14:12-25) "El primer día de la fiesta de los panes sin levadura, cuando sacrificaban el cordero de la pascua, sus discípulos le dijeron: ¿Dónde quieres que vayamos a preparar para que comas la pascua? Y envió dos de sus discípulos, y les dijo: Id a la ciudad, y os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle, y donde entrare, decid al señor de la casa: El Maestro dice: ¿Dónde está el aposento donde he de comer la pascua con mis discípulos? Y él os mostrará un gran aposento alto ya dispuesto; preparad para nosotros allí. Fueron sus discípulos y entraron en la ciudad, y hallaron como les había dicho; y prepararon la pascua. Y cuando llegó la noche, vino él con los doce. Y cuando se sentaron a la mesa, mientras comían, dijo Jesús: De cierto os digo que uno de vosotros, que come conmigo, me va a entregar. Entonces ellos comenzaron a entristecerse, y a decirle uno por uno: ¿Seré yo? Y el otro: ¿Seré yo? El, respondiendo, le dijo: Es uno de los doce, el que moja conmigo en el plato. A la verdad el Hijo del Hombre va, según está escrito de él, mas ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Bueno le fuera a ese hombre no haber nacido. Y mientras comían, Jesús tomó pan y bendijo, y lo partió y les dio, diciendo: Tomad, esto es mi cuerpo. Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio; y bebieron de ella todos. Y les dijo: Esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada. De cierto os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo en el reino de Dios." La institución de la cena del Señor Concluyendo la cena pascual, Jesús tomó el pan y el vino y les dio nuevos significados, instituyendo lo que conocemos como la Cena del Señor. Si prestamos la debida atención, nos daremos cuenta de que con unas pocas palabras, Jesús hizo referencia a tres textos cruciales del Antiguo Testamento: El antiguo pacto del Sinaí (Ex 24:3-8), el nuevo pacto anunciado por el profeta Jeremías (Jer 31:31-34), y finalmente, la promesa del siervo de Dios que carga con el pecado de muchos y así obtiene la salvación para ellos y que encontramos en Isaías (Is 53:12). Iremos viendo todo esto en detalle más adelante. 1. "Dio gracias" El Señor comenzó dando gracias (en griego "Eucaristía"). Es importante subrayar este hecho, porque muchos han interpretado, sin base bíblica, que lo que Jesús hizo fue "consagrar" el pan y el vino, cuando en realidad lo único que hizo fue "dar gracias". Pero, en esas circunstancias tan adversas y dramáticas por las que Jesús pasaba, ¿cuál era la razón por la que podía dar gracias? Sin duda, su actitud nos sorprende, porque nosotros normalmente no actuamos así. Pero Jesús era diferente, y a pesar del profundo dolor que inundaba su alma, y viendo con claridad que la obra de la cruz que se disponía a realizar iba a implicar la separación temporal con su Padre (Mt 27:46), sin embargo, también podía ver de forma anticipada, que el cumplimiento de esa obra encomendada serviría para glorificar a su Padre, y el poder hacerlo le llenaba de gratitud, a pesar del hondo sufrimiento (Jn 17:4). Además, Jesús sabía que el Padre no le abandonaría a la muerte (Sal 16:10) (Hch 2:25-28), y por eso podía dar gracias anticipadamente pensando en su resurrección. Y de la misma manera, sea cual sea nuestra situación al participar de la Cena del Señor, en Cristo y en su obra a nuestro favor, siempre podemos encontrar motivos para la gratitud. 2. "Esto es mi cuerpo", "esto es mi sangre" Cristo estaba presente entre ellos, por lo que necesariamente entendieron que al referirse al pan y el vino como su cuerpo y su sangre tuvieron que interpretarlo con un símbolo de él. No debemos olvidar que la salvación y todos los beneficios de la gracia de Dios nos son dados por la fe en Cristo y en su obra en la cruz, y no por comer pan o beber vino. Cuando en otra ocasión Jesús dijo: "El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna" (Jn 6:54), algunos se escandalizaron de estas palabras porque las interpretaron literalmente, y él tuvo que aclarar: "las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida" (Jn 6:63). Ellos debían entender en esta forma de hablar una ilustración de lo que significaba la fe en Cristo. Encontramos en la carta a los Hebreos en las que con toda claridad se nos dice que su sacrificio fue único e irrepetible (He 10:12,14). También el apóstol Pablo dio diferentes explicaciones acerca de cómo los cristianos deberían celebrar la Santa Cena, citó las palabras de Jesús en las que por dos veces dijo: "Haced esto en memoria de mí" (1 Co 11:24-25), lo que confirma el carácter simbólico del pan y del vino, que nos sirven para recordar o hacer memoria de los beneficios obtenidos por Cristo mediante su muerte en la cruz. Además, dijo que al hacer esto estaríamos anunciando la muerte del Señor "hasta que él venga" (1 Co 11:26). Por lo tanto, al tomar del pan y del vino reconocemos que Cristo no está presente de forma literal entre nosotros, sino que esperamos su venida. 3. "Tomó pan y les dio", "Les dio la copa y bebieron de ella todos" Como ya hemos dicho, el tomar del pan y del vino simboliza nuestra comunión con Cristo, pero también implica la comunión que los creyentes tenemos al estar unidos por la misma fe: (1 Co 10:16-17) 4. "Que por muchos es derramada" Ahora bien, ¿quiénes son los "muchos" por los que Cristo derramó su sangre? Algunos han interpretado que se refiere únicamente a aquellos que creen en Cristo, con lo que quedarían excluidos los que no aceptan su sacrificio. No obstante, la Palabra nos presenta a Jesús como el Salvador del mundo, y su sacrificio a disposición de todas las personas. (Jn 3:16-17) "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él." Podemos decir, que en aquella hora Jesús estaba tomando sobre sí el pecado de todos los pecadores de todos los tiempos. Además, aunque en esa última cena sólo había judíos, el Señor también estaba pensando e incluyendo a los gentiles. (Jn 11:51-52) "... Jesús había de morir por la nación (judía); y no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos" Por lo tanto, su sangre derramada sellaba un pacto, no sólo con el pueblo de Israel, sino que la humanidad entera. (1 Co 11:26) "Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga." Templo Monte de Sion Jueves de intimidad Pastores Rodrigo Rodríguez y Stefanya Morales.

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Mañana Viernes de Crucifixión Oración Matutina 5:30 a.m

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Preparamos nuestro viaje Misionero JULIO 2021 Si deseas bendecir a nuestros hermanos en la Sierra puedes contactarme: Estaremos recolectando ... Despensas surtidas Artículos de Higiene Mochilas para los niños Útiles escolares Juguetes niños y niñas Siempre les he enseñado que así se debe trabajar y ayudar a los que están en necesidad, recordando aquellas palabras del Señor Jesús: Hay más dicha en dar que en recibir. Hechos 20:35

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Viaje Misionero Julio 2021 Sierra de Zaragoza Marcos 16:15-18 Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.



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