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Monstruo universal 23.11.2022

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Monstruo universal 20.11.2022

EL CASTIGO - abuelo ándale cuéntame otra historia para dormir - " Ya es muy tarde, se van a enojar tus padres"... - ándale abue solo la última y ya " Esta bien solo una más, pero cuando termine prométeme que te dormirás" - si abue, te lo prometo Bueno, (tosiendo) ésta historia que te voy a contar está guardada en lo profundo de mi corazón, fue muy dolorosa y cruel, déjame decirte mi hijito que nadie lo sabe, solo tú ahora la escucharás. Hace mucho tiempo cuando tenía 10 años, nos reclutaron a los niños huérfanos como yo en un convento de monjas como " horfanato" Éste convento estaba del otro lado de la ciudad y solo podíamos llegar a caballo. Realmente el paisaje era muy hermoso, lleno de flores, árboles, se hallaba junto al bosque. Nos llevaron a 20 niños en total (niños y niñas), salimos de la ciudad y llegamos al atardecer a aquel lugar. Escuchábamos decir que ahí nos íbamos a quedar, pues nuestros padres habían muerto en la guerra que estábamos pasando por ese momento, en mi caso mi madre había muerto cuando yo apenas tenía cinco años por la enfermedad del sarampión y ya no tenía ningún familiar que se hiciera cargo de mí Al llegar a la entrada del bosque nos subieron a unas carretas jaladas por un par de mulas, realmente el paisaje era fantástico, era tan placentero oler el aroma de los árboles. A lo lejos se miraba una enorme casa que parecía una mansión pero ya muy vieja, nos preguntábamos entre los niños - es ahí donde vamos a vivir? Al llegar nos fueron bajando uno por uno y en nuestras manos nos colocaron un brazalete con varios números que obviamente no lo podíamos retirar. Nos recibieron un par de monjas, sin embargo sus expresiones me llamaron rotundamente la atención, sus rostros se mostraban ojerosos y con aspecto de horror o sufrimiento. Siempre permanecieron calladas, solo expresaban unas cuantas palabras de las cuales una de ellas se acercó y nos dijo. - bienvenidos, ésta será a partir de hoy su casa, deben seguir las reglas de este lugar o de lo contrario recibiran castigos a la desobediencia - La madre soledad era la que nos había dado aquel tenebroso discurso, al terminar nos mostró el dormitorio para todos nosotros. Miré entonces al encargado que nos trajo preguntar: - qué pasó con los niños que había aquí? " Se fueron de este lugar a otro orfanato" - y por qué? " No sé, el gobierno fue quien vino por ellos según ya habían encontrado familias para los 10 pequeños que aún seguían viviendo aquí" Acomodamos nuestras pocas pertenencias en nuestro lugar para dormir, realmente era enorme había demasiado espacio, sin embargo la instalación ya estaba muy vieja, tanto así que escuchábamos como pequeños ruidos por todo el lugar, y una de las hermanas (las monjas) nos decía que era la tubería vieja, pero lo que yo personalmente oía era como voces, muebles y cadenas quebarrastraban de un lugar a otro. A partir de nuestra primera noche en ese viejo convento, escuchábamos todos los niños lo mismo, al principio nos asustabamos, pero con la explicación que hacían las monjas nos calmabamos poco a poco. Pasaron unos días, después de repente llegó la madre "Piedad" a cubrir el lugar de la madre "soledad" quien se había enfermado y tuvo que irse a otro lugar. Desde ese momento la vida se nosotros los niños cambió de manera perturbadora, la nueva madre era una mujer extraña y muy dura con nosotros, nos impuso un sin fin de normas y reglas para seguirlas. Teníamos que levantarnos a las cuatro de la mañana para hacer una hora de oración, luego ayudar con el cultivo de hortalizas y el que no logrará culminar las tareas asignadas , no podía tomar el desayuno. Realmente aquel lugar era muy grande y si me preguntas como me sentía en él, la respuesta es con miedo, o quizás tal vez nunca lo iba a poder explicar, solo sabía que mi cuerpo tenía sensaciones que a mí no me agradaban. Tal vez yo fuí más sensible que los otros niños, pero yo sentía que algo raro pasaba ahí, percibía una extraña sensación negativa a parte de los ruidos y precisamente esa vibra era la que me preocupaba todo el tiempo. Extrañadamente todos los días exactamente a las tres pm nos mandaban a la granja o a los cultivos, las tareas que nos asignaban nos demoraban exactamente una hora o dos. Un día después de indicarnos ir a deshierbar los cultivos de zanahoria y maiz, me regresé al dormitorio porque se me había olvidado mi chaqueta, estaba haciendo algo de frío así que fuí por ella. Al entrar a la vieja casa, no había nadie en la cosina, pasillos y el salón, las monjas no se encontraban por ningún lado. En esos momentos una letanía de una alabanza escuché en el pasillo que se encontraba en el tercer piso, el lenguaje era muy raro, definitivamente no era el latín, ni Español. La curiosidad de niños me envolvió por lo que sin dudar ni un segundo, me dirigí a buscar de dónde provenían esas alabanzas. Subí las enormes escaleras y llegué por fin al tercer piso un poco exhausto, en realidad era una área que la madre Piedad nos tenía prohibido poder acceder y esa vez estaba rompiendo las reglas. Despacio y en silencio me acerqué a aquel salón donde seguramente estaban todas las hermanas, y por la rendija se la llave heche un vistazo, y para mí suerte podía ver bien en el interior claramente. Observé el interior dónde las hermanas se encontraban hincadas con la cabeza hacia abajo, la madre Piedad estaba de espaldas mirando una escultura horrible con las manos juntas como si estuviera haciendo una oración. Aquella estatua era como de una cabeza de cabra de color negro y alrededor de esta había muchas veladoras prendidas pero igual de colores oscuros. La madre Piedad recitaba unas palabras pero que no entendía que eran y después las hermanas las repetían una y otra vez, parecía un himno que entonaban todas juntas a la vez Después cada una de ellas se desnudaba la espalda y la madre Piedad con una navaja cortaba la piel de cada una de ellas y al escurrir sangre, la vaciaba en una pequeña vasija colocandola después en ofrenda a la cabeza negra Al presenciar tan espantosa escena, mis ojos se aterraron y el sudor me comenzó a inundar por todo mi cuerpo, le corazón impulsaba mi pulso a tal grado de perder mi equilibrio con un mareo. Tomé fuerzas y al querer retirarme de ahí al dar la vuelta tropecé y caí haciendo mucho ruido. Una voz escuché que se acercaba a la puerta, mi corazón casi saliendose del pecho, me recordó que tenía que irme de ahí, así que junte mis manos para levantarme rápidamente y me logré esconder dentro de una cómoda vieja de ese mismo pasillo Escuché que abrieron la puerta, era la madre Piedad, sacó únicamente la cabeza y mirando para ambos lados volvió a entrar y cerró la puerta. Al asegurarme que ya no había nadie, salí aprisa del tercer piso y me regresé a mis labores en total nerviosismo que llamé la atención de los otros niños. Y aún recuerdo perfectamente el terror que sentía por todo mi ser, y supe que desde ese momento mi vida ya no iba a ser la misma. Llegó la hora de la cena, extrañadamente mis nervios no habían sido controlados, una de las hermanas se dió cuenta y me preguntó lo que me estaba pasando, donde sólo le respondí "creo que me va a dar un resfriado" Antes de irnos a la cama como era la norma rezar el rosario, ésta vez entró la madre Piedad a acompañarnos en la oración al dormitorio. Pero sus ojos se penetraban directamente hacia mí como si supiera exactamente que yo rompido las reglas. Tomé un poco de aire para calamar mi ansiedad y terror y comencé a rezar. Al finalizar la madre añadió a todos nosotros con una tenebrosa y ronca voz - "les recuerdo que en este lugar hay reglas severamente estrictas y que por ningún modo se deben romper, de lo contrario su castigo sería el peor de todos y no les gustaría saber de qué modo" Nuevamente sus ojos me apuntaban hacia mí, y para evitar que los mios me delataran bajé la cabeza y apreté mis ojos hasta que ella saliera del dormitorio. Esa noche fue una de las peores, entre mis sueños miraba aquella escena, las monjas desnudarse, la navaja, la sangre y sobre todo a la madre Piedad sosteniendo esa horrible cabeza que parecía de un animal vivo, ya que los ojos de ese animal brillaban como si fueran reales. Exaltado por mis sueños de todas las noches terminaba por no dormir nada, pues el miedo y terror que me invadía era infinito y lo peor de todo es que no se lo podía contar a nadie, en realidad ningún niño debía saber que rompí las reglas y mucho menos de lo que miré. Pasaron varios días y en uno de ellos llegó al convento de las monjas una nueva niña llamada Carolina, (le decían Carol) se integró con nosotros e hicimos una bonita amistad, también la madre Piedad le informó de las reglas del lugar y específicamente del tercer piso de aquel edificio. Carol tenía un problema de salud, cojeaba de un pie por lo que no lograba hacer las tareas encomendadas al 100. En ocasiones se quedaba en el dormitorio o la ponían a limpiar el primer piso. Nosotros continuábamos en el área de los cultivos como de costumbre. Aquel día nos dispusimos a ir a nuestras labores correspondientes, Carol se había quedado a fregar el piso, yo me regresé a media jornada para poder tomar un vaso de agua, en ese entonces no veía a Carol por ninguna manera, así que siligiosamente la busqué por el primer piso. De repente nuevamente escuché aquellas alabanzas y el pecho se me exaltó de terror, pues había recordado lo que hacían ahí adentro las hermanas. En contra de mi consiencia subí nuevamente las escaleras, era como si mi interior dijera "no vayas", pero mi cuerpo no obedeciera. Así que subi nuevamente al tercer piso y para mí sorpresa encontré parada en la puerta a Carol tratando de mirar por la rendija. Pero en ese mismo instante fue descubierta, al momento que la madre Piedad abrió la puerta porque escuchó ruidos. Carol cayó al suelo asustada y la madre la tomó del brazo con ojos de furia y le dijo: - nooo sabes lo que has hecho! (Gritando) - haaas desobedecido mis reglas!! - lo siento muchísimo, te tengo que castigar (apretando su brazo lentamente) Salieron las demás hermanas a ver lo sucedido, tomaron a Carol y le preguntaron - dime qué viste? " Nada no vi nada, solo escuché unas voces - no me mientas, dime qué viste "Enserio no vi nada absolutamente nada " (quejándose de su brazo") De los ojos de Carol brotaron unas lágrimas de dolor y al mismo tiempo de terror, mientras que la madre Piedad completamente furiosa no dejaba de sostener cruelmente el brazo de Carol. Al soltar a la niña, de inmediato ordenó a las monjas llevarla al interior de un salón principal, llamaron entonces a todos los niños de aquel viejo convento para informarles los hechos. La madre Piedad había perdido totalmente el control y estaba totalmente furiosa y esque en verdad no entendía cómo es que le hubiese causado tanta molestia que pisaramos el tercer piso. Lo que hacían ahí adentro en verdad era aterrador, pero sólo era un niño y no sabía lo que eso significaba. Ya estando todos los niños en el salón y al terminar su discurso, tomó a Carol frente a los demás. En sus ojos de mi amiga había un terror y llanto incontrolable, yo estaba helado por lo que no podía decir ni hacer nada, la madre parecía totalmente endemoniada y aterraba a todos los niños presentes. Y ahí fue donde mis ojos miraron la peor escena que un niño pudiera presenciar, obligó a Carol a incarse en el suelo, levantando las manos hacia enfrente para pedir perdón a su falta. Al instante sacó una filosa espada y de un golpe cortó las dos manos de Carol. El silencio enmudeció el salón y un grito de dolor salió de la voz de Carol, los niños quedaron helados y no decían ni una palabra, sólo se oía a Carol que estaba en el suelo desangrandose y gritando del dolor. La madre Piedad bajó la cabeza y añadió unas palabras mientras mi amiga seguía gritando: - que les quede claro, que no pueden desobedecer ninguna regla- Y se retiró de aquella habitación limpiando su espada con su túnica negra. Carol estaba en el suelo, llegaron entonces las hermanas y la levantaron yo les gritaba: - ayudenla!! Por favor!! Con todo mi llanto pedía que ayudarán a Carol, ellas se la llevaron mientras tanto yo no podía hacer nada, solo me detuve con llanto en los ojos mirando las manos de Carol que estaban en un charco de sangre en el suelo, lo peor de todo fue que pasaron los días y no supimos nunca de ella. En el dormitorio nadie comentaba nada, los niños estaban muy asustados que no podían dormir por las noches. Yo no pude soportar aquella pesadilla, tenía mucho miedo de poder pasar lo mismo que mi amiga Carol, así que sin pensarlo esa noche me escape. Salí de aquel lugar huyendo muy pero muy lejos, pensé que iba a morir, pero afortunadamente hallé a una pareja de ancianos que me dieron refugio y con ellos me quedé. Les conté lo que había sucedido y la anciana que le adopte el nombre de "mamá Chana", me dijo que en ese lugar las monjas entregaron sus almas al diablo y que los niños que llegaban ahí después los iban sacrificando. Que no era cierto que encontraban familias para los pequeños y qué suerte tuve yo de haberme escapado de aquel lugar. La anciana me mostró sus manos, !! tenía los dedos rebanados!! , ella había huido de ahí también y conoció a todas las hermanas de aquel viejo convento: Pero cómo era posible que aún se miraran tan jóvenes?? Mamá Chana entonces me explicó, que gracias a sus rituales que para ellas eran efectivos nunca envejecian y que también era probable que tuvieran gente de fuera como cómplices, los cuales se encargaban de llevarles a los niños. Y ahora que ya estoy viejo, tú y solo tú mi niño ahora sabes lo que me ocurrió aquella vez que era niño, aunque déjame decirte que varias veces soñaba a Carol que me mostraba un viejo pozo el cuel se encontraba en la entrada del bosque y que nunca quise averiguar lo que trataba de decirme Y tú te imaginas lo que trataba de decirme el mensaje de Carol????..

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