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Franciscanos de Tijuana 24.11.2022

Oremos por el eterno descanso del Alma de Fray Guillermo Morelos OFM, Fray Memo. Qué en la madrugada de hoy partió a la casa del Padre. Que el alma de Fray Guillermo por la gran misericordia de Dios descansa en Paz y el Señor le concede la Vida Eterna. Así sea!!! PazyBien!!!

Franciscanos de Tijuana 23.11.2022

José Antonio Pagola - PRIVADOS DE ESPÍRITU PROFÉTICO - Comparte Buenas Noticias, da Click a COMPARTIR - Sabemos que la oposición a Jesús se fue gestando poco a ...poco: el recelo de los escribas, la irritación de los maestros de la ley y el rechazo de los dirigentes del templo fueron creciendo hasta acabar en su condena y ejecución en la cruz. También lo sabe el evangelista Lucas. Pero, intencionadamente, forzando incluso su propio relato, habla del rechazo frontal a Jesús en la primera actuación pública que describe. Desde el principio han de tomar conciencia los lectores de que el rechazo es la primera reacción que encuentra Jesús entre los suyos al presentarse como Profeta. Lo sucedido en Nazaret no es un hecho aislado. Algo que sucedió en el pasado. El rechazo a Jesús cuando se presenta como Profeta de los pobres, liberador de los oprimidos y perdonador de los pecadores, se puede ir produciendo entre los suyos a lo largo de los siglos. A los seguidores de Jesús nos cuesta aceptar su dimensión profética. Olvidamos casi por completo algo que tiene gran importancia. Dios no se ha encarnado en un sacerdote, consagrado a cuidar la religión del Templo. Tampoco en un letrado ocupado en defender el orden establecido por la Ley. Se ha encarnado y revelado en un Profeta enviado por el Espíritu a anunciar a los pobres la Buena Noticia y a los oprimidos la liberación. Olvidamos que la religión cristiana no es una religión más, nacida para proporcionar a los seguidores de Jesús las creencias, ritos y preceptos adecuados para vivir su relación con Dios. Es una religión profética, impulsada por el Profeta Jesús para promover un mundo más humano, orientado hacia su salvación definitiva en Dios. Los cristianos tenemos el riesgo de descuidar una y otra vez la dimensión profética que nos ha de animar a los seguidores de Jesús. A pesar de grandes manifestaciones proféticas que se han ido dando en la historian cristiana, no deja de ser verdad lo que afirma el reconocido teólogo H. von Balthasar: A finales de siglo segundo cae sobre el espíritu profético de la Iglesia una escarcha que no ha vuelto a quitarse del todo. Hoy, de nuevo, preocupados por restaurar lo religioso frente a la secularización moderna, los cristianos corremos el peligro de caminar hacia el futuro privados de espíritu profético. Si es así, nos puede suceder lo que a los vecinos de Nazaret: Jesús se abrirá paso entre nosotros y se alejará para proseguir su camino. Nada le impedirá seguir su tarea liberadora. Otros, venidos de fuera, reconocerán su fuerza profética y acogerán su acción salvadora. 4 Tiempo ordinario - C (Lc 4,21-30) 3 de febrero 2019 José Antonio Pagola [email protected] Fuentes : http://www.gruposdejesus.com http://sanvicentemartirdeabando.org/ http://eclesalia.wordpress.com/ http://feadulta.com/ - - - - - DESCONCIERTO Florentino Ulibarri Señor:Que quienes te buscan a tientas, te encuentren; que quienes dudan una y mil veces, no desistan; que quienes se extravían en su camino, vuelvan; que quienes creen conocerte y poseerte, sigan buscándote. Que quienes caminan a tientas y solos, no se pierdan; que quienes tienen miedo al futuro, se abran a la confianza; que quienes no logran triunfar, perseveren; que quienes tienen hambre y sed, sean saciados. Que los grandes y poderosos se sientan vulnerables; que los amargados de la vida disfruten de tu presencia y gracia; que los olvidados de todos dejen oír su canción; que tus hijos e hijas nunca nos saciemos de tus dones. Que quienes desean y buscan milagros sepan acogerlos; que quienes gustan presumir de profetas acepten a los de su tierra; que quienes se descubren leprosos bajen a lavarse a un humilde río; que quienes tienen pensares ocultos no se enfurezcan contigo. Y si Tú nos provocas nuevamente, como provocaste a tus paisanos de Nazaret entonces, danos la gracia de entenderte y tolerarte ahora, y descubrir quién eres, a pesar de las apariencias y de tus pobres orígenes. ¡Señor, ábrete paso entre nosotros y sigue tu camino aunque nos escandalicemos! - - - - - LA SALVACIÓN QUE JESÚS OFRECE NO ES LA QUE ESPERAMOS Fray Marcos Lc 4, 21-30 Seguimos con el tema del domingo pasado. hoy se cumple esta escritura pero no va a ser como esperan los de su pueblo. En todos los evangelios se habla de los milagros de Jesús como manifestación de su divinidad, pero a la vez se critica que los que le conocieron pretendan poner en las curaciones la salvación ofrecida por Jesús. Una salvación material que debía consistir en librarles de sus limitaciones desde fuera y por el poder de Dios, directo o a través de un intermediario. Seguimos arrastrando la idea de Dios del paleolítico: el todopoderoso que va a poner su poder a mi servicio si cumplo unos requisitos. Hoy se cumple esa Escritura en cada uno de nosotros. Dios la cumple siempre sin tener que hacer nada. Que se cumpla hoy depende exclusivamente de mí. Por no tener en cuenta estos dos planos, la religión nos ha metido por un callejón sin salida y nos ha hundido en la miseria. Seguimos esperando que Dios haga que me toca hacer a mí. Soy yo el que tengo que preguntarme: ¿cumplo yo hoy esa escritura que acabáis de oír? La misma iglesia, ya desde muy pronto, prefirió potenciar en Jesús la idea de Hijo de Dios y se olvidó de la de Mesías; aunque está claro que en los orígenes querían decir lo mismo. Así, la salvación, que se pensaba como acontecimiento que debía darse en la historia, se convirtió en la salvación trascendente y ahistórica para el más allá. El mordiente que encerraba la imagen del mesías, se disolvió como un azucarillo. Jesús ya no necesita hacer presente la liberación desde la historia sino desde la estratosfera de su divinidad. Hemos leído: todos le daban su aprobación y se admiraban... Pero hay una traducción alternativa: El verbo griego (martyreo) = dar testimonio, que se traduce por dar su aprobación, cuando está construido con dativo, significa testimoniar en contra. Por otra parte, (thaumazo) = Admirarse, significa también extrañarse, es decir, una admiración negativa. Entonces la traducción sería: todos se declaraban en contra, extrañados del discurso sobre la gracia (para todos) que salía de sus labios. Así cobra pleno sentido la respuesta de Jesús, que de otro modo, parece que inicia él la gresca provocando al personal. La importancia de suprimir la última frase del texto de Is, queda más clara con la explicación que da hoy Jesús. Tiene que rectificar el texto de Is, pero menciona a otros dos profetas que avalan esa aparente mutilación. Elías y Eliseo son ejemplos de cómo actúa Dios con relación a los no judíos. Para entenderlo hoy, podíamos decir que Elías atendió a una viuda libanesa y Eliseo a un general sirio. ¡Qué poco han cambiado las cosas! La atención a la viuda de Sarepta y Naamán el sirio deja en evidencia la pretensión de salvación exclusiva que los judíos, como pueblo elegido, pretendían. El evangelista quiere subrayar que este argumento contundente, no solo no les convence, sino todo lo contrario, provoca la ira de sus vecinos que se sienten agredidos porque les echa en cara su ceguera. La tradición de Mc, que copia Mt, no hace alusión ni al texto de Is ni a Elías y Eliseo. Esto indica la intención de recalcar la oposición de sus paisanos en Lc. Los primeros cristianos se esforzaron por proponer a Jesús como continuación del AT, aprovechando cualquier resquicio para demostrar que en él se cumplen las Escrituras. Jesús sobrepasó, con mucho, todo lo que pudieron insinuar las Escrituras. ¿No es este el hijo de José? La única razón que dan los de su pueblo para rechazar las pretensiones de Jesús, es que no es más que uno del pueblo, conocido de todos. Me parece muy importante este planteamiento por parte del evangelista. La grandeza de Jesús está en que, siendo uno de tantos, fue capaz de descubrir lo que Dios esperaba de él. Jesús no es un extraterrestre que trae de otro mundo poderes especiales, sino un ser humano que saca de lo hondo de su ser lo que Dios ha puesto en todos los seres. Habla de lo que encontró dentro de sí mismo y nos invita a descubrir y vivir en nosotros lo mismo que él descubrió y vivió. La primera oposición que sufre Jesús en este evangelio no viene de los sumos sacerdotes ni de los escribas o fariseos, sino del pueblo sencillo. Sus paisanos ven que no va a responder a las expectativas del judaísmo oficial, y se enfadan. Cualquier visión que vaya más allá de los intereses del gueto, (familia, pueblo, nación) será interpretada como traición a la institución. Las instituciones tienen como primer objetivo la defensa de unos intereses frente los intereses de los demás. Incluso nuestra manera de entender el ecumenismo responde, la mayoría de las veces, a esta dinámica completamente contraria al evangelio. Los de su pueblo no pueden aceptar un mesianismo para todos. Ellos esperaban un Mesías poderoso que les iba a librar de la opresión de los romanos y a solucionar todos los problemas materiales. Si Jesús se presenta como tal liberador, ellos tenían que ser los primeros beneficiarios de ese poder. Al darse cuenta de que no va a ser así, arremeten contra él. El odio es siempre consecuencia de un amor imposible. El evangelista echa mano del AT para demostrar que los profetas ya habían manifestado esa actitud de Dios a favor de extranjeros en apuros. Quiere decir que su mensaje no es contrario ni ajeno a la Escritura. El Dios de Jesús es Amor incondicional. No puede tener privilegios, porque ama a todos infinitamente. Dios no nos ama por lo que somos o por lo que hacemos. Dios nos ama por lo que Él es. Dios ama igual al pobre y al rico, al blanco y al negro, al cristiano y al musulmán, a la prostituta y a la monja de clausura, a Teresa de Calcuta y a Bin Laden... En algún momento de esta escala progresiva nos patinarán las neuronas. Es más de lo que podemos aguantar. Nos pasa lo que a los paisanos de Jesús. Mientras sigamos pensando que Dios me ama porque soy bueno, nadie nos convencerá de que debemos amar al que no lo es. Jesús viene a anunciar una salvación de todas las opresiones. Pero esa salvación no depende de Dios ni de un intermediario de su poder sino de cada uno de nosotros. Su salvación no va contra nadie, sino a favor de todos. Ahora bien, no debemos ser ingenuos, lo que es buena noticia para los oprimidos, es mala noticia para los opresores. De ahí que, en tiempo de Jesús, y en todos los tiempos, los que gozan de privilegios, se opongan, con uñas y dientes, a esa práctica liberadora. Si no estamos dispuestos a liberar al oprimido, somos opresores. Tenemos que hacer un esfuerzo por comprender que el opresor no hace mal porque daña al oprimido, sino que hace mal porque se hace daño a sí mismo. El que explota a otro le priva de unos bienes que pueden ser vitales, pero lo grave es que él mismo se está deteriorando como ser humano. El daño que hace le afecta al otro en lo accidental. El daño que se hace a sí mismo, le afecta en lo esencial. El que muere por mi culpa puede morir repleto de humanidad; pero yo, al ser la causa de su muerte, me hundo en la más absoluta miseria. ¿Hemos caído en la cuenta de que lo único que puede garantizar mi religiosidad es el servicio a los demás? ¿Nos hemos parado a pensar que sin amor no soy nada? Ahora bien, el único amor del que podemos hablar es el amor a los demás. Sin éste, el amor que creemos tener a Dios es una falacia. La única pregunta a la que debo contestar es ésta: ¿Amo sin exclusión? Sin amor, toda nuestra vida cristiana se convertirá en un absurdo. Meditación Ignoramos lo que realmente somos. Tú eres, como Jesús, ungido. Estás capacitado para la tarea que debes realizar. Cuando despliegues tu verdadera salvación, estarás en condiciones de ayudar a otros a encontrarla. Fray Marcos - - - - - LA IGLESIA HA PERDIDO SU FUERZA PROFÉTICA José Enrique Galarreta Lc 4, 21-30 El pasaje evangélico de hoy es la continuación del que leímos la semana pasada. Allí se anunciaba Jesús como el cumplimiento de la promesa que anunciaban los profetas. Aquí se subraya el resultado de ese anuncio. Otros lo aceptan: los de Nazaret, sus vecinos, lo rechazan. Es una imagen muy importante. "Vino a los suyos y los suyos no le recibieron". Es uno de los temas fundamentales del Evangelio, especialmente del evangelio de Juan. La primera lectura y el evangelio presentan al profeta y a Jesús como fuerza de Dios, presente en el mundo como fuerza que suscita hostilidad, rechazo. Los hombres pueden rechazar la Palabra, y perseguir al Profeta. Pero la fuerza de la Palabra, la fuerza de Dios que está en él es más poderosa que toda la hostilidad del mal y de los hombres. En este contexto podemos leer la vida de Jesús y la vida de los cristianos. Y en este contexto leemos el mensaje de la carta de Pablo sobre el amor, intentando profundizar en nuestro concepto del amor. Vamos hoy a centrarnos más en esta segunda lectura. Esta reflexión de Pablo nos lleva a la esencia fundamental de la fe, resumida por Jesús al responder a la cuestión de "¿cuál es el mayor mandamiento?". La respuesta de Jesús es: Escucha Israel: AMARÁS a Dios de todo corazón, con toda tu alma y todas tus fuerzas, y al prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos se resume toda la Ley y los profetas. Así pues, es básico entender que toda la fe y la actuación del cristiano se basa en amar. Amar a Dios y amar a los hombres. Lo demás son consecuencias. Pero no podemos simplificar la palabra "amar". Y para ver de qué se trata, miremos un momento al Evangelio, para ver cómo ama Jesús. La teoría (Lucas 6,35) "Amad a vuestros enemigos, hacedles el bien, prestad sin esperar nada a cambio. Vuestro premio será entonces grande: seréis hijos del Altísimo, porque Él es bueno para con los ingratos y los que hacen el mal." Jesús lo cumple así: (Lucas 23,33) Llegados al lugar llamado "de la Calavera", le crucificaron... Y Jesús decía: "Padre, perdónales; no saben lo que hacen". Es sólo un ejemplo, pero si analizamos todas las relaciones de Jesús con las personas, vemos que siempre están inspiradas en lo mismo: es El Salvador. No mira a sus pecados como obstáculos que le impiden amarles. Su amor por las personas va más al fondo: el pecado intenta interponerse entre el amor de Jesús y la persona: pero no lo consigue. Por más que se le ofenda, Él sigue siendo el Salvador. El origen de todo esto no es la humanidad bondadosa de Jesús. Es la divinidad salvadora. Es Dios quien es así, y se ve en Jesús. Dios es el amor salvador. Toda la creación se entiende sólo desde el amor de Dios, que pretende la existencia de Hijos en plenitud. El pecado no es obstáculo para el amor: convierte el amor en Salvador, en Libertador del pecado. Nuestros pecados intentan interponerse entre nosotros y el amor de Dios, pero no lo consiguen. Y Dios presente entre nosotros es El Salvador, el que quita el pecado del mundo. De la misma manera, el origen de nuestra postura respecto a los demás no está en nuestra humanidad bondadosa, en un natural afectivo y cordial. Está en que hemos conocido el amor de Dios, vivimos del amor de Dios, nos sentimos queridos por Dios y no sabemos vivir más que salvando, como Dios. Se trata de un convencimiento, una persuasión, pero sobre todo de una fe, es decir, de una adhesión personal. Acepto el amor de Dios para conmigo, y ya no puedo vivir de otra manera. El amor de Dios lo he conocido en Jesucristo. Cuando he llegado a creer en Jesucristo, he llegado a aceptar a Dios mi Salvador, a fiarme de Él. Creer en Jesucristo no es simplemente estar persuadido de que es un gran hombre, o aceptar su doctrina como satisfactoria. Creer en Jesucristo es aceptarlo como modo de vida, como revelación de Dios, hacer girar la vida en torno a Él. Creer en Jesucristo es ante todo admirar y disfrutar del amor de Dios Salvador que en Él se hace visible. A partir de ahí, mi vida cambia: ya sé por qué vivo, porque Dios me quiere. Ya sé para qué vivo, para que todos le quieran. Esto es un ideal, un camino, una conversión. Jesús es así; nosotros vamos hacia ahí. Y todo lo que somos y lo que hacemos tiene un carácter de provisional, de "todavía no". Pero caminamos. En este sentido, la justicia, el temor de Dios, el deseo de premio por las buenas obras... tantas cosas, son "carismas provisionales". Pero hay que aspirar a los carismas superiores, hay que aspirar a que nuestro espíritu disfrute del amor de Dios y en consecuencia viva lleno de ese don: amar a los hombres como Dios me ama, mucho más adentro que mis pecados. Esta manera de vivir de ninguna manera es fácil. En primer lugar, porque es imposible "de fuera a dentro". No es una norma que hay que cumplir. Si es cumplimiento no llega a ser amor. No se trata de "me porto así porque Dios lo quiere". Se trata de "me porto así porque soy así, soy hijo de mi Padre y no me puedo portar de otra manera". Es el final de la conversión, cuando ya no actúo sometido a mis pecados, a mi egoísmo o mi envidia o mi vanidad... sino libre y salvador, como Hijo. En segundo lugar, porque en un mundo en que los hombres no se quieren, sino que se hostigan, se arrinconan, se envidian, se roban, se matan, esta parece una manera débil de vivir, expuesta a todo lo que los demás nos quieran hacer. No nos confundamos. Ni es una blandenguería de carácter, ni es una vocación de corderito manso. Amar por encima de los pecados es una tremenda fortaleza. Servir siempre, perdonar siempre, salvar siempre, requiere una fuerza de espíritu superior a toda fuerza de carácter. Es sólo posible por el Espíritu de Dios actuando en nosotros. Y esta fuerza lleva a ser siempre testigo, desvelador de toda injusticia y de todo mal que les suceda a los hijos de Dios, presencia incómoda y a veces intolerable para una sociedad siempre interesada en otros valores, a menudo hostil. Una vez más, el ejemplo y modelo es Jesús. Una lectura de cualquier evangelio, y más de los cuatro, ofrece una figura de Jesús de impresionante fortaleza. Su amor a todos los débiles va acompañado de un valor a toda prueba y una libertad brillante ante todos los poderosos. Jesús es capaz de desafiar la ley para curar (leproso Mt 8,1 ) de insultar en público al rey (acerca de Herodes, Lc 13,31) de desenmascarar ante el pueblo a los jefes religiosos y doctores de la Ley (Mt 23,13), y se juega la vida defendiendo a una mujer ante el acoso judicial de los "justos" (Jn 8,1). Ninguna debilidad, ninguna blandura. Es pura fortaleza, al servicio de los que la necesitan y en contra de lo que se ponga delante. Pero Jesús es rechazado. El amor amenaza todos los demás modos de vivir. Jesús es rechazado porque con Él se acaba aquella religión, aquel templo, aquellas clases socio-religiosas. Jesús perjudica a la religión oficial, no interesa a los revolucionarios independentistas, molesta a Herodes, le es indiferente a Pilato... El amor está fuera de lugar y es perseguido, hasta la muerte. "La luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no la han recibido". Y los de Jesús, como Jesús. Posiblemente el momento más dramático de la incomprensión de la fuerza del amor de Dios se da en la cruz. Los escribas, sacerdotes, fariseos, y el pueblo, le increpan: "Si eres el Hijo de Dios, baja de la cruz y creeremos en ti". Y Jesús, porque es el Hijo de Dios, porque es el amor de Dios capaz de dar la vida, no baja de la cruz, y por eso nosotros creemos en Él. Es extraordinario el efecto que produce una lectura continuada de la Pasión según san Juan. Jesús es un rey poderoso que entrega su vida conscientemente, que asume la muerte violenta con fortaleza. Juan omite la agonía del Huerto y el abandono de la cruz. El testigo presencial de la Pasión se centra en mostrar la fortaleza de Jesús. Su evangelio cierra así el mensaje con que se inició en la entrevista con Nicodemo: "Tanto amó Dios al mundo que le entregó su Hijo". Es sumamente preocupante que la Iglesia sea tan escasamente perseguida en esta sociedad occidental en la que los valores del Evangelio son sin embargo rechazados frontalmente. Y es sumamente reconfortante ver cómo son perseguidos, marginados, los cristianos, personas o grupos, que se toman muy en serio el Evangelio. Es muy normal que los poderes políticos de algunos países en los que la injusticia social es muy fuerte, no toleren a los grupos cristianos que luchan contra esa injusticia. Es lo normal. Lo que no es normal es que en los países de desenfrenado consumo, de búsqueda alucinada del placer y el bienestar material, en los que el único Dios es la economía de mercado y el consumo consiguiente, la Iglesia viva tan tranquila. Lo único que puede hacernos entender este fenómeno es aceptar, con angustia, que la Iglesia esconde la Palabra, ha perdido su fuerza profética y ya no le anuncia al pueblo sus pecados, sino que se limita a tranquilizarle la conciencia. Pero el fondo último de la escena es el rechazo. Y, como todo en los evangelios, una situación histórica, algo sucedido a Jesús, se convierte en símbolo/paradigma de una situación espiritual. Aceptar/rechazar el amor: ése es el JUICIO. Aceptar el amor significa aceptar que estoy (soy) necesitado. Y no hay diferencia realmente significativa entre aceptar/rechazar el amor de Dios y el amor de los humanos. Aceptar el amor es aceptar que los otros (El Otro) me aceptan como soy, no porque soy maravilloso, sino porque ellos son maravillosos. Ése es precisamente el milagro del amor: como el hijo se siente bien siendo querido por la madre no porque es guapo sino porque es hijo. El amor no tiene su fuente en el amado sino en el amante. La locura del adolescente: "me quiere", "me quiere a mí", "significo algo para él o ella". Aceptar ser querido o rechazar ser querido (comprendido, aceptado, perdonado...) es la esencia de la convivencia humana y de la relación con Dios. Y es la "inversión de Jesús". La espiritualidad farisaica (aparte de sus exageraciones y sus orgullos, que no en todos se daban) consiste en "ser justo ante Dios", es decir, en pensar que Dios me considera según mis obras: la postura de Dios es posterior a mi postura. Jesús invierte esta relación. Dios ama primero: lo mío es aceptar ese amor y responder a ese amor. Esto es lo que rechazaron los fariseos y los legistas, y es el paso esencial de nuestra conversión. José Enrique Galarreta - - - - - FRACASO DE JESÚS EN NAZARET José Luis Sicre Domingo 4. Ciclo C. Como en una serie de televisión, el evangelio de este domingo comienza recordando lo último contado en el anterior. Jesús ha leído en la sinagoga de Nazaret un texto de Isaías que proclama una buena noticia a los pobres, ciegos, prisioneros, oprimidos. Cuando termina, afirma: Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír. ¿Cómo reaccionará el auditorio a estas palabras? Es lo que se cuenta en el evangelio de hoy, en el que podemos distinguir tres momentos: la reacción inicial del auditorio, un ataque desconcertante de Jesús, y la reacción final de los nazarenos. El relato de Lucas Aparte de leer a Isaías, Jesús no ha dicho prácticamente nada. Sin embargo, Lucas indica de inmediato la triple reacción de los presentes: aprobación, admiración y desconcierto. Al parecer, les gusta lo que han oído, pero no comprenden que lo diga alguien a quien conocen desde pequeño. Si Jesús hubiera sido un político, habría aprovechado la ocasión para ganarse más aún al auditorio, solventando las posibles dudas sobre su autoridad. Sabe lo que esperan de él: no que lea textos de la Biblia sino que haga milagros. Le bastaría realizar algunos parecidos a los que ha hecho en Cafarnaúm para que todos le aplaudan y crean en él. Sin embargo, se niega a ello e incluso adopta una postura agresiva. Sin que los nazarenos hayan dado motivo, Jesús da por supuesto que lo van a rechazar. No se basa en nada concreto que hayan hecho o dicho, sino en un proverbio: Ningún profeta es bien mirado en su tierra. En consecuencia, tampoco él mira bien a los nazarenos y no hará allí ningún milagro. Igual que Elías fue enviado por Dios a ayudar a una viuda fenicia, y Eliseo a un leproso sirio, él también se siente enviado a los paganos. ¿Cuál sería la reacción lógica de los nazarenos? Levantarse e irse de la sinagoga, soltando probablemente bastantes maldiciones contra Jesús. Sin embargo, lo que cuenta Lucas es mucho más fuerte: se sienten tan irritados que deciden matarlo, despeñándolo. Un relato desconcertante Cuando se lee con atención el relato de Lucas surgen varias preguntas: ¿Por qué adopta Jesús una postura tan agresiva? ¿Por qué da por supuesto que lo van a rechazar? ¿Por qué compara su actitud con la de Elías y Eliseo, enviados a los paganos, cuando reconoce haber hecho milagros en Cafarnaúm, que no es una ciudad pagana sino israelita? ¿Por qué reaccionan los nazarenos de forma tan terrible, queriendo matarlo? Para responder a estas preguntas conviene recordar cómo cuenta Marcos la visita de Jesús a Nazaret. La versión de Marcos Marcos cuenta la visita de forma muy distinta. Jesús ya es bastante conocido cuando vuelve a Nazaret con sus discípulos. Y ocurre lo siguiente: Un sábado se puso a enseñar en la sinagoga. Muchos al escucharlo comentaban asombrados: ¿De dónde saca éste todo eso? ¿Qué clase de sabiduría se le ha dado? Y, ¿qué hay de los grandes milagros que realiza con sus manos? ¿No es éste el artesano, el hijo de María, el hermano de Santiago y José, Judas y Simón? ¿No viven aquí, entre nosotros, sus hermanas? Y esto lo sentían como un obstáculo. Jesús les decía: A un profeta sólo lo desprecian en su tierra, entre sus parientes y en su casa. Y no pudo hacer allí ningún milagro, salvo sanar a unos pocos enfermos a quienes impuso las manos. Y se asombraba de su incredulidad. Las diferencias son claras. En Marcos, la reacción del auditorio no es de aprobación, admiración y desconcierto, sino de desconcierto y rechazo. Entonces es cuando Jesús recuerda que a un profeta solo lo desprecian en su tierra. Pero nadie intenta matarlo. Simplemente, no creen en él ni en su poder. Y Jesús se admira de su incredulidad. Nazaret como símbolo ¿Por qué ha escrito Lucas un relato tan distinto? Porque él no ha pretendido contar lo ocurrido, sino convertir la visita de Jesús a Nazaret en símbolo de la relación de Jesús con el pueblo judío y con los paganos. Para ello, lo primero que hace es comenzar la actividad de Jesús con esta visita. Mientras Mateo y Marcos dicen que Jesús comenzó predicando por los pueblos y aldeas de Galilea, sin concretar cuáles, Lucas nos sitúa en la sinagoga de Nazaret. Sabe que Jesús no fue aceptado por los nazarenos, ni tampoco por su familia, que lo consideraba medio loco. Recoge y lleva al límite ese rechazo, convirtiéndolo en símbolo de la oposición de la mayor parte del pueblo judío, que terminó provocando su muerte. En el Nuevo Testamento se indican distintos motivos por los que Jesús entró en conflicto con las autoridades judías: por no observar el sábado, por ser un peligro desde el punto de vista político En el relato de Lucas, el motivo principal de conflicto es el nacionalismo de los que quieren un Mesías al servicio exclusivo de Israel, mientras que Jesús se ve enviado a toda la humanidad. Pero nadie debe escandalizarse de eso, mucho menos los judíos: también Elías y Eliseo fueron enviados por Dios a los paganos en unos momentos en que los israelitas estaban muy necesitados de ayuda. La primera lectura (Jeremías 1,4-5. 17-19) Ha sido elegida para demostrar que ningún profeta es bien visto en su tierra. Las palabras finales Lucharán contra ti, pero no te podrán, porque yo estoy contigo para librarte coinciden muy bien con el final del evangelio, donde Jesús pasa serenamente entre quienes intentan matarlo y se aleja. Con una gran diferencia: Jeremías se verá libre gracias a la compañía de Dios; Jesús tiene en sí mismo el poder para enfrentarse al enemigo. Cuando muera será porque él lo acepta libremente. Reflexión final El evangelio de hoy podría interpretarse como un ataque al nacionalismo político. En parte lo es, porque los judíos identificaban religión y política. Pero el ataque de Jesús se dirige sobre todo al nacionalismo religioso. Aplicándolo a nuestros días, a los cristianos que pensasen que son los elegidos de Dios y los únicos que merecen su atención. Cabe el peligro de parecernos a los nazarenos, de pecar de exclusivistas al hablar de la salvación de Dios. José Luis Sicre - - - - - MANSEDUMBRE Y CORTESÍA Pedro Miguel Lamet SJ Me conmueve esta terracota que adquirí hace tiempo en Asís. El frailecillo que camina sobre un asno va a predicar más que con su palabra con su mansedumbre, que tiene su origen en la profunda paz del alma unida a Dios: La paz que anunciáis con la boca, tenedla en más alto grado en vuestros corazones. No seáis para nadie motivo de ira ni de escándalo, sino que vuestra mansedumbre impulse a todos hacia la paz, la benignidad y la concordia (TC 58). Esa quietud interior de Francisco tiene una amplitud sin límites: aceptar el hoy tal como se presente, alabando a Dios por el nublado y el sereno y por todo tiempo (Cántico de las Criaturas); abrazar las contrariedades, viéndolas en el plan de la divina providencia. Una mansedumbre que se manifestaba también en cortesía: Como hombre de oración pensaba que la cortesía es una de las propiedades de Dios quien, por cortesía, da su sol y su lluvia a justos e injustos, y es hermana de la caridad (Florecillas 36). Mansedumbre y cortesía, ¡raras virtudes en un mundo de vértigo y rastrera educación ¡Qué intuición la del papa Bergoglio al elegir para sí el nombre de Francisco! La capacidad de encontrar a las personas ha dicho-, de encontrar a las culturas con paz; la capacidad de hacer preguntas inteligentes: ¿Por qué? ¿Tú piensas así? ¿Por qué? Esta cultura es así. Escuchar a los otros, y luego hablar. Primero escuchar, luego hablar. Esto es mansedumbre. Tú a mí no me convences, pero igual somos amigos; he escuchado como piensas y tú has escuchado como pienso. Y ¿saben una cosa, una cosa importante? Este diálogo es aquel que hace la paz. No puede haber paz sin diálogo. Así, a paso de asno, tranquila y cortésmente, con una paz que se desborda en mansedumbre y cortesía se vive el minuto desde el tiempo sin tiempo de Dios. Pedro Miguel Lamet SJ

Franciscanos de Tijuana 22.11.2022

La vida consagrada... confiesa, con su fidelidad al misterio de la Cruz, creer y vivir del amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. De este modo contribu...ye a mantener viva en la Iglesia la conciencia de que la Cruz es la sobreabundancia del amor de Dios que se derrama sobre este mundo, el gran signo de la presencia salvífica de Cristo. San Juan Pablo II (Vita Consecrata 24) Hoy, Día de la Candelaria, la Fiesta de la Luz, también celebramos la Vida Consagrada. Hoy recordamos la belleza de la entrega total a Cristo y su Evangelio. Hoy celebramos la radicalidad de los que sirven a los demás. La Vida Consagrada es un don de Dios para toda la Iglesia y un llamado especialísimo para muchos que nos demuestra el gran amor de Dios que sigue llamando, a hombres y a mujeres, para trabajar por el prójimo y construir desde cada carisma, orden, instituto y congregación el Reino de Dios. ¡Gran abrazo a todos los hermanos y hermanas que se han consagrado a Cristo, especialmente a los que forman y han formado parte de Espíritu y Vida: Teología y espiritualidad franciscana Oramos por ustedes para su perseverancia y fortaleza. Pedimos a Dios para que cada día haya más almas valientes que digan "SI" al llamado de Dios. ¡Feliz Día de la Vida Consagrada! #PazyBien _______________ #EspirituyVida #OFM #OSC #OFS #DiaDeLaCandelaria #VidaConsagrada #Franciscanos Foto: Fénix. Gracias Fray Alex!

Franciscanos de Tijuana 22.11.2022

Oremos por el eterno descanso del Alma de Fray Guillermo Morelos OFM, Fray Memo. Qué en la madrugada de hoy partió a la casa del Padre. Que el alma de Fray Guillermo por la gran misericordia de Dios descansa en Paz y el Señor le concede la Vida Eterna. Así sea!!! PazyBien!!!

Franciscanos de Tijuana 22.11.2022

José Antonio Pagola - PROFETA - Comparte Buenas Noticias, da Click a COMPARTIR - En una aldea perdida de Galilea, llamada Nazaret, los vecinos del pueblo se reú...nen en la sinagoga una mañana de sábado para escuchar la Palabra de Dios. Después de algunos años vividos buscando a Dios en el desierto, Jesús vuelve al pueblo en el que ha crecido. La escena es de gran importancia para conocer a Jesús y entender bien su misión. Según el relato de Lucas, en esta aldea casi desconocida por todos, va a hacer Jesús su presentación como Profeta de Dios y va a exponer su programa aplicándose a sí mismo un texto del profeta Isaías. Después de leer el texto, Jesús lo comenta con una sola frase: Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír. Según Lucas, la gente tenía los ojos clavados él. La atención de todos pasa del texto leído a la persona de Jesús. ¿Qué es lo que nosotros podemos descubrir hoy si fijamos nuestros ojos en él? Jesús actúa movido por el Espíritu de Dios. La vida entera de Jesús está impulsada, conducida y orientada por el aliento, la fuerza y el amor de Dios. Creer en la divinidad de Jesús no es confesar teóricamente una fórmula dogmática elaborada por los concilios. Es ir descubriendo de manera concreta en sus palabras y en sus gestos, en su ternura y en su fuego, el Misterio último de la vida que los creyentes llamamos Dios. Jesús es Profeta de Dios. No ha sido ungido con aceite de oliva como se ungía a los reyes para transmitirles el poder de gobierno o a los sumos sacerdotes para investirlos de poder sacro. Ha sido ungido por el Espíritu de Dios. No viene a gobernar ni a regir. Es profeta de Dios dedicado a liberar la vida. Solo lo podremos seguir si aprendemos a vivir con su espíritu profético. Jesús es Buena Noticia para los pobres. Su actuación es Buena Noticia para la clase social más marginada y desvalida: los más necesitados de oír algo bueno; los humillados y olvidados por todos. Nos empezamos a parecer a Jesús cuando nuestra vida, nuestra actuación y amor solidario puede ser captado por los pobres como algo bueno. Jesús vive dedicado a liberar. Entregado a liberar al ser humano de toda clase de esclavitudes. La gente lo siente como liberador de sufrimientos, opresiones y abusos; los ciegos lo ven como luz que libera del sinsentido y la desesperanza; los pecadores lo reciben como gracia y perdón. Seguimos a Jesús cuando nos va liberando de todo lo que nos esclaviza, empequeñece o deshumaniza. Entonces creemos en él como Salvador que nos encamina hacia la Vida definitiva. 3 Tiempo ordinario - C (Lc 1,1-4; 4,14-21) 27 de enero 2019 José Antonio Pagola [email protected] Fuentes : http://www.gruposdejesus.com http://sanvicentemartirdeabando.org/ http://eclesalia.wordpress.com/ http://feadulta.com/ - - - - - LLEGARÁ UN NUEVO DÍA Florentino Ulibarri Llegará un día en el que vivir no sea una pesada carga, que doble las espaldas y sofoque los corazones, sino una asombrosa experiencia de plenitud para todas las personas, sea cual sea su origen, color, país o religión. Llegará un día en el que la libertad no sea un sueño, temeroso de ser perdido si despierta entre nuestros frágiles brazos, sino una alegre realidad capaz de ilusionar y emocionar a todos los que vivimos y soñamos. Llegará un día en el que la igualdad no esté en entredicho ni necesite discriminación positiva, sea cual sea la cultura, la condición social, la patria, la riqueza o el sexo de las personas. Llegará un día en el que los derechos humanos no necesiten defensores ni leyes, pues todos los llevaremos tatuados en nuestras entrañas y sabremos transmitirlos a las generaciones futuras. Llegará un día en el que la justicia florecerá en todos los campos y rincones de nuestro ser y tierra y podremos mirar sin temor, en cualquier dirección, con ojos limpios y acogedores. Llegará un día en el que las fronteras desaparecerán, y todos los seres humanos podremos movernos, sin controles ni tarjetas, de acá para allá, como en nuestra propia casa. Llegará un día en el que la fraternidad será la mejor carta de ciudadanía, de dignidad y de respeto, y todas las personas serán respetadas, sean o no compañeras, camaradas, adversarias o amigas. Llegará un día en el que podremos convivir, dialogar y enriquecernos, amar, compartir y criticarnos, soñar, trabajar y cantar, y ser diferentes sin excluirnos en la mesa, en el corazón y en la historia. Llegará un día en el que esta sociedad se sienta renacer en todos los cruces y sendas, revistas, periódicos, radios y televisiones; y en el que la buena noticia sea el pan nuestro cada día para quienes aman y caminan. ¡Pronto llegará ese nuevo día, Señor, si proclamamos sólo palabras de gracia! ¡Ya se anuncia! - - - - - EL ESPÍRITU LIBERA Y CAPACITA PARA LIBERAR Fray Marcos Este ciclo (C) toca leer el evangelio de Lc, que empieza con un paralelismo entre el Bautista y Jesús en los dos primeros capítulos. A partir de aquí, Lc se olvida de todo lo dicho y comienza solemnemente su evangelio: En el año quince del gobierno de Tiberio Cesar vino la palabra de Dios sobre Juan Después del bautismo y las tentaciones, propone un nuevo comienzo con un resumen: Regresó a Galilea con la fuerza del Espíritu, enseñaba en las sinagogas y su fama se extendió por toda la comarca. No es la primera vez que entra en una sinagoga pues dice: como era su costumbre. Y haz aquí lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaúm. El texto de Isaías es el punto de partida. Pero más importante aún que la cita, es la omisión voluntaria de la última parte del párrafo, que decía: ...y un día de venganza para nuestro Dios (estaba expresamente prohibido añadir o quitar un ápice del texto). Los que escuchaban se dieron cuenta de la omisión. Que alguien se atreva a rectificar la Escritura era inaceptable. Is se refiere a los tiempos mesiánicos con metáforas, no habla de curación física. Jesús se niega a entrar en la dinámica que los de su pueblo esperan. Ni la misión de Elías ni la de Eliseo fue remediar necesidades materiales. Continúa Lc con un texto en que Jesús realiza toda clase de curaciones, ahora en Cafarnaúm. Pero termina orando en descampado y diciendo a los que le buscan: Vámonos a otros pueblos a predicar, que para eso he venido. No comenta un texto de la Torá, que era lo más sagrado para el judaísmo sino un texto profético. El fundamento de la predicación de Jesús se encuentra más en los profetas que en el Pentateuco. Para los primeros cristianos, estaba claro que el mismo Espíritu, que ha inspirado la Escritura, unge a Jesús a ir mucho más allá de ella. No se anula la Escritura sino el carácter absoluto que le habían dado los rabinos. Ninguna teología, ningún rito, ninguna norma, pueden tener valor absoluto. El hombre debe estar siempre abierto al futuro. Al aplicarse a sí mismo el texto, está declarando su condición de Ungido. Seguramente es esta pretensión la que provoca la reacción de sus vecinos, que le conocían de toda la vida y sabían quién era su padre y su madre. En otras muchas partes de los evangelios se apunta a la misma idea: La mayor cercanía a la persona de Jesús se convierte en el mayor obstáculo para poder aceptar lo que verdaderamente representa. Para un judío era impensable que alguien se atreviera a cambiar la idea de Dios reflejada en la Escritura. Partiendo de la Escritura, Jesús anuncia su novedoso mensaje. A las promesas de unos tiempos mesiánicos por parte de Isaías, contrapone Jesús los hechos, hoy se cumple esta Escritura. Toda la Biblia está basada en una promesa de liberación por parte de Dios. Pero debemos tener mucho cuidado de no entender literalmente el mensaje, y seguir esperando de Dios lo que ya nos ha dado. Dios no nos libera, Dios es la liberación. Soy yo el que debo tomar conciencia de que soy libre y puedo vivir en libertad sin que nadie me lo impida. La libertad es el estado natural del ser humano. La buena noticia de Jesús va dirigida a todos los que padecen cualquier clase de sometimiento, por eso tiene que consistir en una liberación. No debemos caer en una demagogia barata. La enumeración que hace Isaías no deja lugar a dudas. En nombre del evangelio no se puede predicar la simple liberación material. Pero tampoco podemos conformarnos con una propuesta de salvación meramente espiritual, desentendiéndonos de las esclavitudes materiales. Oprimir a alguien, o desentenderse del oprimido, es negar el Dios de Jesús. El Dios de Jesús no es el aliado de unos pocos. No es el Dios de los buenos, de los piadosos, ni de los sabios. Es, sobre todo, el Dios de los marginados, de los excluidos, de los enfermos y tarados, de los pecadores. Solo estaremos de parte Dios, si estamos con ellos. Una religión, compatible con cualquier clase de exclusión, es idolátrica. Jesús respondió al Bautista: id y contarle lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan... Hoy el ser humano está fallando en la búsqueda de libertad. Buscamos con ahínco la liberación de las opresiones externas, pero descuida la liberación interior que es la verdadera. Jesús habla de liberarse antes de liberar. En el evangelio de Juan, está muy claro que tan grave es oprimir como dejarse oprimir. El ser humano puede permanecer libre, a pesar de sometimientos externos, hay una parte de su ser que nadie puede doblegar. La primera obligación de un ser humano es no dejarse esclavizar y el primer derecho, verse libre de toda opresión. La peor opresión es siempre la que se ejerce en nombre de Dios. ¿Cómo conseguir ese objetivo? El evangelio nos lo acaba de decir: Jesús volvió a Galilea con la fuera del Espíritu. Ahí está la clave. Solo el Espíritu nos puede capacitar para cumplir la misión que tenemos como seres humanos. Tanto en el AT como en el NT, ungir era capacitar a uno para una misión. Pablo nos lo dice con claridad meridiana: Si todos hemos bebido de un mismo Espíritu, seremos capaces de superar el individualismo, y entraremos en la dinámica de pertenencia a un mismo cuerpo. Superado el egoísmo queda el amor. La idea de que todos formamos un solo cuerpo es sencillamente genial. Ninguna explicación teológica puede llevarnos más lejos que esta imagen. La idea de que somos individuos con intereses contrapuestos es tan demencial como pensar que una parte de nuestro cuerpo pueda ir en contra de otra parte del mismo cuerpo. Cuando esto sucede le llamamos cáncer. El individualismo solo puede ser superado por la unidad a la que nos lleva el Espíritu. Pablo nos invita a aceptarnos los unos a los otros como diferentes. Esa diversidad es precisamente la base de cualquier organismo. Sin ella el ser vivo sería inviable. Tal vez sea una de las exigencias más difíciles de nuestra condición de criaturas, aceptar la diversidad, aceptar al otro como diferente, encontrando en esa diferencia, no una amenaza sino una riqueza insustituible. Si somos sinceros, descubrimos que estamos en la dinámica opuesta. Seguimos empeñados en rechazar y aniquilar al que no es como nosotros. Lo único que predicó Jesús fue el amor, es decir, la unidad. Eso supone la superación de todo egoísmo y toda conciencia de individualidad. Los conocimientos científicos adquiridos en estos dos últimos siglos vienen en nuestra ayuda. Somos parte del universo, somos parte de la vida. Si seguimos empeñándonos en encontrar el sentido de mi existencia en la individualidad terminaremos todos locos. El sentido está en la totalidad, que no es algo separado de mi individualidad, sino que es su propio constitutivo esencial. Ya sabemos que el Espíritu no es más que Dios presente en lo más hondo de nuestro ser. Eso que hay de divino en nosotros es nuestro verdadero ser. Todo lo demás, no solo es accidental, transitorio y caduco, sino que terminará por desaparecer, querámoslo o no. No tiene ni pies ni cabeza que sigamos empeñados en potenciar lo que de nosotros es más endeble, aquello de lo que tenemos que despegarnos. Querer dar sentido a mi existencia potenciando lo caduco es ir en contra de nuestra naturaleza más íntima. Meditación Hoy se cumple esa Escritura también en ti. El Espíritu que actuó en Jesús, está actuando en ti. El ego nos separa. El Espíritu nos identifica. Conecta con esa energía divina que ya está en ti, y la espiritualidad será lo más espontáneo y natural de tu vida. Fray Marcos - - - - - LA BUENA NOTICIA DE JESÚS FRENTE A LA ANTIGUA LEY José Enrique Galarreta Lc 1, 01-04 + 4, 14-21 Según una antiquísima tradición, Lucas es un médico griego convertido por Pablo, que le acompaña en sus viajes hasta el final. El texto que hoy leemos tiene dos partes. La primera parte es el prólogo de su evangelio. En él se presenta la intención y método del autor. Un griego llegado a la fe ofrece una justificación de por qué puede creer en estos hechos, garantizados por testigos de vista, fiables. Es un texto importante para nosotros: conocemos cómo se escribieron los Evangelios. Hubo personas, como Lucas, que recogieron cuidadosamente la información: la recogieron de personas que fueron testigos oculares de los hechos, y luego fueron predicadores de ese mensaje. Se trata de ofrecer una aportación más a la justificación de la fe en Jesús, de mostrar que no estamos creyendo en leyendas inventadas, sino que nuestra fe parte de hechos, garantizados por testigos fiables, que por esos hechos llegaron a la fe en Jesús y nos la transmiten. La segunda parte se sitúa en el principio de la predicación de Jesús. Después del "evangelio de la infancia" (caps. 1 y 2) se presenta la predicación del Bautista, el bautismo de Jesús y la cuarentena en el desierto (cap.3). Inmediatamente después Jesús empieza su predicación en Galilea. Éste es el texto de hoy. Jesús se presenta a sí mismo como la presencia del Espíritu, como el Mesías, anunciado en Isaías (61:1-2). Pero el texto que se propone para la eucaristía está mutilado, y los versículos que siguen son muy importantes, tanto que muestran la verdadera intención de Lucas al transcribir este episodio: 23 El les dijo: - Seguramente me vais a decir el refrán: Médico, cúrate a ti mismo. Todo lo que hemos oído que ha sucedido en Cafarnaúm, hazlo también aquí en tu patria. 24 Y añadió: - En verdad os digo que ningún profeta es bien recibido en su patria. 25 Os digo de verdad: Muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando se cerró el cielo por tres años y seis meses, y hubo gran hambre en todo el país; 26 y a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda de Sarepta de Sidón. 27 Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, y ninguno de ellos fue purificado sino Naamán, el sirio. 28 Oyendo estas cosas, todos los de la sinagoga se llenaron de ira; 29 y, levantándose, le arrojaron fuera de la ciudad, y le llevaron a una altura escarpada del monte sobre el cual estaba edificada su ciudad, para despeñarle. 30 Pero él, pasando por medio de ellos, se marchó. Es más que probable que el texto, aunque con fundamento histórico, sea un arreglo de Lucas. Si lo comparamos con la versión de Marcos, las diferencias son evidentes (Marcos c.6): 1 Salió de allí y vino a su patria, y sus discípulos le siguen. 2 Cuando llegó el sábado se puso a enseñar en la sinagoga. La multitud, al oírle, quedaba maravillada, y decía: - ¿De dónde le viene esto? y ¿qué sabiduría es ésta que le ha sido dada? ¿Y esos milagros hechos por sus manos? 3 ¿No es éste el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, Joset, Judas y Simón? ¿Y no están sus hermanas aquí entre nosotros? Y se escandalizaban a causa de él. 4 Jesús les dijo: - Un profeta sólo en su patria, entre sus parientes y en su casa carece de prestigio. 5 Y no podía hacer allí ningún milagro, a excepción de unos pocos enfermos a quienes curó imponiéndoles las manos. 6 Y se maravilló de su falta de fe. Y recorría los pueblos del contorno enseñando. Es fácil advertir que el relato de Marcos es razonable, nos da la impresión de que pudo suceder así: los de su mismo pueblo se escandalizan, es decir, sienten profundo rechazo en admitir como Profeta enviado de Dios al carpintero de sum pueblo, cuya familia convive aún con ellos... No creen en Jesús. Pero Lucas propone a un Jesús agresivo, que parece provocar a sus vecinos sin causa aparente, y los vecinos reaccionan con exceso y lo quieren matar. Es claro que entramos en el terreno de lo simbólico. Lucas está anunciando el rechazo definitivo de Jesús, que le llevará a la cruz, y aprovecha para ello el suceso de su poco éxito en su patria. La primera y tercera lecturas de este domingo tienen cierta unidad. La Ley se proclama al pueblo: el pueblo llora al oírla. Se invita a una conversión gozosa. ¡Tenemos la Palabra!. Aunque nuestros pecados nos han apartado de ella, la Palabra está ahí, ofrecida, para que tengamos vida. Jesús se presenta también así: La Buena Noticia, la libertad. Los evangelistas presentan a Jesús como plenitud y también como superación del Antiguo Testamento. Y ésta es una línea clave de toda la Biblia: Dios Libertador. Se planteó el tema en el Génesis y se desarrolló ampliamente en el Éxodo. Desgraciadamente, existió en Israel la tendencia a apropiarse del mensaje: Dios con nosotros, para que seamos un pueblo fuerte, para que todos los pueblos tengan que venir a rendir culto a Dios en nuestro Templo. Cuando el pueblo y Jerusalén y el Templo son destruidos, y al volver del destierro, los Profetas llegan a comprender mejor el mensaje y lo hacen mucho más espiritual. No esperamos la protección de Dios como un mensaje político, sino espiritual. Cumplir la Ley no nos traerá el triunfo sobre otras naciones, sino sobre el pecado. Jesús se presentará así; no sólo como cumbre de lo antiguo, sino como superación sorprendente. Tan sorprendente, que el pueblo de Israel, sus jefes y sacerdotes, lo rechazarán. Este episodio de Nazaret termina en escándalo. Sus convecinos le rechazan y hasta quieren matarlo. No es ése el Mesías que esperan. La relación entre los dos textos es clara. La Antigua y la Nueva Ley. La Palabra de Dios realizada en Jesús. El testimonio de los que descubrieron en Jesús la Plenitud de la Alianza y de la Palabra. La Buena Noticia que se anuncia a todos los pueblos, no sólo a Israel. Y la Buena Noticia que es liberación, enorme alegría para todos los pobres, los pecadores, los que sienten necesidad de Dios. Y puede ser rechazada. "El Espíritu del Señor está sobre mí, porque Él me ha ungido. Me ha enviado a dar la Buena Noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, a los ciegos la vista. Para dar libertad a los oprimidos, para anunciar el año de gracia del Señor". Y, enrollando el Libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y se puso a decirles: "Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír". La escena de la Sinagoga de Nazaret es impresionante. No es casual que Lucas la elija como punto de partida de todo el ministerio de Jesús. Llama la atención ante todo el "descaro" de Jesús: él, el carpintero del pueblo, sin cualificación alguna, se levanta en la sinagoga de su propio pueblo y se arroga la función del escriba, se presenta como maestro, ante la admiración de todos. Admiración que va a cambiarse en rechazo. Tenemos que subrayar, aunque sea brevemente, dos ideas. 1: "El Espíritu del Señor está sobre mí, porque Él me ha ungido. Me ha enviado a dar la Buena Noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, a los ciegos la vista. Para dar libertad a los oprimidos" Volvemos sobre el tema básico de la Navidad: la Buena Noticia es que para Dios todo es al revés: los de arriba tienen que ponerse a servir: los de abajo son los más queridos. Dios no es patrimonio de ricos o poderosos: ni siquiera es poder: Dios es alimento, luz, liberación. Esta es la línea que da coherencia a toda la actividad de Jesús, hechos y dichos: Buenas Noticias: Dios no es como nos lo habían pintado, amo poderoso, juez temible, poder que reina desde templos; y por eso Jesús está a gusto entre la gente normal, cura infatigablemente, libera a los poseídos y enseña de manera que todos le entienden. Buenas Noticias... para algunos. Para los que están bien instalados en una religión de poderes, de cultos, de misterios... malísima noticia. Esta Noticia le llevará a Jesús a la muerte. Pero los que buscan de corazón a Dios creerán en él a pesar de la cruz y verán en él la presencia de Dios: es la esencia de la primera predicación. "Pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el mal porque Dios estaba con él". Así que el resumen de la Buena Noticia es con quién está Dios, y que esto se ve en Jesús. Por eso creemos en él, y eso es lo que creemos de él. 2: "¿No es éste el hijo de José?"., Lo que viene a significar: ¿quién se ha creído éste que es? ¡Si le conocemos de toda la vida! Será una línea permanente de oposición a Jesús: ¿con qué autoridad haces esto? Jesús va a pedir que le sigan a él, no a Moisés, que crean que él es el enviado del Padre, que sientan el Espíritu de Dios en él... es demasiado pedir para sus vecinos de Nazaret, será demasiado pedir para los jefes de Israel: "Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios, pero éste no sabemos de dónde ha salido..." Reconocer a Dios es difícil cuando entre Él y nosotros se interponen nuestros modos culturales, nuestros prejuicios religiosos, nuestras conveniencias... La gente de Nazaret sería gente normal... como la de Cafarnaún, como tantos que le siguieron. Pero no pudieron reconocer a Dios en su vecino el carpintero. Quizá nosotros, la iglesia, estamos demasiado cerca de Jesús, lo conocemos de toda la vida... de tal modo que la Buena Noticia nos resulta escándalo... José Enrique Galarreta - - - - - JESÚS EN NAZARET (1 PARTE) José Luis Sicre Domingo 3. Ciclo C. Después de celebrar las tres epifanías, volvemos al evangelio de Lucas. Cuando escribió su evangelio, tomó como punto de partida el de Marcos. Incluso lo copió a veces al pie de la letra. Pero, en bastantes ocasiones, lo cambiaba y completaba. Uno de los casos más curioso de cambio y añadido lo tenemos en el evangelio de este domingo. Marcos cuenta que Jesús, cuando metieron en la cárcel a Juan Bautista, se dirigió a Galilea y proclamaba lo siguiente: Se ha cumplido el plazo y está cerca el reinado de Dios. Convertíos y creed la buena noticia. Lucas también dice que Jesús se dirigió a Galilea y predicaba en las sinagogas, pero no dice qué predicaba. Las primeras palabras públicas las pronunciará en la sinagoga de Nazaret, y no hablan del plazo que se ha cumplido ni de la cercanía del reinado de Dios; tampoco piden la conversión y la fe. El reinado de Dios no está cerca, se ha hecho presente en Jesús Lo primero que hace Jesús es leer un texto de Isaías que pretende consolar a los pobres, los cautivos, los ciegos, los oprimidos. Son imágenes que no debemos interpretar al pie de la letra. No se trata de ciegos físicos ni de presos. Este texto, escrito probablemente en el siglo VI o V a.C., describe la triste situación en la que se encontraba por entonces el pueblo de Israel, sometido al imperio persa. Una situación bastante parecida a la de los judíos del tiempo de Jesús, sometidos al imperio romano. Los presentes en la sinagoga de Nazaret podían verse reflejados perfectamente en esas palabras del libro de Isaías. Pero lo importante es lo que Jesús añade: Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír. Cuando se comparan las primeras palabras de Jesús en Marcos y Lucas se advierte una interesante diferencia. En Marcos, lo esencial es el reinado de Dios y la actitud que debemos adoptar ante su cercanía (convertirnos y creer). En Lucas, la fuerza recae en el personaje sobre quien Dios ha enviado su Espíritu: Jesús. No se trata de que el reinado de Dios esté cerca, se ha hecho ya presente en Jesús. ¿Qué se cumple hoy? El texto de Isaías se puede interpretar, a la ligera, como si el personaje del que habla (para nosotros, Jesús) fuese a llevar a cabo la mejora social de los pobres, la liberación de los cautivos, la curación de los ciegos, la libertad de los oprimidos. Sin embargo, el texto no pone el énfasis en la acción, sino en el anuncio. La traducción litúrgica usa tres veces el verbo anunciar (en griego sería una vez evangelizar y dos anunciar). Este matiz es importante, porque coincide con lo que hizo Jesús. Es cierto que curó a algún ciego, pero no liberó de los romanos ni mejoró la situación económica de los pobres. Lo que hizo fue anunciar el año de gracia del Señor, hablar de un Dios Padre, que nos ama incluso cuando las circunstancias de nuestra vida siguen siendo muy duras. Un optimismo desafiante La liturgia ha dividido el relato de Lucas en dos domingos. Con ello, nos quedamos sin saber cómo reaccionará el auditorio a lo que ha dicho Jesús. La sabremos el próximo domingo. Lo que hoy debe quedarnos claro es el profundo optimismo del mensaje de Isaías, que, al mismo tiempo, supone un desafío para nuestra fe. ¿Se ha cumplido realmente esa Escritura que anuncia la mejora y la salvación a pobres, ciegos, cautivos y oprimidos? Una rápida lectura del periódico bastaría para ponerlo en duda. Cuando Lucas escribió su evangelio, cuarenta o cincuenta años después de la muerte de Jesús, también tendría motivos para dudar de esta promesa. Sin embargo, no lo hizo. Jesús había cumplido su misión de anunciar el año de gracia del Señor, había traído esperanza y consuelo. Había motivo más que suficiente para creer que esa palabra se había cumplido y se sigue cumpliendo hoy. La 1 lectura (Nehemías 8, 2-4a. 5-6. 8-10) Este episodio se interpreta generalmente como el punto de partida histórico de la lectura pública de los textos sagrados judíos y ayuda a comprender lo ocurrido en la sinagoga de Nazaret. La escena se sitúa en la segunda mitad el siglo V a.C., en tiempos de Esdras, y representa una gran novedad. Hasta entonces, quienes hablaban en público eran los profetas. Ahora se lee el libro de la Ley de Moisés (quizá alguna parte del Deuteronomio), de acuerdo con un ritual muy preciso, que se mantuvo parcialmente en las sinagogas: Esdras se sitúa en un púlpito, la gente se pone en pie, Esdras bendice al Señor y todos adoran. Según otra versión, quienes leen son los levitas, que, al mismo tiempo, explican el sentido de lo que han leído. José Luis Sicre - - - - - Santificado sea tu nombre José María Rodríguez Olaizola, SJ. Hubo una época en que pensaba que esto de santificado sea tu nombre significaría que uno tenía que estar diciendo todo el día cosas bonitas de Dios, frases piadosas, o cantos de alabanza Quizás me he hecho más mayor, o más práctico, o comprendo un poco más el mundo. Ahora cuando me detengo en esa frase inmediatamente me vienen a la mente polémicas y frases desgraciadamente frecuentes en nuestro mundo, en el que hay gente que, con el argumento de la libertad de expresión, dice verdaderas barbaridades sobre Dios (y de paso la Virgen, los santos y todo aquello que les suene a religión). Entonces me doy cuenta de que santificar un nombre es algo mucho más serio que decir cosas bonitas, aunque ciertamente también es algo que implica no decir barbaridades. Primero, es aprender a respetar todo lo que ese nombre significa para mí y para otros. Respetar lo que comparto, pero también lo que no. Respetar el nombre de Dios es respetar a las personas para quien ese nombre es importante (si acaso yo no creyera). Y es también -si yo soy creyente- tomar en serio ese nombre. Tomarlo en serio es no utilizarlo para cualquier cosa. Es no confundir la voluntad de Dios con cosas que no dejan de ser tradición, cultura o costumbre. Es descalzarme ante el terreno sagrado que es su palabra, y escucharla. Es aprender a descubrir los mil significados de ese nombre. Porque tu nombre es Dios, y es Padre, y Madre, y Alfarero, y Creador, Maestro, Juez, Amigo, Jesús, Espíritu, Sabiduría innumerables nombres cargados de significado, matices y profundidad. Y al tomar en serio esos nombres, entonces tomo en serio las consecuencias para mí, que me entiendo también como Hijo, Hermano, Barro, Criatura, Discípulo, Libre, Amigo, etc. Santificar su nombre es ser consciente de que al decir Dios, estoy hablando de Dios, del mundo, y de mi propia vida. De nuestra verdad más profunda. José María Rodriguez Olaizola, sj

Franciscanos de Tijuana 22.11.2022

José Antonio Pagola - UN GESTO POCO RELIGIOSO - Comparte Buenas Noticias, da Click a COMPARTIR - Había una boda en Galilea. Así comienza este relato en el que s...e nos dice algo inesperado y sorprendente. La primera intervención pública de Jesús, el Enviado de Dios, no tiene nada de religioso. No acontece en un lugar sagrado. Jesús inaugura su actividad profética salvando una fiesta de bodas que podía haber terminado muy mal. En aquellas aldeas pobres de Galilea, la fiesta de las bodas era la más apreciada por todos. Durante varios días, familiares y amigos acompañaban a los novios comiendo y bebiendo con ellos, bailando danzas festivas y cantando canciones de amor. El evangelio de Juan nos dice que fue en medio de una de estas bodas donde Jesús hizo su primer signo, el que nos ofrece la clave para entender toda su actuación y el sentido profundo de su misión salvadora. El evangelista Juan no habla de milagros. A los gestos sorprendentes que realiza Jesús los llama siempre signos. No quiere que sus lectores se queden en lo que puede haber de prodigioso en su actuación. Nos invita a que descubramos su significado más profundo. Para ello nos ofrece algunas pistas de carácter simbólico. Veamos solo una. La madre de Jesús, atenta a los detalles de la fiesta, se da cuenta de que no les queda vino y se lo indica a su hijo. Tal vez los novios, de condición humilde, se han visto desbordados por los invitados. María está preocupada. La fiesta está en peligro. ¿Cómo puede terminar una boda sin vino? Ella confía en Jesús. Entre los campesinos de Galilea el vino era un símbolo muy conocido de la alegría y del amor. Lo sabían todos. Si en la vida falta la alegría y falta el amor, ¿en qué puede terminar la convivencia? María no se equivoca. Jesús interviene para salvar la fiesta proporcionando vino abundante y de excelente calidad. Este gesto de Jesús nos ayuda a captar la orientación de su vida entera y el contenido fundamental de su proyecto del reino de Dios. Mientras los dirigentes religiosos y los maestros de la ley se preocupan de la religión, Jesús se dedica a hacer más humana y llevadera la vida de la gente. Los evangelios presentan a Jesús concentrado, no en la religión sino en la vida. No es solo para personas religiosas y piadosas. Es también para quienes viven decepcionados por la religión, pero sienten necesidad de vivir de manera más digna y dichosa. ¿Por qué? Porque Jesús contagia fe en un Dios en el que se puede confiar y con el que se puede vivir con alegría, y porque atrae hacia una vida más generosa, movida por un amor solidario. 2 Tiempo ordinario - C (Jn 2,1-11) 20 de enero 2019 José Antonio Pagola [email protected] Fuentes : http://www.gruposdejesus.com http://sanvicentemartirdeabando.org/ http://eclesalia.wordpress.com/ http://feadulta.com/ - - - - - NO TENEMOS VINO Florentino Ulibarri Para nuestras reuniones más queridas donde festejamos lo que Tú nos das; para los encuentros fraternos en los que haces crecer nuestros amores, no tenemos vino. Para las manifestaciones de protesta pidiendo paz, trabajo y justicia; para la fiesta del compromiso humano donde celebramos triunfos y fracasos, no tenemos vino. Para los espacios sacramentales que reviven y actualizan tu presencia; para vivir con alegría, cualquier día, la invitación a tu cena y eucaristía, no tenemos vino. Para el anuncio de tu buena noticia con nuestras torpes palabras humanas; para testimoniar tu reino fraterno soñado como un banquete de puertas abiertas, no tenemos vino. Para la alianza de todas las civilizaciones, del mundo rico con el mundo pobre; para las bodas de tus hijos e hijas que recrean tu proyecto de gozo y vida, no tenemos vino. Para el abrazo solidario con los inmigrantes que reclaman los derechos más elementales; para nuestras celebraciones de cada día sencillas, íntimas, queridas, no tenemos vino. Y por eso andamos tristes y apocados, sin gracia y con la ilusión apagada. Nos falta la alegría compartida aunque abunden jarras y tinajas. ¡No tenemos vino! ¡Haced lo que él os diga! - - - - - EL AGUA-LEY LIMPIA POR FUERA. EL VINO-AMOR VIVIFICA DESDE DENTRO Fray Marcos Jn 2, 1-12 Celebramos hoy la tercera de las manifestaciones de Jesús que durante siglos se celebraban el día de Epifanía. El evangelio que hemos leído, entendido literalmente, no tiene ni pies ni cabeza. Es absurdo que Jesús saque de la chistera un regalo para los novios. No, como todos los milagros narrados por este evangelista, se trata de signos que nos llevan a realidades profundas y decisivas para nuestra verdadera trasformación interior. Es impensable que el mayordomo no hubiera previsto el vino suficiente, cuando era su principal cometido. Es difícil de entender que fuera una invitada la que se diera cuenta y se preocupara por solucionar el problema. Está dentro de toda lógica la respuesta de Jesús: ¿Qué nos importa a ti y a mí?. Tampoco es lógico que sea Jesús el que solucione el problema. No es normal que en una casa particular hubiera seis tinajas de unos cien litros, dedicadas a las purificaciones. Por último, no tiene sentido que el maestresalas increpe al novio por haber dado el vino malo al principio. Era él quien ordenaba qué vino se servía. El relato no es una crónica de lo sucedido en una boda. Es fruto de una minuciosa y larga elaboración. No nos dice ni quienes eran los novios ni que relación tienen con Jesús. Lo que normalmente llamamos el milagro pasa casi desapercibido. Ni siquiera nos dice cuándo se convierte el agua en vino. Sería imposible separar lo que pudo suceder realmente de los símbolos que envuelven el relato. Pero lo que hoy nos cuenta Jn es teología. La clave para entenderlo es el trasfondo del AT, y la hora de la glorificación de Jesús en la cruz. La boda era, desde Oseas, el signo más empleado para designar la alianza de Dios con su pueblo. La idea de Dios novio y el pueblo novia se repite una y otra vez en el AT. La boda lleva inseparablemente unida la idea de banquete; símbolo de tiempos mesiánicos. El vino era un elemento inseparable del banquete. En el AT, era signo del amor de Dios a su pueblo. La abundancia de vino era la mejor señal del favor de Dios. La Mujer es un misterio en este relato. Nos aporta un poco de luz la segunda carta del Tarot: la Sacerdotisa. Un mujer madura, pero en plenas facultades que simboliza lo nuevo de la sabiduría. No le llama hijo, ni Jesús le llama Madre. Símbolo de la Alianza que está ya caducada. Jesús y los discípulos son el nuevo pueblo, que están allí de paso. Es completamente inverosímil que María pidiera a Jesús un milagro y menos aún que adelantara la hora de hacerlo. La hora para Jn es siempre la hora de la muerte de Jesús. El vino es símbolo del amor entre el esposo y la esposa. En la boda, (Antigua Alianza) no existe relación de amor entre Dios y el pueblo. La Madre, por pertenecer a la boda se da cuenta de la falta. María representa al Israel fiel que espera en el Mesías. Jesús nace del verdadero Israel y va a dar cumplimiento a las promesas. El primer paso es mostrarle la carencia: "No tienen vino". No se dirige al presidente, ni al novio. Se dirige a Jesús, que para Jn es el único que puede aportar la salvación que Israel necesita. Jesús invita a su madre a desentenderse del problema. No les toca a ellos intervenir en la alianza caducada. Está indicando la necesidad de romper con el pasado. Ella espera que el Mesías arregle lo ya existente, pero Jesús le hacer ver que aquella realidad no se puede rehabilitar. Jesús aporta una novedad radical. Jn está constantemente haciendo referencia a la "hora" (la cruz). Jesús invita a la esperanza, pero la realización no va a ser inmediata. El vino nuevo depende de aquella hora. Anunciar la hora significa que la salvación está cerca. Haced lo que él os diga. Solo en el contexto de la Alianza, la frase puede cargarse de sentido. El pueblo en el Sinaí había pronunciado la misma frase: "Haremos todo lo que dice el Señor". También el Faraón dice a los servidores: haced lo que él (José) os diga. Se ve con claridad que el trasfondo del relato y lo que quiere significar. Como en el AT, el secreto de las relaciones con Dios está en descubrir su voluntad y cumplirla. Las tinajas estaban allí colocadas, inmóviles. Se ve el carácter simbólico que van a tener en el relato. El número 6 es signo de lo incompleto. El número de la perfección era el 7. Es el número de las fiestas que relata este evangelio. La séptima será la Pascua. Eran de piedra, como las tablas de la ley. La ley es inmisericorde, sin amor. La ley (imposible de cumplir) es la causa del pecado (falta de amor-vino). Jesús les hace tomar conciencia de que están vacías; es decir que el sistema de purificación era ineficaz. Jesús ofrece la verdadera salvación, pero ésta no va a depender de ninguna ley, (tinajas). El agua se convertirá en vino fuera de ellas. "Habían sacado el agua". La nueva purificación no se hará con agua que limpia el exterior, sino con vino que penetra dentro y transforma el interior del hombre. Solo después de beberlo se da cuenta el mayordomo de lo bueno que es. Esta interioridad es la oferta original de Jesús. Lo que sacan los criados de las tinajas es agua. El mayordomo (clase dirigente) no se enteró de la falta de vino. Significa que los jefes se despreocupan de la situación del pueblo. Les parece normal que no se experimente el amor de Dios, porque esa es la base de su poder. No conocen el don mesiánico, los sirvientes sí. El vino-amor como don del Espíritu es el que purifica, lo único que puede salvar definitivamente. El vino es de calidad. Kalos indica siempre excelencia. El maestresala reconoce que el vino nuevo es superior al que tenían antes. Pero le parece irracional que lo nuevo sea mejor que lo antiguo. Por ello protesta. Lo antiguo debe ser siempre lo mejor. Esta actitud es la que impidió a los jefes religiosos aceptar el mensaje de Jesús. Para ellos la situación pasada era ya definitiva. Toda novedad debe ser integrada en el pasado o aniquilada. El último versículo es la clave para la interpretación de todo el relato. Nos habla del primer signo de una serie que se va a desarrollar durante todo el evangelio. Además, como signo, va a servir de prototipo y pauta de interpretación para los que seguirán. El objetivo de todos los signos es siempre el mismo: manifestar su gloria. Ya sabemos que la única gloria que Jesús admite es el amor de Dios manifestado en él. La gloria de Dios consiste en la nueva relación con el hombre, haciéndole hijo, capaz de amar como Él ama. Lo más sorprendente es que se emplee la imagen de una boda para hablarnos de las relaciones de Dios con el hombre. Dios se manifiesta en todos los acontecimientos que nos invitan a vivir. Dios no quiere que renunciemos a nada de lo que es verdaderamente humano. Dios quiere que vivamos lo divino en lo que es cotidiano y normal. La idea del sufrimiento y la renuncia como exigencia divina es antievangélica. El mensaje para nosotros hoy es muy simple, pero demoledor. Ni ritos ni abluciones pueden purificar al ser humano. Solo cuando saboree el vino-amor, quedará todo él limpio y purificado. Cuando descubramos a Dios dentro de nosotros e identificado con todo nuestro ser, seremos capaces de vivir la inmensa alegría que nace de la unidad. Que nadie te engañe. El mejor vino está sin escanciar, está escondido en el centro de ti. Meditación Con apaños exteriores no puedo llegar a Dios. Dogmas, ritos y preceptos, o los vivo o están muertos. Nuestra religión es falsa si no nos da Vida auténtica. La doctrina será el agua que solo te dará vida si la bebes y trasformas en lo más hondo de ti. Fray Marcos - - - - - HISTORIA Y SÍMBOLO EN EL EVANGELIO DE JUAN José Enrique Galarreta Jn 2, 1-11 Con este relato Juan empieza lo que se ha llamado "el Libro de los Signos". Juan recoge solamente siete "signos", siete milagros de Jesús, y éste es el primero. Son los siguientes: - las bodas de Caná - el funcionario real - el paralítico de Betseda - la multiplicación de los panes - camina sobre el mar - el ciego de nacimiento - la resurrección de Lázaro. De ellos, las bodas de Caná, el paralítico de Betseda, el ciego de nacimiento y la resurrección de Lázaro no están en los sinópticos. Encontramos aquí, una vez más, una muestra de cómo cada evangelista ha recogido diversas fuentes, y las ha seleccionado y organizado según su intención. Juan elige siempre sus relatos porque cuenta con que ya son conocidos los hechos y las palabras de Jesús, y está ofreciendo una gran elaboración teológica. No se trata ya de informar: eso ya está hecho. Se trata de una reflexión, para la cual Juan selecciona lo que más le interesa. En la narración de sucesos, Juan siempre hace lo mismo: cuenta lo que sucedió como medio de comunicar su mensaje. Lo que sucedió tiene valor por lo que significa. Así, en su narración es inseparable el hecho de su contenido, de su significado y su simbolismo. Y no es que el suceso le da una oportunidad para expresar una idea. Lo que pasa es que Juan "ve" lo que significa lo que sucedió. Es una antiquísima manera de expresarse de toda la Biblia. Cuando Israel escapa del faraón en el Mar de las Cañas, el suceso que ven los ojos es una fuga con suerte. El suceso verdadero es la acción de Dios liberando a Israel. Ése "suceso" es el que nos cuenta el Libro del Éxodo. Del mismo modo, en Caná nos cuenta Juan lo que sucedió, lo que verdaderamente sucedió aunque no lo vieron los ojos. En Caná, sobre el hecho de la presencia de Jesús en una boda y la "multiplicación" del vino, se construye toda una elaboración teológica sobre quién es Jesús, los Nuevos tiempos, la Plenitud que Jesús significa. Por otra parte, de los pequeños detalles, de los diálogos, no deben sacarse excesivas conclusiones. Se han dicho miles de cosas sobre esto: Jesús cayó de repente a la boda con sus discípulos y no había vino para todos... María hizo que se precipitara "la hora" de Jesús... No va por ahí. El estilo de Juan nos lleva a sacar conclusiones más profundas, no aplicaciones piadosas inmediatas. En el Evangelio de Juan es imposible separar historia y símbolo. Este es precisamente su género literario, de tal manera que intentar distinguirlos equivale a destruir su manera de transmitir el mensaje. De hecho, en este relato hay tanta teología que resulta completamente imposible reconstruir lo que realmente sucedió. Para nuestra mentalidad, esto es a veces una dificultad. Nos han convencido de que los evangelios narran solamente historias sucedidas y que todos y cada uno de los detalles que se cuentan sucedieron realmente. No es así. Sobre la base de un suceso se crea un relato teológico, en el cual el significado es mucho más importante que el suceso. Nos guste o no, así tenemos que leer el evangelio de Juan, porque así lo escribió su autor. Por lo tanto, en vez de interesarnos tanto en reconstruir el suceso, nuestra atención se debe centrar en el mensaje que Juan nos dirige. Y el mensaje, como veremos, es riquísimo. LAS BODAS Demasiadas veces hemos hablado de Dios como "El Señor", "El Juez". Y sin embargo, la Biblia está llena de esta otra imagen: El Esposo, el Novio enamorado. Lo hemos visto en el precioso texto de Isaías. Un libro entero, el Cantar de los Cantares, presenta a Dios así (tal es al menos la lectura que hace la iglesia). Y ésta será la esencia de la última revelación de Jesús, y el eje fundamental del Evangelio de Juan: Dios es Amor. ¿Por qué nos interesan más las imágenes de poder o de juicio que las imágenes de abundancia, de felicidad y de amor? Nada hay en las relaciones humanas tan estupendo como una boda, la celebración del amor, esa cualidad específicamente humana que significa estar una persona loca por otra, incluso contra toda razón, prudencia o justicia. Una boda es la fiesta que todos organizamos para celebrar esa locura. Es el triunfo del amor sobre la vida cotidiana, sobre lo razonable, sobre lo justo. Es como el descanso de fin de semana, en que celebramos nuestra liberación del trabajo y de la utilidad. Y La Biblia ha elegido esta locura para hablar de Dios, de cómo es Dios con nosotros. La boda, y la abundancia. Seiscientos litros de estupendo vino. El tema conecta con la multiplicación de los panes, con la harina y el aceite que nunca se acababan en los milagros de Elías y Eliseo, con el Banquete que la Sabiduría preparaba a los hombres... Y empieza a avanzar una catequesis de la Eucaristía, en que no es el maná ni la ley lo que nos alimenta, sino la Palabra y el Amor de Dios hechos presentes en Jesucristo. Juan empieza sus SIGNOS por aquí. Una boda, en que Jesús colabora a la estupenda abundancia de vino. Sin Jesús, la boda hubiera sido triste. Con Jesús, fue lo nunca visto. Increíble Juan. Es estupenda le expresión de este evangelio: "manifestó su gloria". Nos sentimos tan sorprendidos como en aquella "señal" que se ofreció a los pastores en Belén (un niño recién nacido, envuelto en pañales y acostado en un pesebre). Entonces decíamos: ¡extraña señal, un niño pobre nacido en una cuadra! Ahora pensamos: ¡escasa gloria, una boda pueblerina en que se soluciona el problema del vino! Pero la lección es en ambos casos la misma: la gloria de Dios, su señal, es la alegría del reino, que es cosa de sencillos, de pobres; la gloria de Dios fuera del Templo y del poder y de la ley: la gloria de Dios que es siempre la felicidad de sus hijo. EL VINO NUEVO Todo el Evangelio de Juan está basado en que Jesús es "la Palabra hecha carne", "la luz que resplandece en las tinieblas", "el Pan de la Vida". Estos son los grandes temas-síntesis que provienen de su propia experiencia personal con Jesús y de una honda reflexión sobre lo que vio, una especie de síntesis y profundización final en la fe. El vino nuevo y los odres viejos es un tema presente en los Sinópticos. Cambiar el agua vieja por el vino nuevo, entrar en el Banquete del Reino, apreciar la riqueza y la novedad del "Dios con nosotros Salvador que nos invita a la vida de Hijos, a la plenitud humana que produce la presencia de Dios..." En la narración de Caná se hace presente todo esto a partir del suceso histórico. El banquete de bodas, el agua de los antiguos ritos superada por la abundancia y la calidad del vino nuevo, la manifestación de Dios-amor en Jesús, los discípulos que creen en Él... Está claro que la contemplación del suceso de manera meramente histórica no es suficiente. Juan está presentando quién es Jesús. A veces reducimos el sentido de estos "signos" de una manera casi mágica, como si los milagros de Jesús fueran prodigios que demuestran su poder; como una demostración de fuerza para que quede claro que es más que humano. No es así: los signos revelan cómo es Dios: este signo muestra, a través de Jesús, que Dios es la abundancia, la novedad, la plenitud muy por encima de lo que la razón puede saber de Él. Esto lo hemos visto en Jesús EL REINO ES UN BANQUETE, ES UNA FIESTA. "El Reino se parece a un mercader de perlas, que encuentra una extraordinaria y vende todo lo que tiene y la compra... se parece a un tesoro que un hombre encuentra en un campo, y lleno de alegría, vende todo lo que tiene para comprar el campo". "Os anuncio una gran Alegría: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido el Salvador". Y el anuncio del Reino es, desde el principio, el Evangelio, la Buena Noticia. Es imprescindible que vivamos así nuestra fe en Jesús, como una fiesta. El centro del mensaje es una Noticia increíble: Dios me quiere; todo lo demás se debe entender en ese marco. Es el fondo de la fe: aceptar en lo más íntimo que Dios me quiere. Esta es la fe a que llegó el autor de la profecía de Isaías, que se permite la osadía de presentar a Dios como un novio enamorado. Es la fe que nos ha hecho leer el Cantar de los Cantares como un poema de amor entre Dios y el hombre. Esta es la fe que nos hace ver en el matrimonio un signo de la presencia de Dios. Esta es la primera Buena Noticia, la que lo cambia todo. Lo primero que se cambia es el sentido del pecado: Dios me quiere como soy, como se ama al hijo enfermo. Porque el amor no surge del aprecio, sino al revés. No se ama a alguien porque es maravilloso. Primero se ama, y luego todo es aceptable, excusable... Esto se entiende a veces mejor en la mera amistad. "Somos amigos"... Y mi amigo puede ser lo que sea, pero le quiero y puede contar conmigo siempre. No le quiero porque es bueno: le quiero. Mis pecados no estorban el amor de Dios. Cuento con Él para que mis pecados no me abrumen. Él es el que quita el pecado, el Salvador, el Libertador. Él quita el pecado porque es la fuerza para librarme del pecado, y porque es el amigo al que no le ofenden mis enfermedades. Es la primera Fiesta: en mi vida no manda el Juez; en mi vida manda mi Madre. Lo segundo que se cambia es el sentido de "los otros". El amor es contagioso. Descubrimos con alegría que se puede vivir amando y sirviendo. Descubrimos que así el mundo es mejor, más fácil, más "como debe ser". La Gran Noticia hay que anunciarla, hay que compartirla. Hay que hacer un mundo de Hijos que pelean contra el mal, con la fuerza del perdón, con la intransigencia plena contra todo lo que hace sufrir a los Hijos. Esto da sentido a la vida: Dios no está, pero yo sí estoy. Dios no está, pero sus hijos sí están. Toda mi vida está pensada para anunciar la Buena Noticia, tiene valor, tiene sentido. ¿Cuáles son "mis carismas", como les llama Pablo? Es decir, ¿qué instrumentos se me han dado para poder servir, para poder anunciar la Noticia, para hacer creíble el amor de Dios? EL NOVIO... UNA COPA DE MÁS Le dijeron a Jesús: "¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacen los discípulos del Bautista...?" Y contestó: "¿Pueden los invitados a una boda estar de luto mientras el novio está con ellos? ..." No sé si hay cosa más preciosa que una pareja de novios: mirando cada uno por los ojos del otro, identificados, dispuestos a todo uno por otro... Nada más verlos se siente alegría, envidia, ganas de que todo les salga bien. Dios, el novio, estupenda imagen. Sentirlo siempre presente: en cuanto la mente se desocupa un poco, se va hacia él. Se le quiere más que a uno mismo, se siente uno ante Él querido como si uno fuera perfecto y maravilloso... no hay mejor imagen ni más atrevida, exceptuando, quizá, Abbá... (mi madre). Jesús nos sitúa bien ante Dios, en el campo del enamoramiento, de lo apasionado. Va más lejos, hasta lo provocativo. El exceso de vino... la embriaguez. Ese estado de euforia, de sentirse capaz de todo, de sobrevalorarse... en que nos sentimos con una copa de más. Así es el Reino, así se siente uno con Dios/Abbá, con el mundo como familia en proyecto, con las cualidades como inversiones del Padre para todos los hijos... Motivado, comprendido, comprometido, estimulado, aceptado, exigido... el Reino es un vino embriagador. F I E S T A Una fiesta, creer en Ti es una fiesta. ¿Qué es la vida sin fe? ¿Qué mediocre aventura, qué gris pasar hacia morir, qué sin sentido? En esta esclavitud de querer siempre más, de estar preso de mil necios deseos, de envidiar, codiciar, humillar, disfrutar siempre más hasta la muerte, suprema esclavitud, en esta esclavitud, pensar en Ti como Libertador, ¡qué alivio, Dios, qué alivio!. ¡Cuántas veces fuiste un peso más entre los pesos de la vida! Nacer, vivir, trabajar, pelear, codiciar, buscar placer y además someterme a tu juicio y temerte: hacerlo todo cuidando de evitar tu ojo de juez.... ¡Qué religión, cargando con la vida y con los ídolos de las leyes de piedra! Pero Tú eres el vino de la boda y el agua del desierto. La luz del caminante, perdido a media noche, eres la senda descubierta con júbilo entre las zarzas del bosque impenetrable. Una gota de Jesús en la tinaja de piedra de mi vida me cambia en vino el agua sosa de tener que vivir. Sé para qué trabajo, por qué sufro, sé que mis ojos sólo ven la materia, pero hay más, que no se encorva mi cuerpo hacia la muerte sino que va anunciando que estoy cerca de Casa. Sé que todas las cosas que no entiendo tienen sentido, y lo sabré algún día. Sigo sufriendo, estoy enfermo y muero, pero es fiesta sufrir, y hasta morir puede ser fiesta y bodas y abundancia de vino. Sé que me quiere, sé que no le importa que sea feo o viejo, insoportable nene gritón o joven petulante, que no le importa, y que me quiere así ¡porque está enamorado!. Y es tan grande la sorpresa que tengo cuando leo que un tal Juan lo escribió, va para veinte siglos, que mi asombro se cambia en fe y no tengo más remedio que confesar que no fue Juan quien se inventó esta fiesta, y que es tan grande el gozo, la verdad, la evidencia, - más allá de razón y certeza y prudencia, - que es allá, tan en el fondo del alma, allá donde se juntan las fronteras del alma y del espíritu donde siento esta fiesta, que me siento tocando tu Presencia, tocado por tu dedo, seguro de que en Juan está cantando irrefrenable, indiscutible, clara, no inventada, tu incesante Palabra. José Enrique Galarreta - - - - - EN VEZ DE AYUNO, BANQUETE DE BODAS José Luis Sicre Domingo 2 del Tiempo Ordinario. Ciclo C. El domingo pasado leímos el relato del bautismo de Jesús. Si hubiéramos seguido el orden del evangelio de Lucas (base de este ciclo C), hoy deberíamos leer el ayuno de Jesús en el desierto y las tentaciones. Sin embargo, con un salto imprevisible, la liturgia cambia de evangelio y nos traslada a Caná. ¿Por qué? Las tres epifanías (o manifestaciones) Para la mayoría de los católicos, solo hay una fiesta de Epifanía, la del 6 de enero: la manifestación de Jesús a los paganos, representados por los magos de oriente. Sin embargo, desde antiguo se celebran otras dos: la manifestación de Jesús en el bautismo (que recordamos el domingo pasado) y su manifestación en las bodas de Caná. Los grupos de peregrinos que van a Israel, cuando llegan a Caná tienen dos focos de interés: la iglesia, en la que bastantes parejas suelen renovar su compromiso matrimonial; y la tienda en la que venden vino del lugar. La boda y el vino son los dos grandes símbolos del evangelio de este domingo. Un comienzo sorprendente Si recordamos lo que ha contado hasta ahora el cuarto evangelio, el relato de la boda de Caná resulta sorprendente. Juan ha comenzado con un Prólogo solemne, misterioso, sobre la Palabra hecha carne. Sin decir nada sobre el nacimiento y la infancia de Jesús, lo sitúa junto a Juan Bautista, donde consigue sus primeros discípulos. ¿Qué hará entonces? No se va al desierto a ser tentado por Satanás, como dicen los otros evangelistas. Tampoco marcha a Galilea a predicar la buena noticia. Lo primero que hace Jesús en su vida pública es aceptar la invitación a una boda. ¿Qué pretende Juan con este comienzo sorprendente? Quiere que nos preguntemos desde el primer momento a qué ha venido Jesús. ¿A curar a unos cuantos enfermos? ¿A enseñar una doctrina sublime? ¿A morir por nosotros, como un héroe que se sacrifica por su pueblo? Jesús vino a todo eso y a mucho más. Con él comienza la boda definitiva entre Dios y su pueblo, que se celebra con un vino nuevo, maravilloso, superior a cualquier otro. El simbolismo de la boda: 1 lectura (Is 62,1-5) Para los autores bíblicos, el matrimonio es la mejor imagen para simbolizar la relación de Dios con su pueblo. Precisamente porque no es perfecto, porque se pasa del entusiasmo al cansancio, porque se dan momentos buenos y malos, entrega total y mentiras, el matrimonio refleja muy bien la relación de Dios con Israel. Una relación tan plagada de traiciones por parte del pueblo que terminó con el divorcio y el repudio por parte de Dios (simbolizado por la destrucción de Jerusalén y la deportación a Babilonia). Pero el Dios del Antiguo Testamento no conocía el Código de Derecho Canónico y podía permitirse el lujo de volver a casarse con la repudiada. Es lo que promete en un texto de Isaías: El que te hizo te tomará por esposa: su nombre es Señor de los ejércitos. Como a mujer abandonada y abatida te vuelve a llamar el Señor; como a esposa de juventud, repudiada dice tu Dios. La primera lectura de hoy, tomada también del libro de Isaías, recoge este tema en la segunda parte. Para el evangelista, la presencia de Jesús en una boda simboliza la boda definitiva entre Dios e Israel, la que abre una nueva etapa de amor y fidelidad inquebrantables. El simbolismo del vino En el libro de Isaías hay un texto que habría venido como anillo al dedo de primera lectura: El Señor de los ejércitos prepara para todos los pueblos en este monte un festín de manjares suculentos, un festín de vinos de solera; manjares enjundiosos, vinos generosos. Este es el vino bueno que trae Jesús, mucho mejor que el antiguo. Además, este banquete no se celebra en un pueblecito de Galilea, con pocos invitados. Es un banquete para todos los pueblos. Con ello se amplía la visión. Boda y banquete simbolizan lo que Jesús viene a traer e Israel y a la humanidad: una nueva relación con Dios, marcada por la alegría y la felicidad. El primer signo de Jesús, gracias a María A Juan no le gustan los milagros. No le agrada la gente como Tomás, que exige pruebas para creer. Por eso cuenta muy pocos milagros, y los llama signos, para subrayar su aspecto simbólico: Jesús trae la alegría de la nueva relación con Dios (boda de Caná), es el pan de vida (multiplicación de los panes), la luz del mundo (ciego de nacimiento), la resurrección y la vida (Lázaro). Pero lo importante de este primer signo es que Jesús lo realiza a disgusto, poniendo excusas de tipo teológico (todavía no ha llegado mi hora). Si lo hace es porque lo fuerza su madre, a la que le traen sin cuidado los planes de Dios y la hora de Jesús cuando está en juego que unas personas lo pasen mal. Jesús dijo que el hombre no está hecho para observar el sábado; María parece decirle que él no ha venido para observar estrictamente su hora. En realidad no le dice nada. Está convencida de que terminará haciendo lo que ella quiere. Juan es el único evangelista que pone a María al pie de la cruz, el único que menciona las palabras de Jesús: Mujer, ahí tienes a tu hijo, Ahí tienes a tu madre. De ese modo, Juan abre y cierra la vida pública de Jesús con la figura de María. Cuando pensamos en lo que hace en la boda de Caná, debemos reconocer que Jesús nos dejó en buenas manos. La tercera Epifanía El final del evangelio justifica por qué se habla de una tercera manifestación de Jesús. Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria, y creció la fe de sus discípulos en él. Ahora no es la estrella, ni la voz del cielo, sino Jesús mismo, quien manifiesta su gloria. Debemos pedir a Dios que tenga en nosotros el mismo efecto que en los discípulos: un aumento de fe en él. José Luis Sicre - - - - - PARÁBOLA DEL ÁNGEL ABURRIDO Pedro Miguel Lamet, SJ. Erase una vez un ángel que siempre estaba aburrido. Hacía poco que había abandonado la tierra por una repentina enfermedad y ni siquiera había caído en la cuenta de que se había convertido en ángel. Echaba de menos la plaza del pueblo donde jugaba al balón con sus amigos y el huerto de la esquina cuya tapia saltaba para robar manzanas; el tirachinas, su colección de cromos de futbolistas, las chuches y el pan con chocolate de la merienda. Y de pronto se vio rodeado de seres transparentes, un mar de luz y otros ángeles que tocaban el arpa todo el santo día. Así que fue a San Pedro y le dijo: -Pedro: yo aquí me aburro como una ostra sin jugar a pídola. ¡Es que en el cielo ni siquiera tenéis playstation! ¿Por qué no me dejas volver a mi pueblo, por lo menos un rato? -No sé qué decirte, Pablito. Yo creo que Dios ha querido traerte porque como eras tan revoltoso a lo mejor de mayor hacías alguna fechoría -No lo entiendo, porque hablando del Hijo Pródigo, el cura de mi pueblo decía, que solo se conoce el corazón de Dios cuando uno se siente perdonado. ¿Dios me ha perdonado algo? -No respondió Pedro-, no lo necesitas. -Pues déjame volver a mi pueblo a equivocarme y así cuando vuelva no seré un ángel aburrido. -¿Por qué, Pablito? -Porque entonces habré descubierto que Dios es un Padre y a los padres les encanta jugar con sus hijos todo el rato. Pedro Miguel Lamet, SJ. - - - - - LA DESAUTORIZACIÓN DE LA JERARQUÍA EN MORAL SEXUAL ES ENORME Jorge Costadoat, SJ. La llegada del Papa Francisco al pontificado ha tenido un impacto evangélico enorme. Sus palabras y gestos indican de un modo inequívoco en qué consiste el Evangelio. Como latinoamericano celebro que haya apernado al más alto nivel la opción por los pobres que ha caracterizado a nuestra Iglesia. Pero temo que dentro de poco Francisco no podrá ya enfrentar asuntos decisivos, pendientes de resolver en la Iglesia universal. Me detengo en uno solo. Se cumplieron 50 años de la promulgación de Humanae vitae, la encíclica que prohibió la contracepción, y no pasó nada. La institución eclesiástica no ha innovado en su doctrina sobre la sexualidad en un punto decisivo para enseñar con autoridad. ¿No pasó nada? Sí pasó: se hizo aún más profunda la incomunicación entre la jerarquía y el pueblo de Dios. Pues, imperceptiblemente, la desautorización de la jerarquía en materias de moral sexual es enorme. Hoy es total, o casi. Los últimos cuatro papas -saquemos a Juan Pablo I- han mantenido una doctrina que nadie puede decir que haya sido recibida o aceptada por el Pueblo de Dios. Las informaciones previas al Sínodo sobre la familia (2015) indican que el 90 % de los católicos aproximadamente cree que se trata de una enseñanza equivocada. Algunos ni siquiera saben que existe y usan medios contraceptivos como quien toma decisiones responsables en su vida. En la actualidad los matrimonios no se complican con Humanae vitae. No por esto debe olvidarse tan rápidamente el daño que esta encíclica produjo en las católicas los años siguientes a 1968. Esta doctrina dinamitó la capacidad de las mujeres de decidir en conciencia cómo podían ellas, con, y a menudo sin sus maridos, hacerse cargo de los niños que habrían de educar. Muchas se fueron. Otras dejaron de confiar en el magisterio. Humanae vitae, además de constituir un problema irresuelto -como bien opina Charles Curran en un artículo reciente (Theological Studies 79 (3) 2018)-, constituye el dique que impide a la jerarquía eclesiástica cambiar su enseñanza a propósito de otros temas de moral sexual. Si la encíclica prohíbe el uso de preservativos dentro del matrimonio y solo acepta actos sexuales abiertos a la procreación, ¿cómo pudiera orientar la vida de personas homosexuales, de los jóvenes que no toman la decisión de casarse antes de convivir, de gente que eventualmente puede trasmitir el Sida y otras situaciones? Hasta aquí ha sido pueril de parte de los obispos y sacerdotes dar autorizaciones ad casum o ad personam. Ellos se han atribuido a veces la responsabilidad de interpretar la encíclica o de saltársela simplemente, eximiendo a los católicos del deber que solo ellos tienen de discernir sus elecciones en conciencia. ¿Es posible que la Iglesia cambie su doctrina? Por supuesto que sí. Lo ha hecho. El Concilio Vaticano II innovó, por ejemplo, en materia de libertad religiosa. Desde entonces la Iglesia ha tomado iniciativas de tolerancia en diversas partes del mundo, anunciando por doquier que Dios puede expresarse en las culturas y religiones más distintas, y que el cristianismo, en los hechos, no es mejor que ninguna. Los tiempos cambian y la doctrina debe ajustarse a las nuevas culturas pues, de lo contrario, no habrá cómo anunciarles el Evangelio. ¿Por dónde comenzar? Primero, habría que desenterrar las obras de los moralistas que en su momento fueron sancionados. No se trata de rehabilitar sus nombres. Hicieron su trabajo intelectual por amor a la Iglesia y no por vanagloria. Segundo, habría que encontrar en la teología de los signos de los tiempos el fundamento teórico para entender que la revelación es histórica, lo cual obliga a escuchar el habla de Dios en los nuevos acontecimientos, especialmente en la experiencia de los católicos que asumen seriamente su vida afectivo-sexual. La superación de Humanae vitae depende, ante todo, de que la institución eclesiástica aprenda de la Iglesia. Jorge Costadoat, sj Religión Digital - - - - - ESPERAR CONTRA TODA ESPERANZA Victor Codina SJ Todos los pronósticos para el 2019 son sumamente oscuros desde todos los puntos de vista: políticos (irrupción de la extrema derecha, crisis de la democracia, líderes políticos dignos de psiquiatras, corrupción, armamentismo), sociales (exclusión, muros contra los inmigrantes), económicos (desaceleración, pobreza), ecológicos (no se quiere realmente luchar contra el cambio climático), de género (machismo, feminicidios, homofobia), religiosos (fundamentalismo, abusos sexuales de dirigentes religiosos) y un largo etcétera. Ante este oscuro panorama que los medios difunden cada día, surge un pesimismo colectivo paralizante y anestesiante: no hay nada que hacer, es el final de la historia, Apocalypse now Pero estos diagnósticos son parciales e interesados. Hay sectores vivos que luchan por la libertad, la democracia y los derechos humanos, por la paz, la justicia y la preservación de la creación, por la defensa de las mujeres y de las personas LGTBI, por una política sana al servicio del bien común y de los marginados. La historia de la humanidad no es la de los monarcas de turno, sino la de los ciudadanos más nobles, pensadores, políticos, artistas, profetas, místicos y santos. Sí hay algo que hacer ante la situación actual, comenzando por un serio examen colectivo: reconocer la corrupción no solo de las derechas, sino también de unas izquierdas alejadas del pueblo real; el egoísmo de dirigentes que se sienten salvadores mesiánicos, pero se olvidan de los pobres; los nacionalismos a ultranza; la falta de un liderazgo genuino; el paradigma tecnocrático que destruye la naturaleza en búsqueda de riquezas y bienestar para unos pocos. Habría que reconocer estos fallos, pedir perdón al pueblo y buscar enmienda y reforma. Hay que buscar alternativas personales, familiares, sociales y políticas basadas en el cuidado, el servicio al bien común, la noviolencia, el diálogo, la reconciliación, levantar puentes y no muros, prioridad de los pobres y descartados. Si se afirma desde la ecología que cuando una mariposa vuela en Nueva York, llueve en Birmania, mucho más eficaz es cualquier gesto humano por pequeño que sea para sanear y cambiar el ambiente social, humano y a la larga político: madres que se desviven por sus hijos, voluntarios jóvenes, ecologistas, maestros, médicos y enfermeras que atienden con cariño a sus pacientes, dirigentes honestos, ONGs como Open arms, pobres e indígenas que son sujetos de una nueva historia, el amor es más fuerte que la muerte, etc. Los creyentes no podemos caer en estas actitudes sociales y religiosas fatalistas y apocalípticas. Quienes nos confesamos cristianos hemos de reconocer que Dios Padre-Madre sigue amando al mundo, que Jesús de Nazaret por su misterio pascual nos libera del pecado y de la muerte, que el Espíritu del Señor llena el universo, da vida y fecunda la creación, dirige la Iglesia y la historia hacia el Reino por caminos desconocidos y se hace misteriosamente presente en momentos de caos, de fracasos colectivos, de esterilidad e impotencia. Se trata de captarlo, discernirlo y colaborar con esperanza en la transfiguración de este mundo hacia el Reino. No podemos ser profetas de calamidades. Lo más contrario a la fe cristiana es el miedo. Victor Codina SJ

Franciscanos de Tijuana 21.11.2022

La vida consagrada... confiesa, con su fidelidad al misterio de la Cruz, creer y vivir del amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. De este modo contribu...ye a mantener viva en la Iglesia la conciencia de que la Cruz es la sobreabundancia del amor de Dios que se derrama sobre este mundo, el gran signo de la presencia salvífica de Cristo. San Juan Pablo II (Vita Consecrata 24) Hoy, Día de la Candelaria, la Fiesta de la Luz, también celebramos la Vida Consagrada. Hoy recordamos la belleza de la entrega total a Cristo y su Evangelio. Hoy celebramos la radicalidad de los que sirven a los demás. La Vida Consagrada es un don de Dios para toda la Iglesia y un llamado especialísimo para muchos que nos demuestra el gran amor de Dios que sigue llamando, a hombres y a mujeres, para trabajar por el prójimo y construir desde cada carisma, orden, instituto y congregación el Reino de Dios. ¡Gran abrazo a todos los hermanos y hermanas que se han consagrado a Cristo, especialmente a los que forman y han formado parte de Espíritu y Vida: Teología y espiritualidad franciscana Oramos por ustedes para su perseverancia y fortaleza. Pedimos a Dios para que cada día haya más almas valientes que digan "SI" al llamado de Dios. ¡Feliz Día de la Vida Consagrada! #PazyBien _______________ #EspirituyVida #OFM #OSC #OFS #DiaDeLaCandelaria #VidaConsagrada #Franciscanos Foto: Fénix. Gracias Fray Alex!

Franciscanos de Tijuana 21.11.2022

José Antonio Pagola - PRIVADOS DE ESPÍRITU PROFÉTICO - Comparte Buenas Noticias, da Click a COMPARTIR - Sabemos que la oposición a Jesús se fue gestando poco a ...poco: el recelo de los escribas, la irritación de los maestros de la ley y el rechazo de los dirigentes del templo fueron creciendo hasta acabar en su condena y ejecución en la cruz. También lo sabe el evangelista Lucas. Pero, intencionadamente, forzando incluso su propio relato, habla del rechazo frontal a Jesús en la primera actuación pública que describe. Desde el principio han de tomar conciencia los lectores de que el rechazo es la primera reacción que encuentra Jesús entre los suyos al presentarse como Profeta. Lo sucedido en Nazaret no es un hecho aislado. Algo que sucedió en el pasado. El rechazo a Jesús cuando se presenta como Profeta de los pobres, liberador de los oprimidos y perdonador de los pecadores, se puede ir produciendo entre los suyos a lo largo de los siglos. A los seguidores de Jesús nos cuesta aceptar su dimensión profética. Olvidamos casi por completo algo que tiene gran importancia. Dios no se ha encarnado en un sacerdote, consagrado a cuidar la religión del Templo. Tampoco en un letrado ocupado en defender el orden establecido por la Ley. Se ha encarnado y revelado en un Profeta enviado por el Espíritu a anunciar a los pobres la Buena Noticia y a los oprimidos la liberación. Olvidamos que la religión cristiana no es una religión más, nacida para proporcionar a los seguidores de Jesús las creencias, ritos y preceptos adecuados para vivir su relación con Dios. Es una religión profética, impulsada por el Profeta Jesús para promover un mundo más humano, orientado hacia su salvación definitiva en Dios. Los cristianos tenemos el riesgo de descuidar una y otra vez la dimensión profética que nos ha de animar a los seguidores de Jesús. A pesar de grandes manifestaciones proféticas que se han ido dando en la historian cristiana, no deja de ser verdad lo que afirma el reconocido teólogo H. von Balthasar: A finales de siglo segundo cae sobre el espíritu profético de la Iglesia una escarcha que no ha vuelto a quitarse del todo. Hoy, de nuevo, preocupados por restaurar lo religioso frente a la secularización moderna, los cristianos corremos el peligro de caminar hacia el futuro privados de espíritu profético. Si es así, nos puede suceder lo que a los vecinos de Nazaret: Jesús se abrirá paso entre nosotros y se alejará para proseguir su camino. Nada le impedirá seguir su tarea liberadora. Otros, venidos de fuera, reconocerán su fuerza profética y acogerán su acción salvadora. 4 Tiempo ordinario - C (Lc 4,21-30) 3 de febrero 2019 José Antonio Pagola [email protected] Fuentes : http://www.gruposdejesus.com http://sanvicentemartirdeabando.org/ http://eclesalia.wordpress.com/ http://feadulta.com/ - - - - - DESCONCIERTO Florentino Ulibarri Señor:Que quienes te buscan a tientas, te encuentren; que quienes dudan una y mil veces, no desistan; que quienes se extravían en su camino, vuelvan; que quienes creen conocerte y poseerte, sigan buscándote. Que quienes caminan a tientas y solos, no se pierdan; que quienes tienen miedo al futuro, se abran a la confianza; que quienes no logran triunfar, perseveren; que quienes tienen hambre y sed, sean saciados. Que los grandes y poderosos se sientan vulnerables; que los amargados de la vida disfruten de tu presencia y gracia; que los olvidados de todos dejen oír su canción; que tus hijos e hijas nunca nos saciemos de tus dones. Que quienes desean y buscan milagros sepan acogerlos; que quienes gustan presumir de profetas acepten a los de su tierra; que quienes se descubren leprosos bajen a lavarse a un humilde río; que quienes tienen pensares ocultos no se enfurezcan contigo. Y si Tú nos provocas nuevamente, como provocaste a tus paisanos de Nazaret entonces, danos la gracia de entenderte y tolerarte ahora, y descubrir quién eres, a pesar de las apariencias y de tus pobres orígenes. ¡Señor, ábrete paso entre nosotros y sigue tu camino aunque nos escandalicemos! - - - - - LA SALVACIÓN QUE JESÚS OFRECE NO ES LA QUE ESPERAMOS Fray Marcos Lc 4, 21-30 Seguimos con el tema del domingo pasado. hoy se cumple esta escritura pero no va a ser como esperan los de su pueblo. En todos los evangelios se habla de los milagros de Jesús como manifestación de su divinidad, pero a la vez se critica que los que le conocieron pretendan poner en las curaciones la salvación ofrecida por Jesús. Una salvación material que debía consistir en librarles de sus limitaciones desde fuera y por el poder de Dios, directo o a través de un intermediario. Seguimos arrastrando la idea de Dios del paleolítico: el todopoderoso que va a poner su poder a mi servicio si cumplo unos requisitos. Hoy se cumple esa Escritura en cada uno de nosotros. Dios la cumple siempre sin tener que hacer nada. Que se cumpla hoy depende exclusivamente de mí. Por no tener en cuenta estos dos planos, la religión nos ha metido por un callejón sin salida y nos ha hundido en la miseria. Seguimos esperando que Dios haga que me toca hacer a mí. Soy yo el que tengo que preguntarme: ¿cumplo yo hoy esa escritura que acabáis de oír? La misma iglesia, ya desde muy pronto, prefirió potenciar en Jesús la idea de Hijo de Dios y se olvidó de la de Mesías; aunque está claro que en los orígenes querían decir lo mismo. Así, la salvación, que se pensaba como acontecimiento que debía darse en la historia, se convirtió en la salvación trascendente y ahistórica para el más allá. El mordiente que encerraba la imagen del mesías, se disolvió como un azucarillo. Jesús ya no necesita hacer presente la liberación desde la historia sino desde la estratosfera de su divinidad. Hemos leído: todos le daban su aprobación y se admiraban... Pero hay una traducción alternativa: El verbo griego (martyreo) = dar testimonio, que se traduce por dar su aprobación, cuando está construido con dativo, significa testimoniar en contra. Por otra parte, (thaumazo) = Admirarse, significa también extrañarse, es decir, una admiración negativa. Entonces la traducción sería: todos se declaraban en contra, extrañados del discurso sobre la gracia (para todos) que salía de sus labios. Así cobra pleno sentido la respuesta de Jesús, que de otro modo, parece que inicia él la gresca provocando al personal. La importancia de suprimir la última frase del texto de Is, queda más clara con la explicación que da hoy Jesús. Tiene que rectificar el texto de Is, pero menciona a otros dos profetas que avalan esa aparente mutilación. Elías y Eliseo son ejemplos de cómo actúa Dios con relación a los no judíos. Para entenderlo hoy, podíamos decir que Elías atendió a una viuda libanesa y Eliseo a un general sirio. ¡Qué poco han cambiado las cosas! La atención a la viuda de Sarepta y Naamán el sirio deja en evidencia la pretensión de salvación exclusiva que los judíos, como pueblo elegido, pretendían. El evangelista quiere subrayar que este argumento contundente, no solo no les convence, sino todo lo contrario, provoca la ira de sus vecinos que se sienten agredidos porque les echa en cara su ceguera. La tradición de Mc, que copia Mt, no hace alusión ni al texto de Is ni a Elías y Eliseo. Esto indica la intención de recalcar la oposición de sus paisanos en Lc. Los primeros cristianos se esforzaron por proponer a Jesús como continuación del AT, aprovechando cualquier resquicio para demostrar que en él se cumplen las Escrituras. Jesús sobrepasó, con mucho, todo lo que pudieron insinuar las Escrituras. ¿No es este el hijo de José? La única razón que dan los de su pueblo para rechazar las pretensiones de Jesús, es que no es más que uno del pueblo, conocido de todos. Me parece muy importante este planteamiento por parte del evangelista. La grandeza de Jesús está en que, siendo uno de tantos, fue capaz de descubrir lo que Dios esperaba de él. Jesús no es un extraterrestre que trae de otro mundo poderes especiales, sino un ser humano que saca de lo hondo de su ser lo que Dios ha puesto en todos los seres. Habla de lo que encontró dentro de sí mismo y nos invita a descubrir y vivir en nosotros lo mismo que él descubrió y vivió. La primera oposición que sufre Jesús en este evangelio no viene de los sumos sacerdotes ni de los escribas o fariseos, sino del pueblo sencillo. Sus paisanos ven que no va a responder a las expectativas del judaísmo oficial, y se enfadan. Cualquier visión que vaya más allá de los intereses del gueto, (familia, pueblo, nación) será interpretada como traición a la institución. Las instituciones tienen como primer objetivo la defensa de unos intereses frente los intereses de los demás. Incluso nuestra manera de entender el ecumenismo responde, la mayoría de las veces, a esta dinámica completamente contraria al evangelio. Los de su pueblo no pueden aceptar un mesianismo para todos. Ellos esperaban un Mesías poderoso que les iba a librar de la opresión de los romanos y a solucionar todos los problemas materiales. Si Jesús se presenta como tal liberador, ellos tenían que ser los primeros beneficiarios de ese poder. Al darse cuenta de que no va a ser así, arremeten contra él. El odio es siempre consecuencia de un amor imposible. El evangelista echa mano del AT para demostrar que los profetas ya habían manifestado esa actitud de Dios a favor de extranjeros en apuros. Quiere decir que su mensaje no es contrario ni ajeno a la Escritura. El Dios de Jesús es Amor incondicional. No puede tener privilegios, porque ama a todos infinitamente. Dios no nos ama por lo que somos o por lo que hacemos. Dios nos ama por lo que Él es. Dios ama igual al pobre y al rico, al blanco y al negro, al cristiano y al musulmán, a la prostituta y a la monja de clausura, a Teresa de Calcuta y a Bin Laden... En algún momento de esta escala progresiva nos patinarán las neuronas. Es más de lo que podemos aguantar. Nos pasa lo que a los paisanos de Jesús. Mientras sigamos pensando que Dios me ama porque soy bueno, nadie nos convencerá de que debemos amar al que no lo es. Jesús viene a anunciar una salvación de todas las opresiones. Pero esa salvación no depende de Dios ni de un intermediario de su poder sino de cada uno de nosotros. Su salvación no va contra nadie, sino a favor de todos. Ahora bien, no debemos ser ingenuos, lo que es buena noticia para los oprimidos, es mala noticia para los opresores. De ahí que, en tiempo de Jesús, y en todos los tiempos, los que gozan de privilegios, se opongan, con uñas y dientes, a esa práctica liberadora. Si no estamos dispuestos a liberar al oprimido, somos opresores. Tenemos que hacer un esfuerzo por comprender que el opresor no hace mal porque daña al oprimido, sino que hace mal porque se hace daño a sí mismo. El que explota a otro le priva de unos bienes que pueden ser vitales, pero lo grave es que él mismo se está deteriorando como ser humano. El daño que hace le afecta al otro en lo accidental. El daño que se hace a sí mismo, le afecta en lo esencial. El que muere por mi culpa puede morir repleto de humanidad; pero yo, al ser la causa de su muerte, me hundo en la más absoluta miseria. ¿Hemos caído en la cuenta de que lo único que puede garantizar mi religiosidad es el servicio a los demás? ¿Nos hemos parado a pensar que sin amor no soy nada? Ahora bien, el único amor del que podemos hablar es el amor a los demás. Sin éste, el amor que creemos tener a Dios es una falacia. La única pregunta a la que debo contestar es ésta: ¿Amo sin exclusión? Sin amor, toda nuestra vida cristiana se convertirá en un absurdo. Meditación Ignoramos lo que realmente somos. Tú eres, como Jesús, ungido. Estás capacitado para la tarea que debes realizar. Cuando despliegues tu verdadera salvación, estarás en condiciones de ayudar a otros a encontrarla. Fray Marcos - - - - - LA IGLESIA HA PERDIDO SU FUERZA PROFÉTICA José Enrique Galarreta Lc 4, 21-30 El pasaje evangélico de hoy es la continuación del que leímos la semana pasada. Allí se anunciaba Jesús como el cumplimiento de la promesa que anunciaban los profetas. Aquí se subraya el resultado de ese anuncio. Otros lo aceptan: los de Nazaret, sus vecinos, lo rechazan. Es una imagen muy importante. "Vino a los suyos y los suyos no le recibieron". Es uno de los temas fundamentales del Evangelio, especialmente del evangelio de Juan. La primera lectura y el evangelio presentan al profeta y a Jesús como fuerza de Dios, presente en el mundo como fuerza que suscita hostilidad, rechazo. Los hombres pueden rechazar la Palabra, y perseguir al Profeta. Pero la fuerza de la Palabra, la fuerza de Dios que está en él es más poderosa que toda la hostilidad del mal y de los hombres. En este contexto podemos leer la vida de Jesús y la vida de los cristianos. Y en este contexto leemos el mensaje de la carta de Pablo sobre el amor, intentando profundizar en nuestro concepto del amor. Vamos hoy a centrarnos más en esta segunda lectura. Esta reflexión de Pablo nos lleva a la esencia fundamental de la fe, resumida por Jesús al responder a la cuestión de "¿cuál es el mayor mandamiento?". La respuesta de Jesús es: Escucha Israel: AMARÁS a Dios de todo corazón, con toda tu alma y todas tus fuerzas, y al prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos se resume toda la Ley y los profetas. Así pues, es básico entender que toda la fe y la actuación del cristiano se basa en amar. Amar a Dios y amar a los hombres. Lo demás son consecuencias. Pero no podemos simplificar la palabra "amar". Y para ver de qué se trata, miremos un momento al Evangelio, para ver cómo ama Jesús. La teoría (Lucas 6,35) "Amad a vuestros enemigos, hacedles el bien, prestad sin esperar nada a cambio. Vuestro premio será entonces grande: seréis hijos del Altísimo, porque Él es bueno para con los ingratos y los que hacen el mal." Jesús lo cumple así: (Lucas 23,33) Llegados al lugar llamado "de la Calavera", le crucificaron... Y Jesús decía: "Padre, perdónales; no saben lo que hacen". Es sólo un ejemplo, pero si analizamos todas las relaciones de Jesús con las personas, vemos que siempre están inspiradas en lo mismo: es El Salvador. No mira a sus pecados como obstáculos que le impiden amarles. Su amor por las personas va más al fondo: el pecado intenta interponerse entre el amor de Jesús y la persona: pero no lo consigue. Por más que se le ofenda, Él sigue siendo el Salvador. El origen de todo esto no es la humanidad bondadosa de Jesús. Es la divinidad salvadora. Es Dios quien es así, y se ve en Jesús. Dios es el amor salvador. Toda la creación se entiende sólo desde el amor de Dios, que pretende la existencia de Hijos en plenitud. El pecado no es obstáculo para el amor: convierte el amor en Salvador, en Libertador del pecado. Nuestros pecados intentan interponerse entre nosotros y el amor de Dios, pero no lo consiguen. Y Dios presente entre nosotros es El Salvador, el que quita el pecado del mundo. De la misma manera, el origen de nuestra postura respecto a los demás no está en nuestra humanidad bondadosa, en un natural afectivo y cordial. Está en que hemos conocido el amor de Dios, vivimos del amor de Dios, nos sentimos queridos por Dios y no sabemos vivir más que salvando, como Dios. Se trata de un convencimiento, una persuasión, pero sobre todo de una fe, es decir, de una adhesión personal. Acepto el amor de Dios para conmigo, y ya no puedo vivir de otra manera. El amor de Dios lo he conocido en Jesucristo. Cuando he llegado a creer en Jesucristo, he llegado a aceptar a Dios mi Salvador, a fiarme de Él. Creer en Jesucristo no es simplemente estar persuadido de que es un gran hombre, o aceptar su doctrina como satisfactoria. Creer en Jesucristo es aceptarlo como modo de vida, como revelación de Dios, hacer girar la vida en torno a Él. Creer en Jesucristo es ante todo admirar y disfrutar del amor de Dios Salvador que en Él se hace visible. A partir de ahí, mi vida cambia: ya sé por qué vivo, porque Dios me quiere. Ya sé para qué vivo, para que todos le quieran. Esto es un ideal, un camino, una conversión. Jesús es así; nosotros vamos hacia ahí. Y todo lo que somos y lo que hacemos tiene un carácter de provisional, de "todavía no". Pero caminamos. En este sentido, la justicia, el temor de Dios, el deseo de premio por las buenas obras... tantas cosas, son "carismas provisionales". Pero hay que aspirar a los carismas superiores, hay que aspirar a que nuestro espíritu disfrute del amor de Dios y en consecuencia viva lleno de ese don: amar a los hombres como Dios me ama, mucho más adentro que mis pecados. Esta manera de vivir de ninguna manera es fácil. En primer lugar, porque es imposible "de fuera a dentro". No es una norma que hay que cumplir. Si es cumplimiento no llega a ser amor. No se trata de "me porto así porque Dios lo quiere". Se trata de "me porto así porque soy así, soy hijo de mi Padre y no me puedo portar de otra manera". Es el final de la conversión, cuando ya no actúo sometido a mis pecados, a mi egoísmo o mi envidia o mi vanidad... sino libre y salvador, como Hijo. En segundo lugar, porque en un mundo en que los hombres no se quieren, sino que se hostigan, se arrinconan, se envidian, se roban, se matan, esta parece una manera débil de vivir, expuesta a todo lo que los demás nos quieran hacer. No nos confundamos. Ni es una blandenguería de carácter, ni es una vocación de corderito manso. Amar por encima de los pecados es una tremenda fortaleza. Servir siempre, perdonar siempre, salvar siempre, requiere una fuerza de espíritu superior a toda fuerza de carácter. Es sólo posible por el Espíritu de Dios actuando en nosotros. Y esta fuerza lleva a ser siempre testigo, desvelador de toda injusticia y de todo mal que les suceda a los hijos de Dios, presencia incómoda y a veces intolerable para una sociedad siempre interesada en otros valores, a menudo hostil. Una vez más, el ejemplo y modelo es Jesús. Una lectura de cualquier evangelio, y más de los cuatro, ofrece una figura de Jesús de impresionante fortaleza. Su amor a todos los débiles va acompañado de un valor a toda prueba y una libertad brillante ante todos los poderosos. Jesús es capaz de desafiar la ley para curar (leproso Mt 8,1 ) de insultar en público al rey (acerca de Herodes, Lc 13,31) de desenmascarar ante el pueblo a los jefes religiosos y doctores de la Ley (Mt 23,13), y se juega la vida defendiendo a una mujer ante el acoso judicial de los "justos" (Jn 8,1). Ninguna debilidad, ninguna blandura. Es pura fortaleza, al servicio de los que la necesitan y en contra de lo que se ponga delante. Pero Jesús es rechazado. El amor amenaza todos los demás modos de vivir. Jesús es rechazado porque con Él se acaba aquella religión, aquel templo, aquellas clases socio-religiosas. Jesús perjudica a la religión oficial, no interesa a los revolucionarios independentistas, molesta a Herodes, le es indiferente a Pilato... El amor está fuera de lugar y es perseguido, hasta la muerte. "La luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no la han recibido". Y los de Jesús, como Jesús. Posiblemente el momento más dramático de la incomprensión de la fuerza del amor de Dios se da en la cruz. Los escribas, sacerdotes, fariseos, y el pueblo, le increpan: "Si eres el Hijo de Dios, baja de la cruz y creeremos en ti". Y Jesús, porque es el Hijo de Dios, porque es el amor de Dios capaz de dar la vida, no baja de la cruz, y por eso nosotros creemos en Él. Es extraordinario el efecto que produce una lectura continuada de la Pasión según san Juan. Jesús es un rey poderoso que entrega su vida conscientemente, que asume la muerte violenta con fortaleza. Juan omite la agonía del Huerto y el abandono de la cruz. El testigo presencial de la Pasión se centra en mostrar la fortaleza de Jesús. Su evangelio cierra así el mensaje con que se inició en la entrevista con Nicodemo: "Tanto amó Dios al mundo que le entregó su Hijo". Es sumamente preocupante que la Iglesia sea tan escasamente perseguida en esta sociedad occidental en la que los valores del Evangelio son sin embargo rechazados frontalmente. Y es sumamente reconfortante ver cómo son perseguidos, marginados, los cristianos, personas o grupos, que se toman muy en serio el Evangelio. Es muy normal que los poderes políticos de algunos países en los que la injusticia social es muy fuerte, no toleren a los grupos cristianos que luchan contra esa injusticia. Es lo normal. Lo que no es normal es que en los países de desenfrenado consumo, de búsqueda alucinada del placer y el bienestar material, en los que el único Dios es la economía de mercado y el consumo consiguiente, la Iglesia viva tan tranquila. Lo único que puede hacernos entender este fenómeno es aceptar, con angustia, que la Iglesia esconde la Palabra, ha perdido su fuerza profética y ya no le anuncia al pueblo sus pecados, sino que se limita a tranquilizarle la conciencia. Pero el fondo último de la escena es el rechazo. Y, como todo en los evangelios, una situación histórica, algo sucedido a Jesús, se convierte en símbolo/paradigma de una situación espiritual. Aceptar/rechazar el amor: ése es el JUICIO. Aceptar el amor significa aceptar que estoy (soy) necesitado. Y no hay diferencia realmente significativa entre aceptar/rechazar el amor de Dios y el amor de los humanos. Aceptar el amor es aceptar que los otros (El Otro) me aceptan como soy, no porque soy maravilloso, sino porque ellos son maravillosos. Ése es precisamente el milagro del amor: como el hijo se siente bien siendo querido por la madre no porque es guapo sino porque es hijo. El amor no tiene su fuente en el amado sino en el amante. La locura del adolescente: "me quiere", "me quiere a mí", "significo algo para él o ella". Aceptar ser querido o rechazar ser querido (comprendido, aceptado, perdonado...) es la esencia de la convivencia humana y de la relación con Dios. Y es la "inversión de Jesús". La espiritualidad farisaica (aparte de sus exageraciones y sus orgullos, que no en todos se daban) consiste en "ser justo ante Dios", es decir, en pensar que Dios me considera según mis obras: la postura de Dios es posterior a mi postura. Jesús invierte esta relación. Dios ama primero: lo mío es aceptar ese amor y responder a ese amor. Esto es lo que rechazaron los fariseos y los legistas, y es el paso esencial de nuestra conversión. José Enrique Galarreta - - - - - FRACASO DE JESÚS EN NAZARET José Luis Sicre Domingo 4. Ciclo C. Como en una serie de televisión, el evangelio de este domingo comienza recordando lo último contado en el anterior. Jesús ha leído en la sinagoga de Nazaret un texto de Isaías que proclama una buena noticia a los pobres, ciegos, prisioneros, oprimidos. Cuando termina, afirma: Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír. ¿Cómo reaccionará el auditorio a estas palabras? Es lo que se cuenta en el evangelio de hoy, en el que podemos distinguir tres momentos: la reacción inicial del auditorio, un ataque desconcertante de Jesús, y la reacción final de los nazarenos. El relato de Lucas Aparte de leer a Isaías, Jesús no ha dicho prácticamente nada. Sin embargo, Lucas indica de inmediato la triple reacción de los presentes: aprobación, admiración y desconcierto. Al parecer, les gusta lo que han oído, pero no comprenden que lo diga alguien a quien conocen desde pequeño. Si Jesús hubiera sido un político, habría aprovechado la ocasión para ganarse más aún al auditorio, solventando las posibles dudas sobre su autoridad. Sabe lo que esperan de él: no que lea textos de la Biblia sino que haga milagros. Le bastaría realizar algunos parecidos a los que ha hecho en Cafarnaúm para que todos le aplaudan y crean en él. Sin embargo, se niega a ello e incluso adopta una postura agresiva. Sin que los nazarenos hayan dado motivo, Jesús da por supuesto que lo van a rechazar. No se basa en nada concreto que hayan hecho o dicho, sino en un proverbio: Ningún profeta es bien mirado en su tierra. En consecuencia, tampoco él mira bien a los nazarenos y no hará allí ningún milagro. Igual que Elías fue enviado por Dios a ayudar a una viuda fenicia, y Eliseo a un leproso sirio, él también se siente enviado a los paganos. ¿Cuál sería la reacción lógica de los nazarenos? Levantarse e irse de la sinagoga, soltando probablemente bastantes maldiciones contra Jesús. Sin embargo, lo que cuenta Lucas es mucho más fuerte: se sienten tan irritados que deciden matarlo, despeñándolo. Un relato desconcertante Cuando se lee con atención el relato de Lucas surgen varias preguntas: ¿Por qué adopta Jesús una postura tan agresiva? ¿Por qué da por supuesto que lo van a rechazar? ¿Por qué compara su actitud con la de Elías y Eliseo, enviados a los paganos, cuando reconoce haber hecho milagros en Cafarnaúm, que no es una ciudad pagana sino israelita? ¿Por qué reaccionan los nazarenos de forma tan terrible, queriendo matarlo? Para responder a estas preguntas conviene recordar cómo cuenta Marcos la visita de Jesús a Nazaret. La versión de Marcos Marcos cuenta la visita de forma muy distinta. Jesús ya es bastante conocido cuando vuelve a Nazaret con sus discípulos. Y ocurre lo siguiente: Un sábado se puso a enseñar en la sinagoga. Muchos al escucharlo comentaban asombrados: ¿De dónde saca éste todo eso? ¿Qué clase de sabiduría se le ha dado? Y, ¿qué hay de los grandes milagros que realiza con sus manos? ¿No es éste el artesano, el hijo de María, el hermano de Santiago y José, Judas y Simón? ¿No viven aquí, entre nosotros, sus hermanas? Y esto lo sentían como un obstáculo. Jesús les decía: A un profeta sólo lo desprecian en su tierra, entre sus parientes y en su casa. Y no pudo hacer allí ningún milagro, salvo sanar a unos pocos enfermos a quienes impuso las manos. Y se asombraba de su incredulidad. Las diferencias son claras. En Marcos, la reacción del auditorio no es de aprobación, admiración y desconcierto, sino de desconcierto y rechazo. Entonces es cuando Jesús recuerda que a un profeta solo lo desprecian en su tierra. Pero nadie intenta matarlo. Simplemente, no creen en él ni en su poder. Y Jesús se admira de su incredulidad. Nazaret como símbolo ¿Por qué ha escrito Lucas un relato tan distinto? Porque él no ha pretendido contar lo ocurrido, sino convertir la visita de Jesús a Nazaret en símbolo de la relación de Jesús con el pueblo judío y con los paganos. Para ello, lo primero que hace es comenzar la actividad de Jesús con esta visita. Mientras Mateo y Marcos dicen que Jesús comenzó predicando por los pueblos y aldeas de Galilea, sin concretar cuáles, Lucas nos sitúa en la sinagoga de Nazaret. Sabe que Jesús no fue aceptado por los nazarenos, ni tampoco por su familia, que lo consideraba medio loco. Recoge y lleva al límite ese rechazo, convirtiéndolo en símbolo de la oposición de la mayor parte del pueblo judío, que terminó provocando su muerte. En el Nuevo Testamento se indican distintos motivos por los que Jesús entró en conflicto con las autoridades judías: por no observar el sábado, por ser un peligro desde el punto de vista político En el relato de Lucas, el motivo principal de conflicto es el nacionalismo de los que quieren un Mesías al servicio exclusivo de Israel, mientras que Jesús se ve enviado a toda la humanidad. Pero nadie debe escandalizarse de eso, mucho menos los judíos: también Elías y Eliseo fueron enviados por Dios a los paganos en unos momentos en que los israelitas estaban muy necesitados de ayuda. La primera lectura (Jeremías 1,4-5. 17-19) Ha sido elegida para demostrar que ningún profeta es bien visto en su tierra. Las palabras finales Lucharán contra ti, pero no te podrán, porque yo estoy contigo para librarte coinciden muy bien con el final del evangelio, donde Jesús pasa serenamente entre quienes intentan matarlo y se aleja. Con una gran diferencia: Jeremías se verá libre gracias a la compañía de Dios; Jesús tiene en sí mismo el poder para enfrentarse al enemigo. Cuando muera será porque él lo acepta libremente. Reflexión final El evangelio de hoy podría interpretarse como un ataque al nacionalismo político. En parte lo es, porque los judíos identificaban religión y política. Pero el ataque de Jesús se dirige sobre todo al nacionalismo religioso. Aplicándolo a nuestros días, a los cristianos que pensasen que son los elegidos de Dios y los únicos que merecen su atención. Cabe el peligro de parecernos a los nazarenos, de pecar de exclusivistas al hablar de la salvación de Dios. José Luis Sicre - - - - - MANSEDUMBRE Y CORTESÍA Pedro Miguel Lamet SJ Me conmueve esta terracota que adquirí hace tiempo en Asís. El frailecillo que camina sobre un asno va a predicar más que con su palabra con su mansedumbre, que tiene su origen en la profunda paz del alma unida a Dios: La paz que anunciáis con la boca, tenedla en más alto grado en vuestros corazones. No seáis para nadie motivo de ira ni de escándalo, sino que vuestra mansedumbre impulse a todos hacia la paz, la benignidad y la concordia (TC 58). Esa quietud interior de Francisco tiene una amplitud sin límites: aceptar el hoy tal como se presente, alabando a Dios por el nublado y el sereno y por todo tiempo (Cántico de las Criaturas); abrazar las contrariedades, viéndolas en el plan de la divina providencia. Una mansedumbre que se manifestaba también en cortesía: Como hombre de oración pensaba que la cortesía es una de las propiedades de Dios quien, por cortesía, da su sol y su lluvia a justos e injustos, y es hermana de la caridad (Florecillas 36). Mansedumbre y cortesía, ¡raras virtudes en un mundo de vértigo y rastrera educación ¡Qué intuición la del papa Bergoglio al elegir para sí el nombre de Francisco! La capacidad de encontrar a las personas ha dicho-, de encontrar a las culturas con paz; la capacidad de hacer preguntas inteligentes: ¿Por qué? ¿Tú piensas así? ¿Por qué? Esta cultura es así. Escuchar a los otros, y luego hablar. Primero escuchar, luego hablar. Esto es mansedumbre. Tú a mí no me convences, pero igual somos amigos; he escuchado como piensas y tú has escuchado como pienso. Y ¿saben una cosa, una cosa importante? Este diálogo es aquel que hace la paz. No puede haber paz sin diálogo. Así, a paso de asno, tranquila y cortésmente, con una paz que se desborda en mansedumbre y cortesía se vive el minuto desde el tiempo sin tiempo de Dios. Pedro Miguel Lamet SJ

Franciscanos de Tijuana 21.11.2022

José Antonio Pagola - INICIAR LA REACCIÓN - Comparte Buenas Noticias, da Click a COMPARTIR- El Bautista no permite que la gente lo confunda con el Mesías. Conoc...e sus límites y los reconoce. Hay alguien más fuerte y decisivo que él. El único al que el pueblo ha de acoger. La razón es clara. El Bautista les ofrece un bautismo de agua. Solo Jesús, el Mesías, los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. A juicio de no pocos observadores, el mayor problema de la Iglesia de hoy es la mediocridad espiritual. La Iglesia no posee el vigor espiritual que necesita para enfrentarse a los retos del momento actual. Cada vez es más patente. Necesitamos ser bautizados por Jesús con su fuego y su Espíritu. En no pocos cristianos esta creciendo el miedo a todo lo que pueda llevarnos a una renovación. Se insiste mucho en la continuidad para conservar el pasado, pero no nos preocupamos de escuchar las llamadas del Espíritu para preparar el futuro. Poco a poco nos estamos quedando ciegos para leer los signos de los tiempos. Se da primacía a certezas y creencias para robustecer la fe y lograr una mayor cohesión eclesial frente a la sociedad moderna, pero con frecuencia no se cultiva la adhesión viva a Jesús. ¿Se nos ha olvidado que él es más fuerte que todos nosotros? La doctrina religiosa, expuesta casi siempre con categorías premodernas, no toca los corazones ni convierte nuestras vidas. Abandonado el aliento renovador del Concilio, se ha ido apagando la alegría en sectores importantes del pueblo cristiano, para dar paso a la resignación. De manera callada pero palpable va creciendo el desafecto y la separación entre la institución eclesial y no pocos cristianos. Es urgente crear cuanto antes un clima más amable y cordial. Cualquiera no podrá despertar en el pueblo sencillo la ilusión perdida. Necesitamos volver a las raíces de nuestra fe. Ponernos en contacto con el Evangelio. Alimentarnos de las palabras de Jesús que son espíritu y vida. Dentro de unos años, nuestras comunidades cristianas serán muy pequeñas. En muchas parroquias no habrá ya presbíteros de forma permanente. Que importante es cuidar desde ahora un núcleo de creyentes en torno al Evangelio. Ellos mantendrán vivo el Espíritu de Jesús entre nosotros. Todo será más humilde, pero también más evangélico. A nosotros se nos pide iniciar ya la reacción. Lo mejor que podemos dejar en herencia a las futuras generaciones es un amor nuevo a Jesús y una fe más centrada en su persona y su proyecto. Lo demás es más secundario. Si viven desde el Espíritu de Jesús, encontrarán caminos nuevos. Bautismo del Señor - C (Lc 3,15-16.21-22) 13 de enero 2019 José Antonio Pagola [email protected] Fuentes : http://www.gruposdejesus.com http://sanvicentemartirdeabando.org/ http://eclesalia.wordpress.com/ http://feadulta.com/ - - - - - - YO ESPERO... Florentino Ulibarri Yo espero que venga lo nuevo y novedoso con el mismo ímpetu y fuerza de convicción, por lo menos, con que viene lo que ya conocemos y nunca alcanzamos, porque otros lo tienen en sus manos, y sólo nos ofrecen migajas para ilusionarnos, confundirnos y hacernos esclavos. Y espero, cada vez con más ahínco y fe, que no surja de nuestros hechos, ni de nuestros estériles sueños, ni de nuestros vanos recuerdos, ni de nuestras entrañas malcriadas, ni de nuestros derechos tan protegidos... sino de tu ternura y gracia. Yo espero, gratuitamente, que se abra el cielo, que tu Espíritu nos bautice y renueve por fuera y dentro, y que empiece acá tu reino. - - - - - - CELEBRAMOS HOY EL VERDADERO NACIMIENTO DE JESÚS Fray Marcos Lc 3, 15-22 Comenzamos el tiempo ordinario. El bautismo es el primer acontecimiento que los evangelios nos narran de la vida de Jesús. Es además, el más significativo desde su nacimiento hasta su muerte. Lo importante no es el hecho en sí, sino la carga simbólica que el relato encierra. El bautismo y las tentaciones hablan de la profunda transformación que produjo en él una experiencia que se pudo prolongar durante años. Jesús descubrió lo que Dios era para él y lo que tenía que ser él para los demás. Descubrió el sentido de su vida. Los cuatro evangelistas resaltan la importancia que tuvo para Jesús el encuentro con Juan el Bautista y el descubrimiento de su misión y; a pesar de que es un reconocimiento de cierta dependencia de Jesús con relación a Juan. Ningún relato nos ha llegado de los discípulos de Juan. Todo lo que sabemos de él lo conocemos a través de los escritos cristianos. Si lo han narrado todos los evangelistas, a pesar de que se podía interpretar como una subordinación a Juan, quiere decir que tiene unas posibilidades muy grandes de ser histórico. Celebramos hoy el verdadero nacimiento de Jesús. Él mismo nos dijo que el nacimiento del agua y del Espíritu era lo importante. Si seguimos celebrando con mayor énfasis el nacimiento carnal, es que no hemos entendido el mensaje evangélico. Nuestra religión sigue empeñada en que busquemos a Dios donde no está. Dios no está en lo que podemos percibir por los sentidos. Dios está en lo hondo del ser y allí tenemos que descubrirlo. El bautismo de Jesús tiene un hondo calado en todos los evangelios, porque el relato nos lanza más allá de lo sensible. Marcos y Juan comienzan su evangelio con el bautismo. Lc no da ninguna importancia al hecho del bautismo. Destaca los símbolos: Cielo abierto, bajada del Espíritu y voz del Padre. Imágenes que en el AT están relacionadas con el Mesías. Se trata de una teofanía. Según aquella mentalidad, Dios está en los cielos y tiene que venir de allí. Abrirse los cielos es señal de que Dios se acerca a los hombres. Esa venida tiene que ser descrita de una manera sensible, para poder ser percibida. Lo importante no es lo que sucedió fuera, sino lo que vivió Jesús dentro de sí mismo. Jn no narra el bautismo, lo da por supuesto y habla directamente de la presencia del Espíritu en Jesús. El gran protagonista de la liturgia de hoy es el Espíritu. En las tres lecturas se hace referencia directa a él. En el NT el Espíritu es entendido a través de Jesús; y a la vez, Jesús es entendido a través del Espíritu. Esto indica hasta qué punto se consideran mutuamente implicados. Comprenderemos esto mejor si damos un repaso a la relación de Jesús con el Espíritu en los evangelios, aunque no en todos los lugares espíritu se refiere a lo mismo. Marcos: 1,10 Vio rasgarse los cielos y al Espíritu descender sobre él. 1,12 El Espíritu lo impulsó hacia el desierto. Mateo: 3,16 Se abrieron los cielos y vio el Espíritu de Dios que bajaba como paloma. Lucas: 3,22 El Espíritu Santo bajó sobre él en forma corporal como una paloma. 4,1 Jesús salió del Jordán lleno del Espíritu Santo. 4,14 Jesús, lleno de la fuerza del Espíritu, regresó a galilea. 4,18 El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Juan: 1,32 Yo he visto que el Espíritu bajaba del cielo y permanecía sobre él. 1,33 Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu, es quien bautiza con E. S. y fuego. 3,5 Nadie puede entrar en el Reino, si no nace del agua y del Espíritu. 6,63 El Espíritu es el que da vida, la carne no sirve de nada. También hay que recordar que estamos hablando de la experiencia de Jesús como ser humano, no de la segunda o de la tercera persona de la Trinidad. Lo que de verdad nos debe importar a nosotros es el descubrimiento de la relación de Dios para con él, como ser humano, y la respuesta que el hombre Jesús dio a esa toma de conciencia. Lo singular de esa relación es la respuesta de Jesús a esa presencia de Dios-Espíritu en él. En contra de lo que siempre se nos ha dicho, el bautismo no es la prueba de la divinidad de Jesús, sino la prueba de una verdadera humanidad. Un ser humano que afronta sus limitaciones y ora. En el discurso de Jn en la última cena, Jesús hace referencia al Espíritu que les enviará, pero también les dice que no les dejará huérfanos. Esas dos expresiones hacen referencia a la misma realidad. También dice que el Padre y él vendrán y harán morada en aquel que le ama. Jesús se siente identificado con Dios, que es Espíritu. No tenemos datos para poder adentrarnos en la psicología de Jesús, pero los evangelios no dejan ninguna duda sobre la relación de Jesús con Dios. Fue una relación personal. Se atreve a llamarle Abba, (papá) cosa inusitada en su época y aún en la nuestra. Hace su voluntad; Le escucha siempre; etc. Todo el mensaje de Jesús se reduce a manifestar su experiencia de Dios. El único objetivo de su predicación fue que también nosotros lleguemos a esa misma experiencia. La comunicación de Jesús con su "Abba" no fue a través de los sentidos ni a través de un órgano portentoso. Se comunicaba con Dios como nos podemos comunicar cualquiera de nosotros. Ningún hilo telefónico especial. Tenemos que descartar cualquier privilegio en este sentido. A través de la oración, de la contemplación el Hombre Jesús descubrió quién era Dios para él. Lc dice que esa manifestación de Dios en Jesús se produjo mientras oraba. El descubrimiento de esa presencia nace sencillamente de su conciencia de criatura. Dios como creador está en la base de todo ser creado, constituyéndolo en ser. Yo soy yo porque soy de Dios. Todo lo que tengo de positivo me lo está comunicando Dios; es el mismo ser de Dios en mí. Solo una cosa me diferencia de Dios; mis limitaciones. Esas sí son mías y hacen que yo no sea Dios, ni criatura alguna que pueda identificarse absolutamente con Dios. Lo importante para nosotros es intentar descubrir lo que pasó en el interior de Jesús y ver hasta qué punto podemos nosotros aproximarnos a esa misma experiencia. La experiencia de Dios que tuvo Jesús no fue un chispazo que sucedió en un instante. Más bien tenemos que pensar en una toma de conciencia progresiva que le fue acercando a lo que después intentó transmitir a los discípulos. Los evangelios no dejan lugar a duda sobre la dificultad que tuvieron los primeros seguidores de Jesús para entender esto. Eran todos judíos y la religiosidad judía estaba basada en la Ley y el templo, es decir, en una relación puramente externa con Dios. Para nosotros esto es muy importante. Una toma de conciencia de nuestro verdadero ser no puede producirse de la noche a la mañana. ¿Cómo interpretaron los primeros cristianos, todos judíos, este relato? Dios, desde el cielo, manda su Espíritu sobre Jesús. Para ellos Hijo de Dios y ungido era lo mismo. Hijo de Dios era el rey una vez ungido; el sumo sacerdote, también ungido; el pueblo elegido por Dios. Lo más contrario a la religión judía era la idea de otro Dios o un Hijo de Dios. ¿Cómo debemos interpretar nosotros esa interpretación? Hoy tenemos conocimientos suficientes para recuperar el sentido de los textos y salir de una mitología que nos ha despistado durante siglos. Jesús es hijo de Dios porque salió al Padre, imitó en todo al Padre, le hizo presente en todo lo que hacía. Pero entonces también yo puedo ser hijo como lo fue Jesús. Meditación Jesús nació del Agua y del Espíritu. Este segundo nacimiento dará a luz mi verdadero ser. Ya está en mí, pero tengo que descubrirlo. No te identifiques con tus limitaciones. Tus fallos son carencias, pero tú eres lo positivo que hay en ti. Fray Marcos - - - - - - JESÚS, EL HIJO PERFECTO José Enrique Galarreta Lc 3, 15-16 y 21-22 Los cuatro evangelistas dejan constancia de la presencia de Jesús en el Jordán, en el entorno del Bautista, y la manifestación del Espíritu que allí tuvo lugar. Esta reiteración indica a las clareas el carácter histórico de este acontecimiento, tan significativo que, después de la resurrección, se tiene por condición para ser considerado "testigo de Jesús", el hecho de haber estado con él (con ellos) desde el principio, es decir, desde el Jordán. Pero el interés de estos relatos está, más que en la circunstancia histórica, en la manifestación del Espíritu, que indica, en el arranque mismo de la vida pública "QUIEN ES ÉSTE". Jesús queda definido por el Espíritu, el Hijo predilecto, y la lógica invitación a escucharle, que sirve como presentación del resto del evangelio. El tema fundamental que nos plantean las lecturas de hoy es el mismo de la Epifanía: la manifestación de Jesús. Tradicionalmente, la Iglesia, dependiendo de sus orígenes judaicos, ha entendido la manifestación de Jesús al mundo en dos etapas: la manifestación a Israel y la manifestación "también" a los gentiles. La primera está representada en el anuncio del Ángel a los pastores: "Os anuncio una gran alegría "para todo el pueblo". La segunda, se representa en la Epifanía, la manifestación a los Magos de Oriente, y en el Bautismo de Jesús, que es la Manifestación suprema puesto que se dice quién es éste: el Hijo, el Predilecto. El resumen de todo el mensaje es, por tanto: JESÚS, LLENO DEL ESPÍRITU DE DIOS, EN QUIEN SE MUESTRA EL ESPÍRITU. Creo que hay para nosotros dos niveles de reflexión muy importantes en estas lecturas: Jesús, el hombre lleno del Espíritu y qué Espíritu se muestra en Jesús. Jesús, el hombre lleno del espíritu. "Acostumbrados" a una cristología meramente descendente, en la que Jesús se nos ha presentado como "El Logos hecho carne", descuidamos con frecuencia estos mensajes, tan antiguos y originales. Un hombre, hijo de una mujer, que crece y sufre y siente tentaciones y ora y se desanima y muere... Un hombre. Si no partimos de aquí, nuestra fe en Jesús corre mucho peligro: si la fe en la divinidad destruye la humanidad de Jesús, no creemos en Jesús sino en otro. Lleno del Espíritu. El Espíritu es "la ruah", el viento de Dios, tan presente en todo el AT, desde Génesis 1 como presencia creadora, hasta la fuerza que suscita e impulsa a los jueces y profetas. La fuerza de Dios, poderosa e invisible, que alienta en el mundo y lo anima: es la fuerza de Dios Creador/Salvador. Los evangelios y los Hechos presentan a Jesús como "lleno" de esa fuerza, de ese viento. Juan habla de que en él reside "en plenitud". Son magníficas imágenes, nada más que imágenes. Cuando, fascinados por los hechos, los comportamientos, las palabras de Jesús, surge en nosotros la pregunta: ¿quién es este hombre?, la respuesta es "el hombre lleno del Espíritu, lleno del Viento de Dios". Hasta tal punto está "lleno" del Espíritu, que en él podemos ver cómo es el Espíritu de Dios. No podemos ver a Dios, pero podemos ver su Espíritu en Jesús. Jesús es así, luego Dios es así, porque el Espíritu es el mismo. Este es un sólido fundamento para nuestra fe. Personalmente, lo tengo por un fundamento y un proceso de fe imprescindibles. Qué "espíritu" se muestra en Jesús. En los evangelios se muestra ese Espíritu en todas las ocasiones y en múltiples aspectos: es pobre, lleno de mansedumbre, sabe sufrir, sabe perdonar, trabaja por la paz, es limpio de corazón, sufre por la justicia, es valeroso, se arriesga por curar y por perdonar, dice la verdad sin importarle cómo lo tomen, es capaz de afrontar la muerte... Todo ello se resume en "es Hijo". Dios es Abbá, y Jesús es "el hijo perfecto". El Espíritu de Jesús es ante todo espíritu de hijo, no de criado, no de sometido, no de temor, no de asalariado. Este Espíritu de Hijo le hace "estar en las cosas de su Padre". Y las cosas de su padre son los demás hijos. Y aquí es donde la escena del bautismo cobra enorme valor simbólico, como probablemente lo tuvo en sentido histórico: Jesús asume su condición de Hijo, se deja invadir del Espíritu, rechaza toda tentación de mesianismos falsos y se entrega en absoluto a las cosas de su Padre, a los demás hijos. Cuando Jesús habla del Bautismo no se refiere a la institución de un rito de iniciación. Lo hace de manera muy distinta: "Con un bautismo tengo que ser bautizado. y ¡cómo se estremece mi alma mientras esto llega!" (Lucas 12,50) "¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber y ser bautizados con el bautismo que yo he de recibir?..." (Marcos 10,38) Recordemos que el bautismo se hacía por inmersión, metiendo al neófito en agua para sacarlo después. Para Jesús, el bautismo es "sumergirse de cabeza" en su misión de Hijo, entregar la vida hasta la muerte por los demás hijos. Y en eso se muestra El Espíritu, ése es el Espíritu de Dios. Por eso creemos en Jesús, porque vemos en él la obra del Espíritu: hacer que un hombre se entregue totalmente a sus hermanos. Este domingo, por tanto, cierra maravillosamente el ciclo de Navidad. Luego vendrá la vida pública de Jesús, su trabajo como Hijo en favor de los hijos. Pero ya sabemos quién es éste, y ya empezamos a ver, en Él, cómo es Dios. Esto lleva a un proceso de conversión. Como hemos sido educados en el conocimiento de Jesucristo, y hemos aceptado -mucho antes de saber lo que decíamos- que Jesús es "Dios y hombre a la vez", no nos resulta disonante esta afirmación, tan evidentemente contradictoria para cualquier mente medianamente pensante. También sucede que nos hemos acostumbrado a pertenecer a la iglesia sin que se nos haya pedido a cambio un compromiso real y profundo con los demás. Se nos bautizó sin enterarnos de nada, nos confirmamos quizá sin hacer una verdadero opción de vida, comulgamos con Jesús sin comulgar mucho con los hermanos.... Extraña manera de "ser de Jesús". El bautismo de Jesús es un acto de comunión: Jesús comulga con las demás personas, se tira al agua con ellas, tira su vida por todos. Y ¿qué es nuestra comunión con Jesús, la que celebramos en la Eucaristía cada domingo, si no es comunión con los demás? Si nuestra comunión es comulgar a Jesús para nuestro alimento personal, pero no es comulgar con todos como Jesús, por su mismo Espíritu de Comunión, nuestro acto no es más que una "acción sagrada", un rito con escaso o ningún poder de transformación, de comunicación del Espíritu. Lo de Juan Bautista era agua, nada más: la ley, el cumplimiento, el castigo... Bueno, pero sólo agua. Lo de Jesús es "Espíritu y fuego". El fuego es el amor de Dios, el amor que mueve el corazón de Jesús. Si miramos y remiramos la vida de Jesús, lo que hace y lo que siente y lo que dice, tendremos una evidencia: este hombre es inexplicable sin El Espíritu. Pero de todo esto se desprende una pregunta, la más básica, la que de verdad nos importa: ¿Quién es Jesús PARA MÍ?. Nos la hemos hecho muchas veces, y la renovamos una vez más, porque es la primera piedra, sobre la que se construye todo el edificio de la fe y toda nuestra manera de vivir. Habremos llegado a la fe en Jesús por muy diversos caminos, todos buenos si llegan a Él. Pero la fe en Jesús no es una tranquila y definitiva posesión, sino algo así como un territorio en que se entra, y cada vez se va uno adentrando más en él. Cada día se descubriendo más, se va purificando más, se va haciendo más íntimamente innegable. Quizá fue al principio una fe muy histórica y muy mítica. Aceptamos la historia y aceptamos a Jesús como Palabra de Dios, y ya está. Vimos los evangelios como narraciones históricas que ni quitaban ni ponían nada por cuenta de los autores. Incluso vimos a Jesús como si fuera "el Todopoderoso disfrazado de hombre". Pero hicimos algo bueno: le seguimos. Intentamos hacerle norma de nuestra vida. Incluso en este aspecto, quizá entendimos el Evangelio como unos nuevos Mandamientos, como preceptos más perfectos y más difíciles, de cuyo cumplimiento Dios nos pediría cuentas. Poco a poco entendimos más. Entendimos que los evangelistas nos han transmitido su fe, y la de la primera comunidad. Y entonces nos gustó más que antes el relato, porque ya no era algo mítico, dictado por Dios e infalible en todas sus comas, sino el testimonio de la fe de hombres como nosotros. Luego entendimos más a Jesús: no como un misterio incomprensible, una divinidad aparentemente humana, sino como un hombre lleno del espíritu de Dios, en el cual resplandece lo divino de manera incomparable, cualitativamente distinta a lo que sucede en cualquier otro ser de la creación, que también refleja a Dios. Entonces empezamos a comprender que en Él se ve cómo es Dios mismo. Y descubrimos que Dios trabaja por los hombres, no rompe la caña quebrada, es luz para la vida, quiere la vida plena para todos, nos ofrece un destino impensable... y nos invita a trabajar para que todo eso se haga realidad. Y nos enganchamos a la tarea de Jesús. Y por eso nos metimos en la iglesia, la comunidad de mujeres y hombres que ha dado su asentimiento a Jesús, que acepta el Dios que resplandece en Jesús, que está animada por el mismo espíritu salvador de Jesús, que entiende la vida y la muerte como Él la entendía.... Y nos damos cuenta que, si somos sinceros, "eso" va creciendo en nosotros cada día, se hace cada vez más evidente que no hay imagen de Dios y del hombre más convincente, ni modo de vida más humano ni más exigente ni más tranquilizador... Y renovamos cada día nuestra adhesión a Él, y seguimos descubriéndole y queriéndole y convirtiéndonos y trabajando más.... Este domingo, pues, en la Eucaristía, se nos ofrece una vez más la oportunidad de "comulgar con Jesús", explicitar nuestra adhesión y nuestro compromiso con Él, renovar nuestro bautismo, comulgar con la Iglesia, sintiéndonos unidos a toda esa enorme comunidad de gente que cree en la bondad, en la austeridad, en la sencillez, en la verdad.... que forman, sabiéndolo o sin saberlo, la gran familia de los que luchan por el Reino. Jesús salió de su casa de Nazaret, dejó atrás a su madre, a sus hermanos, su oficio... pasó por el entorno de Juan, se fue al monte a orar durante muchos días ... y acabó lanzándose a los caminos de Galilea a anunciar la Buena Noticia. Los evangelistas no lo reseñan, pero estamos ante los relatos de LA VOCACIÓN DE JESÚS. Jesús que se siente empujado por el Espíritu, Jesús que se siente "Hijo para los hijos". Sería muy bueno que pensemos hoy en nuestra vocación. Nuestro llamamiento, nuestro Espíritu, que nos empuja. Sería muy bueno que pensáramos en nuestra propia historia, en la historia de nuestra fe, en la historia del camino que el Espíritu nos ha hecho recorrer. Hace años que conocimos a Jesús. Quizá al principio mal, confusamente, lleno quizá de mitos y tópicos. Sería bueno que le viéramos crecer, dentro de nosotros. Cómo ha ido limpiándose esa imagen, cómo ha ido resultando cada vez más convincente, más comprometedora, cómo nos empuja, nos atrae, nos hace caminar. Es un día para pensar en nuestro bautismo, una invitación permanente de meterse en su aventura, de dejarse invadir por su espíritu, de ponerse a trabajar en el Reino. Es un día para comulgar muy conscientemente: comulgar con Él, con su Dios, con su proyecto, con sus valores, con su modo entero de vivir. José Enrique Galarreta - - - - - - BAUTISMO DE JESÚS José Luis Sicre Un ejercicio sencillo y una sorpresa Imagina todo lo que has hecho o te ha ocurrido desde que tenías doce años hasta los treinta (suponiendo que hayas llegado a esa edad). Si escribes la lista necesitarás más de una página. Si la desarrollas con detalle, saldrá un libro. La sorpresa consiste es que de Jesús no sabemos nada durante casi veinte años. Según Lucas, cuando subió al templo con sus padres tenía doce años de edad; cuando se bautiza, unos treinta. ¿Qué ha ocurrido mientras tanto? No sabemos nada. Cualquier teoría que se proponga es pura imaginación. Este silencio de los evangelistas resulta muy llamativo. Podían haber contado cosas interesantes de aquellos años: de Nazaret, con sus peculiares casas excavadas en la tierra; de la capital de la región, Séforis, a sólo 5 km de distancia, atacada por los romanos cuando Jesús era niño, y cuya población terminó vendida como esclavos; de la construcción de la nueva capital de la región, Tiberias, en la orilla del lago de Galilea, empresa que se terminó cuando Jesús tenía poco más de veinte años. Nada de esto se cuenta; a los evangelistas no les interesa escribir la biografía de su protagonista. Pero más llamativo que el silencio de los evangelistas es el silencio de Dios. Al profeta Samuel lo llamó cuando era un niño (según Flavio Josefo tenía doce años); a Jeremías, cuando era un muchacho y se sentía incapaz de llevar a cabo su misión; a Isaías, con unos veinte años. ¿Por qué espera hasta que Jesús tiene unos treinta años, edad muy avanzada para aquella época? No lo sabemos. Los caminos de Dios no son nuestros caminos. Buscando explicaciones humanas, podríamos decir que Isaías y Jeremías tenían como misión transmitir lo que Dios les dijese; Jesús, en cambio, además de esto formará un grupo de seguidores, será para ellos un maestro, un rabí, algo que no puede ser con veinte años. Pero esto no soluciona el problema. Seguimos sin saber qué hizo Jesús durante tan largo tiempo. Para los evangelistas, lo importante comienza con el bautismo. El bautismo de Jesús Es uno de los momentos en que más duro se hace el silencio. ¿Por qué Jesús decide ir al Jordán? ¿Cómo se enteró de lo que hacía y decía Juan Bautista? ¿Por qué le interesa tanto? Ningún evangelista lo dice. Lucas sigue muy de cerca al relato de Marcos, pero añade dos detalles de interés: 1) Jesús se bautiza, en un bautismo general; con ello sugiere la estrecha relación de Jesús con las demás personas; 2) la venida del Espíritu tiene lugar mientras oraba, porque Lucas tiene especial interés en presentar a Jesús rezando en los momentos fundamentales de su vida, para que nos sirva de ejemplo a los cristianos. Por lo demás, Lucas se atiene a los dos elementos esenciales: el Espíritu y la voz del cielo. La venida del Espíritu tiene especial importancia, porque entre algunos rabinos existía la idea de que el Espíritu había dejado de comunicarse después de Esdras (siglo V a.C.). Ahora, al venir sobre Jesús, se inaugura una etapa nueva en la historia de las relaciones de Dios con la humanidad. Porque ese Espíritu que viene sobre Jesús es el mismo con el que él nos bautizará, según las palabras de Juan Bautista. La voz del cielo. A un oyente judío, las palabras Tú eres mi Hijo querido, mi predilecto le recuerdan dos textos con sentido muy distinto. El Sal 2,7: Tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy, e Isaías 42,1: Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero. El primer texto habla del rey, que en el momento de su entronización recibía el título de hijo de Dios por su especial relación con él. El segundo se refiere a un personaje que salva al pueblo a través del sufrimiento y con enorme paciencia. Lucas quiere evocarnos las dos ideas: dignidad de Jesús y salvación a través del sufrimiento. El lector del evangelio podrá sentirse en algún momento escandalizado por las cosas que hace y dice Jesús, que terminarán costándole la muerte, pero debe recordar que no es un blasfemo ni un hereje, sino el hijo de Dios guiado por el Espíritu. El programa futuro de Jesús Pero las palabras del cielo no sólo hablan de la dignidad de Jesús, le trazan también un programa. Es lo que indica la primera lectura de este domingo, tomada del libro de Isaías (42,1-4.6-7). El programa indica, ante todo, lo que no hará: gritar, clamar, vocear, que equivale a amenazar y condenar; quebrar la caña cascada y apagar el pabilo vacilante, símbolos de seres peligrosos o débiles, que es preferible eliminar (basta pensar en Leví, el recaudador de impuestos, la mujer sorprendida en adulterio, la prostituta). Dice luego lo que hará: promover e implantar el derecho, o, dicho de otra forma, abrir los ojos de los ciegos, sacar a los cautivos de la prisión; estas imágenes se refieren probablemente a la actividad del rey persa Ciro, del que espera el profeta la liberación de los pueblos sometidos por Babilonia; aplicadas a Jesús tienen un sentido distinto, más global y profundo, que incluye la liberación espiritual y personal. El programa incluye también cómo se comportará: no vacilará ni se quebrará. Su misión no será sencilla ni bien acogida por todos. Abundarán las críticas y las condenas, sobre todo por parte de las autoridades religiosas judías (escribas, fariseos, sumos sacerdotes). Pero en todo momento se mantendrá firme, hasta la muerte. Misión cumplida: pasó haciendo el bien La segunda lectura, de los Hechos de los Apóstoles, Pedro, dirigiéndose al centurión Cornelio y a su familia, resumen en pocas palabras la actividad de Jesús: Pasó haciendo el bien. Un buen ejemplo para vivir nuestro bautismo. José Luis Sicre

Franciscanos de Tijuana 21.11.2022

José Antonio Pagola - INICIAR LA REACCIÓN - Comparte Buenas Noticias, da Click a COMPARTIR- El Bautista no permite que la gente lo confunda con el Mesías. Conoc...e sus límites y los reconoce. Hay alguien más fuerte y decisivo que él. El único al que el pueblo ha de acoger. La razón es clara. El Bautista les ofrece un bautismo de agua. Solo Jesús, el Mesías, los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. A juicio de no pocos observadores, el mayor problema de la Iglesia de hoy es la mediocridad espiritual. La Iglesia no posee el vigor espiritual que necesita para enfrentarse a los retos del momento actual. Cada vez es más patente. Necesitamos ser bautizados por Jesús con su fuego y su Espíritu. En no pocos cristianos esta creciendo el miedo a todo lo que pueda llevarnos a una renovación. Se insiste mucho en la continuidad para conservar el pasado, pero no nos preocupamos de escuchar las llamadas del Espíritu para preparar el futuro. Poco a poco nos estamos quedando ciegos para leer los signos de los tiempos. Se da primacía a certezas y creencias para robustecer la fe y lograr una mayor cohesión eclesial frente a la sociedad moderna, pero con frecuencia no se cultiva la adhesión viva a Jesús. ¿Se nos ha olvidado que él es más fuerte que todos nosotros? La doctrina religiosa, expuesta casi siempre con categorías premodernas, no toca los corazones ni convierte nuestras vidas. Abandonado el aliento renovador del Concilio, se ha ido apagando la alegría en sectores importantes del pueblo cristiano, para dar paso a la resignación. De manera callada pero palpable va creciendo el desafecto y la separación entre la institución eclesial y no pocos cristianos. Es urgente crear cuanto antes un clima más amable y cordial. Cualquiera no podrá despertar en el pueblo sencillo la ilusión perdida. Necesitamos volver a las raíces de nuestra fe. Ponernos en contacto con el Evangelio. Alimentarnos de las palabras de Jesús que son espíritu y vida. Dentro de unos años, nuestras comunidades cristianas serán muy pequeñas. En muchas parroquias no habrá ya presbíteros de forma permanente. Que importante es cuidar desde ahora un núcleo de creyentes en torno al Evangelio. Ellos mantendrán vivo el Espíritu de Jesús entre nosotros. Todo será más humilde, pero también más evangélico. A nosotros se nos pide iniciar ya la reacción. Lo mejor que podemos dejar en herencia a las futuras generaciones es un amor nuevo a Jesús y una fe más centrada en su persona y su proyecto. Lo demás es más secundario. Si viven desde el Espíritu de Jesús, encontrarán caminos nuevos. Bautismo del Señor - C (Lc 3,15-16.21-22) 13 de enero 2019 José Antonio Pagola [email protected] Fuentes : http://www.gruposdejesus.com http://sanvicentemartirdeabando.org/ http://eclesalia.wordpress.com/ http://feadulta.com/ - - - - - - YO ESPERO... Florentino Ulibarri Yo espero que venga lo nuevo y novedoso con el mismo ímpetu y fuerza de convicción, por lo menos, con que viene lo que ya conocemos y nunca alcanzamos, porque otros lo tienen en sus manos, y sólo nos ofrecen migajas para ilusionarnos, confundirnos y hacernos esclavos. Y espero, cada vez con más ahínco y fe, que no surja de nuestros hechos, ni de nuestros estériles sueños, ni de nuestros vanos recuerdos, ni de nuestras entrañas malcriadas, ni de nuestros derechos tan protegidos... sino de tu ternura y gracia. Yo espero, gratuitamente, que se abra el cielo, que tu Espíritu nos bautice y renueve por fuera y dentro, y que empiece acá tu reino. - - - - - - CELEBRAMOS HOY EL VERDADERO NACIMIENTO DE JESÚS Fray Marcos Lc 3, 15-22 Comenzamos el tiempo ordinario. El bautismo es el primer acontecimiento que los evangelios nos narran de la vida de Jesús. Es además, el más significativo desde su nacimiento hasta su muerte. Lo importante no es el hecho en sí, sino la carga simbólica que el relato encierra. El bautismo y las tentaciones hablan de la profunda transformación que produjo en él una experiencia que se pudo prolongar durante años. Jesús descubrió lo que Dios era para él y lo que tenía que ser él para los demás. Descubrió el sentido de su vida. Los cuatro evangelistas resaltan la importancia que tuvo para Jesús el encuentro con Juan el Bautista y el descubrimiento de su misión y; a pesar de que es un reconocimiento de cierta dependencia de Jesús con relación a Juan. Ningún relato nos ha llegado de los discípulos de Juan. Todo lo que sabemos de él lo conocemos a través de los escritos cristianos. Si lo han narrado todos los evangelistas, a pesar de que se podía interpretar como una subordinación a Juan, quiere decir que tiene unas posibilidades muy grandes de ser histórico. Celebramos hoy el verdadero nacimiento de Jesús. Él mismo nos dijo que el nacimiento del agua y del Espíritu era lo importante. Si seguimos celebrando con mayor énfasis el nacimiento carnal, es que no hemos entendido el mensaje evangélico. Nuestra religión sigue empeñada en que busquemos a Dios donde no está. Dios no está en lo que podemos percibir por los sentidos. Dios está en lo hondo del ser y allí tenemos que descubrirlo. El bautismo de Jesús tiene un hondo calado en todos los evangelios, porque el relato nos lanza más allá de lo sensible. Marcos y Juan comienzan su evangelio con el bautismo. Lc no da ninguna importancia al hecho del bautismo. Destaca los símbolos: Cielo abierto, bajada del Espíritu y voz del Padre. Imágenes que en el AT están relacionadas con el Mesías. Se trata de una teofanía. Según aquella mentalidad, Dios está en los cielos y tiene que venir de allí. Abrirse los cielos es señal de que Dios se acerca a los hombres. Esa venida tiene que ser descrita de una manera sensible, para poder ser percibida. Lo importante no es lo que sucedió fuera, sino lo que vivió Jesús dentro de sí mismo. Jn no narra el bautismo, lo da por supuesto y habla directamente de la presencia del Espíritu en Jesús. El gran protagonista de la liturgia de hoy es el Espíritu. En las tres lecturas se hace referencia directa a él. En el NT el Espíritu es entendido a través de Jesús; y a la vez, Jesús es entendido a través del Espíritu. Esto indica hasta qué punto se consideran mutuamente implicados. Comprenderemos esto mejor si damos un repaso a la relación de Jesús con el Espíritu en los evangelios, aunque no en todos los lugares espíritu se refiere a lo mismo. Marcos: 1,10 Vio rasgarse los cielos y al Espíritu descender sobre él. 1,12 El Espíritu lo impulsó hacia el desierto. Mateo: 3,16 Se abrieron los cielos y vio el Espíritu de Dios que bajaba como paloma. Lucas: 3,22 El Espíritu Santo bajó sobre él en forma corporal como una paloma. 4,1 Jesús salió del Jordán lleno del Espíritu Santo. 4,14 Jesús, lleno de la fuerza del Espíritu, regresó a galilea. 4,18 El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Juan: 1,32 Yo he visto que el Espíritu bajaba del cielo y permanecía sobre él. 1,33 Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu, es quien bautiza con E. S. y fuego. 3,5 Nadie puede entrar en el Reino, si no nace del agua y del Espíritu. 6,63 El Espíritu es el que da vida, la carne no sirve de nada. También hay que recordar que estamos hablando de la experiencia de Jesús como ser humano, no de la segunda o de la tercera persona de la Trinidad. Lo que de verdad nos debe importar a nosotros es el descubrimiento de la relación de Dios para con él, como ser humano, y la respuesta que el hombre Jesús dio a esa toma de conciencia. Lo singular de esa relación es la respuesta de Jesús a esa presencia de Dios-Espíritu en él. En contra de lo que siempre se nos ha dicho, el bautismo no es la prueba de la divinidad de Jesús, sino la prueba de una verdadera humanidad. Un ser humano que afronta sus limitaciones y ora. En el discurso de Jn en la última cena, Jesús hace referencia al Espíritu que les enviará, pero también les dice que no les dejará huérfanos. Esas dos expresiones hacen referencia a la misma realidad. También dice que el Padre y él vendrán y harán morada en aquel que le ama. Jesús se siente identificado con Dios, que es Espíritu. No tenemos datos para poder adentrarnos en la psicología de Jesús, pero los evangelios no dejan ninguna duda sobre la relación de Jesús con Dios. Fue una relación personal. Se atreve a llamarle Abba, (papá) cosa inusitada en su época y aún en la nuestra. Hace su voluntad; Le escucha siempre; etc. Todo el mensaje de Jesús se reduce a manifestar su experiencia de Dios. El único objetivo de su predicación fue que también nosotros lleguemos a esa misma experiencia. La comunicación de Jesús con su "Abba" no fue a través de los sentidos ni a través de un órgano portentoso. Se comunicaba con Dios como nos podemos comunicar cualquiera de nosotros. Ningún hilo telefónico especial. Tenemos que descartar cualquier privilegio en este sentido. A través de la oración, de la contemplación el Hombre Jesús descubrió quién era Dios para él. Lc dice que esa manifestación de Dios en Jesús se produjo mientras oraba. El descubrimiento de esa presencia nace sencillamente de su conciencia de criatura. Dios como creador está en la base de todo ser creado, constituyéndolo en ser. Yo soy yo porque soy de Dios. Todo lo que tengo de positivo me lo está comunicando Dios; es el mismo ser de Dios en mí. Solo una cosa me diferencia de Dios; mis limitaciones. Esas sí son mías y hacen que yo no sea Dios, ni criatura alguna que pueda identificarse absolutamente con Dios. Lo importante para nosotros es intentar descubrir lo que pasó en el interior de Jesús y ver hasta qué punto podemos nosotros aproximarnos a esa misma experiencia. La experiencia de Dios que tuvo Jesús no fue un chispazo que sucedió en un instante. Más bien tenemos que pensar en una toma de conciencia progresiva que le fue acercando a lo que después intentó transmitir a los discípulos. Los evangelios no dejan lugar a duda sobre la dificultad que tuvieron los primeros seguidores de Jesús para entender esto. Eran todos judíos y la religiosidad judía estaba basada en la Ley y el templo, es decir, en una relación puramente externa con Dios. Para nosotros esto es muy importante. Una toma de conciencia de nuestro verdadero ser no puede producirse de la noche a la mañana. ¿Cómo interpretaron los primeros cristianos, todos judíos, este relato? Dios, desde el cielo, manda su Espíritu sobre Jesús. Para ellos Hijo de Dios y ungido era lo mismo. Hijo de Dios era el rey una vez ungido; el sumo sacerdote, también ungido; el pueblo elegido por Dios. Lo más contrario a la religión judía era la idea de otro Dios o un Hijo de Dios. ¿Cómo debemos interpretar nosotros esa interpretación? Hoy tenemos conocimientos suficientes para recuperar el sentido de los textos y salir de una mitología que nos ha despistado durante siglos. Jesús es hijo de Dios porque salió al Padre, imitó en todo al Padre, le hizo presente en todo lo que hacía. Pero entonces también yo puedo ser hijo como lo fue Jesús. Meditación Jesús nació del Agua y del Espíritu. Este segundo nacimiento dará a luz mi verdadero ser. Ya está en mí, pero tengo que descubrirlo. No te identifiques con tus limitaciones. Tus fallos son carencias, pero tú eres lo positivo que hay en ti. Fray Marcos - - - - - - JESÚS, EL HIJO PERFECTO José Enrique Galarreta Lc 3, 15-16 y 21-22 Los cuatro evangelistas dejan constancia de la presencia de Jesús en el Jordán, en el entorno del Bautista, y la manifestación del Espíritu que allí tuvo lugar. Esta reiteración indica a las clareas el carácter histórico de este acontecimiento, tan significativo que, después de la resurrección, se tiene por condición para ser considerado "testigo de Jesús", el hecho de haber estado con él (con ellos) desde el principio, es decir, desde el Jordán. Pero el interés de estos relatos está, más que en la circunstancia histórica, en la manifestación del Espíritu, que indica, en el arranque mismo de la vida pública "QUIEN ES ÉSTE". Jesús queda definido por el Espíritu, el Hijo predilecto, y la lógica invitación a escucharle, que sirve como presentación del resto del evangelio. El tema fundamental que nos plantean las lecturas de hoy es el mismo de la Epifanía: la manifestación de Jesús. Tradicionalmente, la Iglesia, dependiendo de sus orígenes judaicos, ha entendido la manifestación de Jesús al mundo en dos etapas: la manifestación a Israel y la manifestación "también" a los gentiles. La primera está representada en el anuncio del Ángel a los pastores: "Os anuncio una gran alegría "para todo el pueblo". La segunda, se representa en la Epifanía, la manifestación a los Magos de Oriente, y en el Bautismo de Jesús, que es la Manifestación suprema puesto que se dice quién es éste: el Hijo, el Predilecto. El resumen de todo el mensaje es, por tanto: JESÚS, LLENO DEL ESPÍRITU DE DIOS, EN QUIEN SE MUESTRA EL ESPÍRITU. Creo que hay para nosotros dos niveles de reflexión muy importantes en estas lecturas: Jesús, el hombre lleno del Espíritu y qué Espíritu se muestra en Jesús. Jesús, el hombre lleno del espíritu. "Acostumbrados" a una cristología meramente descendente, en la que Jesús se nos ha presentado como "El Logos hecho carne", descuidamos con frecuencia estos mensajes, tan antiguos y originales. Un hombre, hijo de una mujer, que crece y sufre y siente tentaciones y ora y se desanima y muere... Un hombre. Si no partimos de aquí, nuestra fe en Jesús corre mucho peligro: si la fe en la divinidad destruye la humanidad de Jesús, no creemos en Jesús sino en otro. Lleno del Espíritu. El Espíritu es "la ruah", el viento de Dios, tan presente en todo el AT, desde Génesis 1 como presencia creadora, hasta la fuerza que suscita e impulsa a los jueces y profetas. La fuerza de Dios, poderosa e invisible, que alienta en el mundo y lo anima: es la fuerza de Dios Creador/Salvador. Los evangelios y los Hechos presentan a Jesús como "lleno" de esa fuerza, de ese viento. Juan habla de que en él reside "en plenitud". Son magníficas imágenes, nada más que imágenes. Cuando, fascinados por los hechos, los comportamientos, las palabras de Jesús, surge en nosotros la pregunta: ¿quién es este hombre?, la respuesta es "el hombre lleno del Espíritu, lleno del Viento de Dios". Hasta tal punto está "lleno" del Espíritu, que en él podemos ver cómo es el Espíritu de Dios. No podemos ver a Dios, pero podemos ver su Espíritu en Jesús. Jesús es así, luego Dios es así, porque el Espíritu es el mismo. Este es un sólido fundamento para nuestra fe. Personalmente, lo tengo por un fundamento y un proceso de fe imprescindibles. Qué "espíritu" se muestra en Jesús. En los evangelios se muestra ese Espíritu en todas las ocasiones y en múltiples aspectos: es pobre, lleno de mansedumbre, sabe sufrir, sabe perdonar, trabaja por la paz, es limpio de corazón, sufre por la justicia, es valeroso, se arriesga por curar y por perdonar, dice la verdad sin importarle cómo lo tomen, es capaz de afrontar la muerte... Todo ello se resume en "es Hijo". Dios es Abbá, y Jesús es "el hijo perfecto". El Espíritu de Jesús es ante todo espíritu de hijo, no de criado, no de sometido, no de temor, no de asalariado. Este Espíritu de Hijo le hace "estar en las cosas de su Padre". Y las cosas de su padre son los demás hijos. Y aquí es donde la escena del bautismo cobra enorme valor simbólico, como probablemente lo tuvo en sentido histórico: Jesús asume su condición de Hijo, se deja invadir del Espíritu, rechaza toda tentación de mesianismos falsos y se entrega en absoluto a las cosas de su Padre, a los demás hijos. Cuando Jesús habla del Bautismo no se refiere a la institución de un rito de iniciación. Lo hace de manera muy distinta: "Con un bautismo tengo que ser bautizado. y ¡cómo se estremece mi alma mientras esto llega!" (Lucas 12,50) "¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber y ser bautizados con el bautismo que yo he de recibir?..." (Marcos 10,38) Recordemos que el bautismo se hacía por inmersión, metiendo al neófito en agua para sacarlo después. Para Jesús, el bautismo es "sumergirse de cabeza" en su misión de Hijo, entregar la vida hasta la muerte por los demás hijos. Y en eso se muestra El Espíritu, ése es el Espíritu de Dios. Por eso creemos en Jesús, porque vemos en él la obra del Espíritu: hacer que un hombre se entregue totalmente a sus hermanos. Este domingo, por tanto, cierra maravillosamente el ciclo de Navidad. Luego vendrá la vida pública de Jesús, su trabajo como Hijo en favor de los hijos. Pero ya sabemos quién es éste, y ya empezamos a ver, en Él, cómo es Dios. Esto lleva a un proceso de conversión. Como hemos sido educados en el conocimiento de Jesucristo, y hemos aceptado -mucho antes de saber lo que decíamos- que Jesús es "Dios y hombre a la vez", no nos resulta disonante esta afirmación, tan evidentemente contradictoria para cualquier mente medianamente pensante. También sucede que nos hemos acostumbrado a pertenecer a la iglesia sin que se nos haya pedido a cambio un compromiso real y profundo con los demás. Se nos bautizó sin enterarnos de nada, nos confirmamos quizá sin hacer una verdadero opción de vida, comulgamos con Jesús sin comulgar mucho con los hermanos.... Extraña manera de "ser de Jesús". El bautismo de Jesús es un acto de comunión: Jesús comulga con las demás personas, se tira al agua con ellas, tira su vida por todos. Y ¿qué es nuestra comunión con Jesús, la que celebramos en la Eucaristía cada domingo, si no es comunión con los demás? Si nuestra comunión es comulgar a Jesús para nuestro alimento personal, pero no es comulgar con todos como Jesús, por su mismo Espíritu de Comunión, nuestro acto no es más que una "acción sagrada", un rito con escaso o ningún poder de transformación, de comunicación del Espíritu. Lo de Juan Bautista era agua, nada más: la ley, el cumplimiento, el castigo... Bueno, pero sólo agua. Lo de Jesús es "Espíritu y fuego". El fuego es el amor de Dios, el amor que mueve el corazón de Jesús. Si miramos y remiramos la vida de Jesús, lo que hace y lo que siente y lo que dice, tendremos una evidencia: este hombre es inexplicable sin El Espíritu. Pero de todo esto se desprende una pregunta, la más básica, la que de verdad nos importa: ¿Quién es Jesús PARA MÍ?. Nos la hemos hecho muchas veces, y la renovamos una vez más, porque es la primera piedra, sobre la que se construye todo el edificio de la fe y toda nuestra manera de vivir. Habremos llegado a la fe en Jesús por muy diversos caminos, todos buenos si llegan a Él. Pero la fe en Jesús no es una tranquila y definitiva posesión, sino algo así como un territorio en que se entra, y cada vez se va uno adentrando más en él. Cada día se descubriendo más, se va purificando más, se va haciendo más íntimamente innegable. Quizá fue al principio una fe muy histórica y muy mítica. Aceptamos la historia y aceptamos a Jesús como Palabra de Dios, y ya está. Vimos los evangelios como narraciones históricas que ni quitaban ni ponían nada por cuenta de los autores. Incluso vimos a Jesús como si fuera "el Todopoderoso disfrazado de hombre". Pero hicimos algo bueno: le seguimos. Intentamos hacerle norma de nuestra vida. Incluso en este aspecto, quizá entendimos el Evangelio como unos nuevos Mandamientos, como preceptos más perfectos y más difíciles, de cuyo cumplimiento Dios nos pediría cuentas. Poco a poco entendimos más. Entendimos que los evangelistas nos han transmitido su fe, y la de la primera comunidad. Y entonces nos gustó más que antes el relato, porque ya no era algo mítico, dictado por Dios e infalible en todas sus comas, sino el testimonio de la fe de hombres como nosotros. Luego entendimos más a Jesús: no como un misterio incomprensible, una divinidad aparentemente humana, sino como un hombre lleno del espíritu de Dios, en el cual resplandece lo divino de manera incomparable, cualitativamente distinta a lo que sucede en cualquier otro ser de la creación, que también refleja a Dios. Entonces empezamos a comprender que en Él se ve cómo es Dios mismo. Y descubrimos que Dios trabaja por los hombres, no rompe la caña quebrada, es luz para la vida, quiere la vida plena para todos, nos ofrece un destino impensable... y nos invita a trabajar para que todo eso se haga realidad. Y nos enganchamos a la tarea de Jesús. Y por eso nos metimos en la iglesia, la comunidad de mujeres y hombres que ha dado su asentimiento a Jesús, que acepta el Dios que resplandece en Jesús, que está animada por el mismo espíritu salvador de Jesús, que entiende la vida y la muerte como Él la entendía.... Y nos damos cuenta que, si somos sinceros, "eso" va creciendo en nosotros cada día, se hace cada vez más evidente que no hay imagen de Dios y del hombre más convincente, ni modo de vida más humano ni más exigente ni más tranquilizador... Y renovamos cada día nuestra adhesión a Él, y seguimos descubriéndole y queriéndole y convirtiéndonos y trabajando más.... Este domingo, pues, en la Eucaristía, se nos ofrece una vez más la oportunidad de "comulgar con Jesús", explicitar nuestra adhesión y nuestro compromiso con Él, renovar nuestro bautismo, comulgar con la Iglesia, sintiéndonos unidos a toda esa enorme comunidad de gente que cree en la bondad, en la austeridad, en la sencillez, en la verdad.... que forman, sabiéndolo o sin saberlo, la gran familia de los que luchan por el Reino. Jesús salió de su casa de Nazaret, dejó atrás a su madre, a sus hermanos, su oficio... pasó por el entorno de Juan, se fue al monte a orar durante muchos días ... y acabó lanzándose a los caminos de Galilea a anunciar la Buena Noticia. Los evangelistas no lo reseñan, pero estamos ante los relatos de LA VOCACIÓN DE JESÚS. Jesús que se siente empujado por el Espíritu, Jesús que se siente "Hijo para los hijos". Sería muy bueno que pensemos hoy en nuestra vocación. Nuestro llamamiento, nuestro Espíritu, que nos empuja. Sería muy bueno que pensáramos en nuestra propia historia, en la historia de nuestra fe, en la historia del camino que el Espíritu nos ha hecho recorrer. Hace años que conocimos a Jesús. Quizá al principio mal, confusamente, lleno quizá de mitos y tópicos. Sería bueno que le viéramos crecer, dentro de nosotros. Cómo ha ido limpiándose esa imagen, cómo ha ido resultando cada vez más convincente, más comprometedora, cómo nos empuja, nos atrae, nos hace caminar. Es un día para pensar en nuestro bautismo, una invitación permanente de meterse en su aventura, de dejarse invadir por su espíritu, de ponerse a trabajar en el Reino. Es un día para comulgar muy conscientemente: comulgar con Él, con su Dios, con su proyecto, con sus valores, con su modo entero de vivir. José Enrique Galarreta - - - - - - BAUTISMO DE JESÚS José Luis Sicre Un ejercicio sencillo y una sorpresa Imagina todo lo que has hecho o te ha ocurrido desde que tenías doce años hasta los treinta (suponiendo que hayas llegado a esa edad). Si escribes la lista necesitarás más de una página. Si la desarrollas con detalle, saldrá un libro. La sorpresa consiste es que de Jesús no sabemos nada durante casi veinte años. Según Lucas, cuando subió al templo con sus padres tenía doce años de edad; cuando se bautiza, unos treinta. ¿Qué ha ocurrido mientras tanto? No sabemos nada. Cualquier teoría que se proponga es pura imaginación. Este silencio de los evangelistas resulta muy llamativo. Podían haber contado cosas interesantes de aquellos años: de Nazaret, con sus peculiares casas excavadas en la tierra; de la capital de la región, Séforis, a sólo 5 km de distancia, atacada por los romanos cuando Jesús era niño, y cuya población terminó vendida como esclavos; de la construcción de la nueva capital de la región, Tiberias, en la orilla del lago de Galilea, empresa que se terminó cuando Jesús tenía poco más de veinte años. Nada de esto se cuenta; a los evangelistas no les interesa escribir la biografía de su protagonista. Pero más llamativo que el silencio de los evangelistas es el silencio de Dios. Al profeta Samuel lo llamó cuando era un niño (según Flavio Josefo tenía doce años); a Jeremías, cuando era un muchacho y se sentía incapaz de llevar a cabo su misión; a Isaías, con unos veinte años. ¿Por qué espera hasta que Jesús tiene unos treinta años, edad muy avanzada para aquella época? No lo sabemos. Los caminos de Dios no son nuestros caminos. Buscando explicaciones humanas, podríamos decir que Isaías y Jeremías tenían como misión transmitir lo que Dios les dijese; Jesús, en cambio, además de esto formará un grupo de seguidores, será para ellos un maestro, un rabí, algo que no puede ser con veinte años. Pero esto no soluciona el problema. Seguimos sin saber qué hizo Jesús durante tan largo tiempo. Para los evangelistas, lo importante comienza con el bautismo. El bautismo de Jesús Es uno de los momentos en que más duro se hace el silencio. ¿Por qué Jesús decide ir al Jordán? ¿Cómo se enteró de lo que hacía y decía Juan Bautista? ¿Por qué le interesa tanto? Ningún evangelista lo dice. Lucas sigue muy de cerca al relato de Marcos, pero añade dos detalles de interés: 1) Jesús se bautiza, en un bautismo general; con ello sugiere la estrecha relación de Jesús con las demás personas; 2) la venida del Espíritu tiene lugar mientras oraba, porque Lucas tiene especial interés en presentar a Jesús rezando en los momentos fundamentales de su vida, para que nos sirva de ejemplo a los cristianos. Por lo demás, Lucas se atiene a los dos elementos esenciales: el Espíritu y la voz del cielo. La venida del Espíritu tiene especial importancia, porque entre algunos rabinos existía la idea de que el Espíritu había dejado de comunicarse después de Esdras (siglo V a.C.). Ahora, al venir sobre Jesús, se inaugura una etapa nueva en la historia de las relaciones de Dios con la humanidad. Porque ese Espíritu que viene sobre Jesús es el mismo con el que él nos bautizará, según las palabras de Juan Bautista. La voz del cielo. A un oyente judío, las palabras Tú eres mi Hijo querido, mi predilecto le recuerdan dos textos con sentido muy distinto. El Sal 2,7: Tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy, e Isaías 42,1: Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero. El primer texto habla del rey, que en el momento de su entronización recibía el título de hijo de Dios por su especial relación con él. El segundo se refiere a un personaje que salva al pueblo a través del sufrimiento y con enorme paciencia. Lucas quiere evocarnos las dos ideas: dignidad de Jesús y salvación a través del sufrimiento. El lector del evangelio podrá sentirse en algún momento escandalizado por las cosas que hace y dice Jesús, que terminarán costándole la muerte, pero debe recordar que no es un blasfemo ni un hereje, sino el hijo de Dios guiado por el Espíritu. El programa futuro de Jesús Pero las palabras del cielo no sólo hablan de la dignidad de Jesús, le trazan también un programa. Es lo que indica la primera lectura de este domingo, tomada del libro de Isaías (42,1-4.6-7). El programa indica, ante todo, lo que no hará: gritar, clamar, vocear, que equivale a amenazar y condenar; quebrar la caña cascada y apagar el pabilo vacilante, símbolos de seres peligrosos o débiles, que es preferible eliminar (basta pensar en Leví, el recaudador de impuestos, la mujer sorprendida en adulterio, la prostituta). Dice luego lo que hará: promover e implantar el derecho, o, dicho de otra forma, abrir los ojos de los ciegos, sacar a los cautivos de la prisión; estas imágenes se refieren probablemente a la actividad del rey persa Ciro, del que espera el profeta la liberación de los pueblos sometidos por Babilonia; aplicadas a Jesús tienen un sentido distinto, más global y profundo, que incluye la liberación espiritual y personal. El programa incluye también cómo se comportará: no vacilará ni se quebrará. Su misión no será sencilla ni bien acogida por todos. Abundarán las críticas y las condenas, sobre todo por parte de las autoridades religiosas judías (escribas, fariseos, sumos sacerdotes). Pero en todo momento se mantendrá firme, hasta la muerte. Misión cumplida: pasó haciendo el bien La segunda lectura, de los Hechos de los Apóstoles, Pedro, dirigiéndose al centurión Cornelio y a su familia, resumen en pocas palabras la actividad de Jesús: Pasó haciendo el bien. Un buen ejemplo para vivir nuestro bautismo. José Luis Sicre

Franciscanos de Tijuana 20.11.2022

José Antonio Pagola - PROFETA - Comparte Buenas Noticias, da Click a COMPARTIR - En una aldea perdida de Galilea, llamada Nazaret, los vecinos del pueblo se reú...nen en la sinagoga una mañana de sábado para escuchar la Palabra de Dios. Después de algunos años vividos buscando a Dios en el desierto, Jesús vuelve al pueblo en el que ha crecido. La escena es de gran importancia para conocer a Jesús y entender bien su misión. Según el relato de Lucas, en esta aldea casi desconocida por todos, va a hacer Jesús su presentación como Profeta de Dios y va a exponer su programa aplicándose a sí mismo un texto del profeta Isaías. Después de leer el texto, Jesús lo comenta con una sola frase: Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír. Según Lucas, la gente tenía los ojos clavados él. La atención de todos pasa del texto leído a la persona de Jesús. ¿Qué es lo que nosotros podemos descubrir hoy si fijamos nuestros ojos en él? Jesús actúa movido por el Espíritu de Dios. La vida entera de Jesús está impulsada, conducida y orientada por el aliento, la fuerza y el amor de Dios. Creer en la divinidad de Jesús no es confesar teóricamente una fórmula dogmática elaborada por los concilios. Es ir descubriendo de manera concreta en sus palabras y en sus gestos, en su ternura y en su fuego, el Misterio último de la vida que los creyentes llamamos Dios. Jesús es Profeta de Dios. No ha sido ungido con aceite de oliva como se ungía a los reyes para transmitirles el poder de gobierno o a los sumos sacerdotes para investirlos de poder sacro. Ha sido ungido por el Espíritu de Dios. No viene a gobernar ni a regir. Es profeta de Dios dedicado a liberar la vida. Solo lo podremos seguir si aprendemos a vivir con su espíritu profético. Jesús es Buena Noticia para los pobres. Su actuación es Buena Noticia para la clase social más marginada y desvalida: los más necesitados de oír algo bueno; los humillados y olvidados por todos. Nos empezamos a parecer a Jesús cuando nuestra vida, nuestra actuación y amor solidario puede ser captado por los pobres como algo bueno. Jesús vive dedicado a liberar. Entregado a liberar al ser humano de toda clase de esclavitudes. La gente lo siente como liberador de sufrimientos, opresiones y abusos; los ciegos lo ven como luz que libera del sinsentido y la desesperanza; los pecadores lo reciben como gracia y perdón. Seguimos a Jesús cuando nos va liberando de todo lo que nos esclaviza, empequeñece o deshumaniza. Entonces creemos en él como Salvador que nos encamina hacia la Vida definitiva. 3 Tiempo ordinario - C (Lc 1,1-4; 4,14-21) 27 de enero 2019 José Antonio Pagola [email protected] Fuentes : http://www.gruposdejesus.com http://sanvicentemartirdeabando.org/ http://eclesalia.wordpress.com/ http://feadulta.com/ - - - - - LLEGARÁ UN NUEVO DÍA Florentino Ulibarri Llegará un día en el que vivir no sea una pesada carga, que doble las espaldas y sofoque los corazones, sino una asombrosa experiencia de plenitud para todas las personas, sea cual sea su origen, color, país o religión. Llegará un día en el que la libertad no sea un sueño, temeroso de ser perdido si despierta entre nuestros frágiles brazos, sino una alegre realidad capaz de ilusionar y emocionar a todos los que vivimos y soñamos. Llegará un día en el que la igualdad no esté en entredicho ni necesite discriminación positiva, sea cual sea la cultura, la condición social, la patria, la riqueza o el sexo de las personas. Llegará un día en el que los derechos humanos no necesiten defensores ni leyes, pues todos los llevaremos tatuados en nuestras entrañas y sabremos transmitirlos a las generaciones futuras. Llegará un día en el que la justicia florecerá en todos los campos y rincones de nuestro ser y tierra y podremos mirar sin temor, en cualquier dirección, con ojos limpios y acogedores. Llegará un día en el que las fronteras desaparecerán, y todos los seres humanos podremos movernos, sin controles ni tarjetas, de acá para allá, como en nuestra propia casa. Llegará un día en el que la fraternidad será la mejor carta de ciudadanía, de dignidad y de respeto, y todas las personas serán respetadas, sean o no compañeras, camaradas, adversarias o amigas. Llegará un día en el que podremos convivir, dialogar y enriquecernos, amar, compartir y criticarnos, soñar, trabajar y cantar, y ser diferentes sin excluirnos en la mesa, en el corazón y en la historia. Llegará un día en el que esta sociedad se sienta renacer en todos los cruces y sendas, revistas, periódicos, radios y televisiones; y en el que la buena noticia sea el pan nuestro cada día para quienes aman y caminan. ¡Pronto llegará ese nuevo día, Señor, si proclamamos sólo palabras de gracia! ¡Ya se anuncia! - - - - - EL ESPÍRITU LIBERA Y CAPACITA PARA LIBERAR Fray Marcos Este ciclo (C) toca leer el evangelio de Lc, que empieza con un paralelismo entre el Bautista y Jesús en los dos primeros capítulos. A partir de aquí, Lc se olvida de todo lo dicho y comienza solemnemente su evangelio: En el año quince del gobierno de Tiberio Cesar vino la palabra de Dios sobre Juan Después del bautismo y las tentaciones, propone un nuevo comienzo con un resumen: Regresó a Galilea con la fuerza del Espíritu, enseñaba en las sinagogas y su fama se extendió por toda la comarca. No es la primera vez que entra en una sinagoga pues dice: como era su costumbre. Y haz aquí lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaúm. El texto de Isaías es el punto de partida. Pero más importante aún que la cita, es la omisión voluntaria de la última parte del párrafo, que decía: ...y un día de venganza para nuestro Dios (estaba expresamente prohibido añadir o quitar un ápice del texto). Los que escuchaban se dieron cuenta de la omisión. Que alguien se atreva a rectificar la Escritura era inaceptable. Is se refiere a los tiempos mesiánicos con metáforas, no habla de curación física. Jesús se niega a entrar en la dinámica que los de su pueblo esperan. Ni la misión de Elías ni la de Eliseo fue remediar necesidades materiales. Continúa Lc con un texto en que Jesús realiza toda clase de curaciones, ahora en Cafarnaúm. Pero termina orando en descampado y diciendo a los que le buscan: Vámonos a otros pueblos a predicar, que para eso he venido. No comenta un texto de la Torá, que era lo más sagrado para el judaísmo sino un texto profético. El fundamento de la predicación de Jesús se encuentra más en los profetas que en el Pentateuco. Para los primeros cristianos, estaba claro que el mismo Espíritu, que ha inspirado la Escritura, unge a Jesús a ir mucho más allá de ella. No se anula la Escritura sino el carácter absoluto que le habían dado los rabinos. Ninguna teología, ningún rito, ninguna norma, pueden tener valor absoluto. El hombre debe estar siempre abierto al futuro. Al aplicarse a sí mismo el texto, está declarando su condición de Ungido. Seguramente es esta pretensión la que provoca la reacción de sus vecinos, que le conocían de toda la vida y sabían quién era su padre y su madre. En otras muchas partes de los evangelios se apunta a la misma idea: La mayor cercanía a la persona de Jesús se convierte en el mayor obstáculo para poder aceptar lo que verdaderamente representa. Para un judío era impensable que alguien se atreviera a cambiar la idea de Dios reflejada en la Escritura. Partiendo de la Escritura, Jesús anuncia su novedoso mensaje. A las promesas de unos tiempos mesiánicos por parte de Isaías, contrapone Jesús los hechos, hoy se cumple esta Escritura. Toda la Biblia está basada en una promesa de liberación por parte de Dios. Pero debemos tener mucho cuidado de no entender literalmente el mensaje, y seguir esperando de Dios lo que ya nos ha dado. Dios no nos libera, Dios es la liberación. Soy yo el que debo tomar conciencia de que soy libre y puedo vivir en libertad sin que nadie me lo impida. La libertad es el estado natural del ser humano. La buena noticia de Jesús va dirigida a todos los que padecen cualquier clase de sometimiento, por eso tiene que consistir en una liberación. No debemos caer en una demagogia barata. La enumeración que hace Isaías no deja lugar a dudas. En nombre del evangelio no se puede predicar la simple liberación material. Pero tampoco podemos conformarnos con una propuesta de salvación meramente espiritual, desentendiéndonos de las esclavitudes materiales. Oprimir a alguien, o desentenderse del oprimido, es negar el Dios de Jesús. El Dios de Jesús no es el aliado de unos pocos. No es el Dios de los buenos, de los piadosos, ni de los sabios. Es, sobre todo, el Dios de los marginados, de los excluidos, de los enfermos y tarados, de los pecadores. Solo estaremos de parte Dios, si estamos con ellos. Una religión, compatible con cualquier clase de exclusión, es idolátrica. Jesús respondió al Bautista: id y contarle lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan... Hoy el ser humano está fallando en la búsqueda de libertad. Buscamos con ahínco la liberación de las opresiones externas, pero descuida la liberación interior que es la verdadera. Jesús habla de liberarse antes de liberar. En el evangelio de Juan, está muy claro que tan grave es oprimir como dejarse oprimir. El ser humano puede permanecer libre, a pesar de sometimientos externos, hay una parte de su ser que nadie puede doblegar. La primera obligación de un ser humano es no dejarse esclavizar y el primer derecho, verse libre de toda opresión. La peor opresión es siempre la que se ejerce en nombre de Dios. ¿Cómo conseguir ese objetivo? El evangelio nos lo acaba de decir: Jesús volvió a Galilea con la fuera del Espíritu. Ahí está la clave. Solo el Espíritu nos puede capacitar para cumplir la misión que tenemos como seres humanos. Tanto en el AT como en el NT, ungir era capacitar a uno para una misión. Pablo nos lo dice con claridad meridiana: Si todos hemos bebido de un mismo Espíritu, seremos capaces de superar el individualismo, y entraremos en la dinámica de pertenencia a un mismo cuerpo. Superado el egoísmo queda el amor. La idea de que todos formamos un solo cuerpo es sencillamente genial. Ninguna explicación teológica puede llevarnos más lejos que esta imagen. La idea de que somos individuos con intereses contrapuestos es tan demencial como pensar que una parte de nuestro cuerpo pueda ir en contra de otra parte del mismo cuerpo. Cuando esto sucede le llamamos cáncer. El individualismo solo puede ser superado por la unidad a la que nos lleva el Espíritu. Pablo nos invita a aceptarnos los unos a los otros como diferentes. Esa diversidad es precisamente la base de cualquier organismo. Sin ella el ser vivo sería inviable. Tal vez sea una de las exigencias más difíciles de nuestra condición de criaturas, aceptar la diversidad, aceptar al otro como diferente, encontrando en esa diferencia, no una amenaza sino una riqueza insustituible. Si somos sinceros, descubrimos que estamos en la dinámica opuesta. Seguimos empeñados en rechazar y aniquilar al que no es como nosotros. Lo único que predicó Jesús fue el amor, es decir, la unidad. Eso supone la superación de todo egoísmo y toda conciencia de individualidad. Los conocimientos científicos adquiridos en estos dos últimos siglos vienen en nuestra ayuda. Somos parte del universo, somos parte de la vida. Si seguimos empeñándonos en encontrar el sentido de mi existencia en la individualidad terminaremos todos locos. El sentido está en la totalidad, que no es algo separado de mi individualidad, sino que es su propio constitutivo esencial. Ya sabemos que el Espíritu no es más que Dios presente en lo más hondo de nuestro ser. Eso que hay de divino en nosotros es nuestro verdadero ser. Todo lo demás, no solo es accidental, transitorio y caduco, sino que terminará por desaparecer, querámoslo o no. No tiene ni pies ni cabeza que sigamos empeñados en potenciar lo que de nosotros es más endeble, aquello de lo que tenemos que despegarnos. Querer dar sentido a mi existencia potenciando lo caduco es ir en contra de nuestra naturaleza más íntima. Meditación Hoy se cumple esa Escritura también en ti. El Espíritu que actuó en Jesús, está actuando en ti. El ego nos separa. El Espíritu nos identifica. Conecta con esa energía divina que ya está en ti, y la espiritualidad será lo más espontáneo y natural de tu vida. Fray Marcos - - - - - LA BUENA NOTICIA DE JESÚS FRENTE A LA ANTIGUA LEY José Enrique Galarreta Lc 1, 01-04 + 4, 14-21 Según una antiquísima tradición, Lucas es un médico griego convertido por Pablo, que le acompaña en sus viajes hasta el final. El texto que hoy leemos tiene dos partes. La primera parte es el prólogo de su evangelio. En él se presenta la intención y método del autor. Un griego llegado a la fe ofrece una justificación de por qué puede creer en estos hechos, garantizados por testigos de vista, fiables. Es un texto importante para nosotros: conocemos cómo se escribieron los Evangelios. Hubo personas, como Lucas, que recogieron cuidadosamente la información: la recogieron de personas que fueron testigos oculares de los hechos, y luego fueron predicadores de ese mensaje. Se trata de ofrecer una aportación más a la justificación de la fe en Jesús, de mostrar que no estamos creyendo en leyendas inventadas, sino que nuestra fe parte de hechos, garantizados por testigos fiables, que por esos hechos llegaron a la fe en Jesús y nos la transmiten. La segunda parte se sitúa en el principio de la predicación de Jesús. Después del "evangelio de la infancia" (caps. 1 y 2) se presenta la predicación del Bautista, el bautismo de Jesús y la cuarentena en el desierto (cap.3). Inmediatamente después Jesús empieza su predicación en Galilea. Éste es el texto de hoy. Jesús se presenta a sí mismo como la presencia del Espíritu, como el Mesías, anunciado en Isaías (61:1-2). Pero el texto que se propone para la eucaristía está mutilado, y los versículos que siguen son muy importantes, tanto que muestran la verdadera intención de Lucas al transcribir este episodio: 23 El les dijo: - Seguramente me vais a decir el refrán: Médico, cúrate a ti mismo. Todo lo que hemos oído que ha sucedido en Cafarnaúm, hazlo también aquí en tu patria. 24 Y añadió: - En verdad os digo que ningún profeta es bien recibido en su patria. 25 Os digo de verdad: Muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando se cerró el cielo por tres años y seis meses, y hubo gran hambre en todo el país; 26 y a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda de Sarepta de Sidón. 27 Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, y ninguno de ellos fue purificado sino Naamán, el sirio. 28 Oyendo estas cosas, todos los de la sinagoga se llenaron de ira; 29 y, levantándose, le arrojaron fuera de la ciudad, y le llevaron a una altura escarpada del monte sobre el cual estaba edificada su ciudad, para despeñarle. 30 Pero él, pasando por medio de ellos, se marchó. Es más que probable que el texto, aunque con fundamento histórico, sea un arreglo de Lucas. Si lo comparamos con la versión de Marcos, las diferencias son evidentes (Marcos c.6): 1 Salió de allí y vino a su patria, y sus discípulos le siguen. 2 Cuando llegó el sábado se puso a enseñar en la sinagoga. La multitud, al oírle, quedaba maravillada, y decía: - ¿De dónde le viene esto? y ¿qué sabiduría es ésta que le ha sido dada? ¿Y esos milagros hechos por sus manos? 3 ¿No es éste el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, Joset, Judas y Simón? ¿Y no están sus hermanas aquí entre nosotros? Y se escandalizaban a causa de él. 4 Jesús les dijo: - Un profeta sólo en su patria, entre sus parientes y en su casa carece de prestigio. 5 Y no podía hacer allí ningún milagro, a excepción de unos pocos enfermos a quienes curó imponiéndoles las manos. 6 Y se maravilló de su falta de fe. Y recorría los pueblos del contorno enseñando. Es fácil advertir que el relato de Marcos es razonable, nos da la impresión de que pudo suceder así: los de su mismo pueblo se escandalizan, es decir, sienten profundo rechazo en admitir como Profeta enviado de Dios al carpintero de sum pueblo, cuya familia convive aún con ellos... No creen en Jesús. Pero Lucas propone a un Jesús agresivo, que parece provocar a sus vecinos sin causa aparente, y los vecinos reaccionan con exceso y lo quieren matar. Es claro que entramos en el terreno de lo simbólico. Lucas está anunciando el rechazo definitivo de Jesús, que le llevará a la cruz, y aprovecha para ello el suceso de su poco éxito en su patria. La primera y tercera lecturas de este domingo tienen cierta unidad. La Ley se proclama al pueblo: el pueblo llora al oírla. Se invita a una conversión gozosa. ¡Tenemos la Palabra!. Aunque nuestros pecados nos han apartado de ella, la Palabra está ahí, ofrecida, para que tengamos vida. Jesús se presenta también así: La Buena Noticia, la libertad. Los evangelistas presentan a Jesús como plenitud y también como superación del Antiguo Testamento. Y ésta es una línea clave de toda la Biblia: Dios Libertador. Se planteó el tema en el Génesis y se desarrolló ampliamente en el Éxodo. Desgraciadamente, existió en Israel la tendencia a apropiarse del mensaje: Dios con nosotros, para que seamos un pueblo fuerte, para que todos los pueblos tengan que venir a rendir culto a Dios en nuestro Templo. Cuando el pueblo y Jerusalén y el Templo son destruidos, y al volver del destierro, los Profetas llegan a comprender mejor el mensaje y lo hacen mucho más espiritual. No esperamos la protección de Dios como un mensaje político, sino espiritual. Cumplir la Ley no nos traerá el triunfo sobre otras naciones, sino sobre el pecado. Jesús se presentará así; no sólo como cumbre de lo antiguo, sino como superación sorprendente. Tan sorprendente, que el pueblo de Israel, sus jefes y sacerdotes, lo rechazarán. Este episodio de Nazaret termina en escándalo. Sus convecinos le rechazan y hasta quieren matarlo. No es ése el Mesías que esperan. La relación entre los dos textos es clara. La Antigua y la Nueva Ley. La Palabra de Dios realizada en Jesús. El testimonio de los que descubrieron en Jesús la Plenitud de la Alianza y de la Palabra. La Buena Noticia que se anuncia a todos los pueblos, no sólo a Israel. Y la Buena Noticia que es liberación, enorme alegría para todos los pobres, los pecadores, los que sienten necesidad de Dios. Y puede ser rechazada. "El Espíritu del Señor está sobre mí, porque Él me ha ungido. Me ha enviado a dar la Buena Noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, a los ciegos la vista. Para dar libertad a los oprimidos, para anunciar el año de gracia del Señor". Y, enrollando el Libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y se puso a decirles: "Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír". La escena de la Sinagoga de Nazaret es impresionante. No es casual que Lucas la elija como punto de partida de todo el ministerio de Jesús. Llama la atención ante todo el "descaro" de Jesús: él, el carpintero del pueblo, sin cualificación alguna, se levanta en la sinagoga de su propio pueblo y se arroga la función del escriba, se presenta como maestro, ante la admiración de todos. Admiración que va a cambiarse en rechazo. Tenemos que subrayar, aunque sea brevemente, dos ideas. 1: "El Espíritu del Señor está sobre mí, porque Él me ha ungido. Me ha enviado a dar la Buena Noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, a los ciegos la vista. Para dar libertad a los oprimidos" Volvemos sobre el tema básico de la Navidad: la Buena Noticia es que para Dios todo es al revés: los de arriba tienen que ponerse a servir: los de abajo son los más queridos. Dios no es patrimonio de ricos o poderosos: ni siquiera es poder: Dios es alimento, luz, liberación. Esta es la línea que da coherencia a toda la actividad de Jesús, hechos y dichos: Buenas Noticias: Dios no es como nos lo habían pintado, amo poderoso, juez temible, poder que reina desde templos; y por eso Jesús está a gusto entre la gente normal, cura infatigablemente, libera a los poseídos y enseña de manera que todos le entienden. Buenas Noticias... para algunos. Para los que están bien instalados en una religión de poderes, de cultos, de misterios... malísima noticia. Esta Noticia le llevará a Jesús a la muerte. Pero los que buscan de corazón a Dios creerán en él a pesar de la cruz y verán en él la presencia de Dios: es la esencia de la primera predicación. "Pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el mal porque Dios estaba con él". Así que el resumen de la Buena Noticia es con quién está Dios, y que esto se ve en Jesús. Por eso creemos en él, y eso es lo que creemos de él. 2: "¿No es éste el hijo de José?"., Lo que viene a significar: ¿quién se ha creído éste que es? ¡Si le conocemos de toda la vida! Será una línea permanente de oposición a Jesús: ¿con qué autoridad haces esto? Jesús va a pedir que le sigan a él, no a Moisés, que crean que él es el enviado del Padre, que sientan el Espíritu de Dios en él... es demasiado pedir para sus vecinos de Nazaret, será demasiado pedir para los jefes de Israel: "Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios, pero éste no sabemos de dónde ha salido..." Reconocer a Dios es difícil cuando entre Él y nosotros se interponen nuestros modos culturales, nuestros prejuicios religiosos, nuestras conveniencias... La gente de Nazaret sería gente normal... como la de Cafarnaún, como tantos que le siguieron. Pero no pudieron reconocer a Dios en su vecino el carpintero. Quizá nosotros, la iglesia, estamos demasiado cerca de Jesús, lo conocemos de toda la vida... de tal modo que la Buena Noticia nos resulta escándalo... José Enrique Galarreta - - - - - JESÚS EN NAZARET (1 PARTE) José Luis Sicre Domingo 3. Ciclo C. Después de celebrar las tres epifanías, volvemos al evangelio de Lucas. Cuando escribió su evangelio, tomó como punto de partida el de Marcos. Incluso lo copió a veces al pie de la letra. Pero, en bastantes ocasiones, lo cambiaba y completaba. Uno de los casos más curioso de cambio y añadido lo tenemos en el evangelio de este domingo. Marcos cuenta que Jesús, cuando metieron en la cárcel a Juan Bautista, se dirigió a Galilea y proclamaba lo siguiente: Se ha cumplido el plazo y está cerca el reinado de Dios. Convertíos y creed la buena noticia. Lucas también dice que Jesús se dirigió a Galilea y predicaba en las sinagogas, pero no dice qué predicaba. Las primeras palabras públicas las pronunciará en la sinagoga de Nazaret, y no hablan del plazo que se ha cumplido ni de la cercanía del reinado de Dios; tampoco piden la conversión y la fe. El reinado de Dios no está cerca, se ha hecho presente en Jesús Lo primero que hace Jesús es leer un texto de Isaías que pretende consolar a los pobres, los cautivos, los ciegos, los oprimidos. Son imágenes que no debemos interpretar al pie de la letra. No se trata de ciegos físicos ni de presos. Este texto, escrito probablemente en el siglo VI o V a.C., describe la triste situación en la que se encontraba por entonces el pueblo de Israel, sometido al imperio persa. Una situación bastante parecida a la de los judíos del tiempo de Jesús, sometidos al imperio romano. Los presentes en la sinagoga de Nazaret podían verse reflejados perfectamente en esas palabras del libro de Isaías. Pero lo importante es lo que Jesús añade: Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír. Cuando se comparan las primeras palabras de Jesús en Marcos y Lucas se advierte una interesante diferencia. En Marcos, lo esencial es el reinado de Dios y la actitud que debemos adoptar ante su cercanía (convertirnos y creer). En Lucas, la fuerza recae en el personaje sobre quien Dios ha enviado su Espíritu: Jesús. No se trata de que el reinado de Dios esté cerca, se ha hecho ya presente en Jesús. ¿Qué se cumple hoy? El texto de Isaías se puede interpretar, a la ligera, como si el personaje del que habla (para nosotros, Jesús) fuese a llevar a cabo la mejora social de los pobres, la liberación de los cautivos, la curación de los ciegos, la libertad de los oprimidos. Sin embargo, el texto no pone el énfasis en la acción, sino en el anuncio. La traducción litúrgica usa tres veces el verbo anunciar (en griego sería una vez evangelizar y dos anunciar). Este matiz es importante, porque coincide con lo que hizo Jesús. Es cierto que curó a algún ciego, pero no liberó de los romanos ni mejoró la situación económica de los pobres. Lo que hizo fue anunciar el año de gracia del Señor, hablar de un Dios Padre, que nos ama incluso cuando las circunstancias de nuestra vida siguen siendo muy duras. Un optimismo desafiante La liturgia ha dividido el relato de Lucas en dos domingos. Con ello, nos quedamos sin saber cómo reaccionará el auditorio a lo que ha dicho Jesús. La sabremos el próximo domingo. Lo que hoy debe quedarnos claro es el profundo optimismo del mensaje de Isaías, que, al mismo tiempo, supone un desafío para nuestra fe. ¿Se ha cumplido realmente esa Escritura que anuncia la mejora y la salvación a pobres, ciegos, cautivos y oprimidos? Una rápida lectura del periódico bastaría para ponerlo en duda. Cuando Lucas escribió su evangelio, cuarenta o cincuenta años después de la muerte de Jesús, también tendría motivos para dudar de esta promesa. Sin embargo, no lo hizo. Jesús había cumplido su misión de anunciar el año de gracia del Señor, había traído esperanza y consuelo. Había motivo más que suficiente para creer que esa palabra se había cumplido y se sigue cumpliendo hoy. La 1 lectura (Nehemías 8, 2-4a. 5-6. 8-10) Este episodio se interpreta generalmente como el punto de partida histórico de la lectura pública de los textos sagrados judíos y ayuda a comprender lo ocurrido en la sinagoga de Nazaret. La escena se sitúa en la segunda mitad el siglo V a.C., en tiempos de Esdras, y representa una gran novedad. Hasta entonces, quienes hablaban en público eran los profetas. Ahora se lee el libro de la Ley de Moisés (quizá alguna parte del Deuteronomio), de acuerdo con un ritual muy preciso, que se mantuvo parcialmente en las sinagogas: Esdras se sitúa en un púlpito, la gente se pone en pie, Esdras bendice al Señor y todos adoran. Según otra versión, quienes leen son los levitas, que, al mismo tiempo, explican el sentido de lo que han leído. José Luis Sicre - - - - - Santificado sea tu nombre José María Rodríguez Olaizola, SJ. Hubo una época en que pensaba que esto de santificado sea tu nombre significaría que uno tenía que estar diciendo todo el día cosas bonitas de Dios, frases piadosas, o cantos de alabanza Quizás me he hecho más mayor, o más práctico, o comprendo un poco más el mundo. Ahora cuando me detengo en esa frase inmediatamente me vienen a la mente polémicas y frases desgraciadamente frecuentes en nuestro mundo, en el que hay gente que, con el argumento de la libertad de expresión, dice verdaderas barbaridades sobre Dios (y de paso la Virgen, los santos y todo aquello que les suene a religión). Entonces me doy cuenta de que santificar un nombre es algo mucho más serio que decir cosas bonitas, aunque ciertamente también es algo que implica no decir barbaridades. Primero, es aprender a respetar todo lo que ese nombre significa para mí y para otros. Respetar lo que comparto, pero también lo que no. Respetar el nombre de Dios es respetar a las personas para quien ese nombre es importante (si acaso yo no creyera). Y es también -si yo soy creyente- tomar en serio ese nombre. Tomarlo en serio es no utilizarlo para cualquier cosa. Es no confundir la voluntad de Dios con cosas que no dejan de ser tradición, cultura o costumbre. Es descalzarme ante el terreno sagrado que es su palabra, y escucharla. Es aprender a descubrir los mil significados de ese nombre. Porque tu nombre es Dios, y es Padre, y Madre, y Alfarero, y Creador, Maestro, Juez, Amigo, Jesús, Espíritu, Sabiduría innumerables nombres cargados de significado, matices y profundidad. Y al tomar en serio esos nombres, entonces tomo en serio las consecuencias para mí, que me entiendo también como Hijo, Hermano, Barro, Criatura, Discípulo, Libre, Amigo, etc. Santificar su nombre es ser consciente de que al decir Dios, estoy hablando de Dios, del mundo, y de mi propia vida. De nuestra verdad más profunda. José María Rodriguez Olaizola, sj

Franciscanos de Tijuana 20.11.2022

José Antonio Pagola - UN GESTO POCO RELIGIOSO - Comparte Buenas Noticias, da Click a COMPARTIR - Había una boda en Galilea. Así comienza este relato en el que s...e nos dice algo inesperado y sorprendente. La primera intervención pública de Jesús, el Enviado de Dios, no tiene nada de religioso. No acontece en un lugar sagrado. Jesús inaugura su actividad profética salvando una fiesta de bodas que podía haber terminado muy mal. En aquellas aldeas pobres de Galilea, la fiesta de las bodas era la más apreciada por todos. Durante varios días, familiares y amigos acompañaban a los novios comiendo y bebiendo con ellos, bailando danzas festivas y cantando canciones de amor. El evangelio de Juan nos dice que fue en medio de una de estas bodas donde Jesús hizo su primer signo, el que nos ofrece la clave para entender toda su actuación y el sentido profundo de su misión salvadora. El evangelista Juan no habla de milagros. A los gestos sorprendentes que realiza Jesús los llama siempre signos. No quiere que sus lectores se queden en lo que puede haber de prodigioso en su actuación. Nos invita a que descubramos su significado más profundo. Para ello nos ofrece algunas pistas de carácter simbólico. Veamos solo una. La madre de Jesús, atenta a los detalles de la fiesta, se da cuenta de que no les queda vino y se lo indica a su hijo. Tal vez los novios, de condición humilde, se han visto desbordados por los invitados. María está preocupada. La fiesta está en peligro. ¿Cómo puede terminar una boda sin vino? Ella confía en Jesús. Entre los campesinos de Galilea el vino era un símbolo muy conocido de la alegría y del amor. Lo sabían todos. Si en la vida falta la alegría y falta el amor, ¿en qué puede terminar la convivencia? María no se equivoca. Jesús interviene para salvar la fiesta proporcionando vino abundante y de excelente calidad. Este gesto de Jesús nos ayuda a captar la orientación de su vida entera y el contenido fundamental de su proyecto del reino de Dios. Mientras los dirigentes religiosos y los maestros de la ley se preocupan de la religión, Jesús se dedica a hacer más humana y llevadera la vida de la gente. Los evangelios presentan a Jesús concentrado, no en la religión sino en la vida. No es solo para personas religiosas y piadosas. Es también para quienes viven decepcionados por la religión, pero sienten necesidad de vivir de manera más digna y dichosa. ¿Por qué? Porque Jesús contagia fe en un Dios en el que se puede confiar y con el que se puede vivir con alegría, y porque atrae hacia una vida más generosa, movida por un amor solidario. 2 Tiempo ordinario - C (Jn 2,1-11) 20 de enero 2019 José Antonio Pagola [email protected] Fuentes : http://www.gruposdejesus.com http://sanvicentemartirdeabando.org/ http://eclesalia.wordpress.com/ http://feadulta.com/ - - - - - NO TENEMOS VINO Florentino Ulibarri Para nuestras reuniones más queridas donde festejamos lo que Tú nos das; para los encuentros fraternos en los que haces crecer nuestros amores, no tenemos vino. Para las manifestaciones de protesta pidiendo paz, trabajo y justicia; para la fiesta del compromiso humano donde celebramos triunfos y fracasos, no tenemos vino. Para los espacios sacramentales que reviven y actualizan tu presencia; para vivir con alegría, cualquier día, la invitación a tu cena y eucaristía, no tenemos vino. Para el anuncio de tu buena noticia con nuestras torpes palabras humanas; para testimoniar tu reino fraterno soñado como un banquete de puertas abiertas, no tenemos vino. Para la alianza de todas las civilizaciones, del mundo rico con el mundo pobre; para las bodas de tus hijos e hijas que recrean tu proyecto de gozo y vida, no tenemos vino. Para el abrazo solidario con los inmigrantes que reclaman los derechos más elementales; para nuestras celebraciones de cada día sencillas, íntimas, queridas, no tenemos vino. Y por eso andamos tristes y apocados, sin gracia y con la ilusión apagada. Nos falta la alegría compartida aunque abunden jarras y tinajas. ¡No tenemos vino! ¡Haced lo que él os diga! - - - - - EL AGUA-LEY LIMPIA POR FUERA. EL VINO-AMOR VIVIFICA DESDE DENTRO Fray Marcos Jn 2, 1-12 Celebramos hoy la tercera de las manifestaciones de Jesús que durante siglos se celebraban el día de Epifanía. El evangelio que hemos leído, entendido literalmente, no tiene ni pies ni cabeza. Es absurdo que Jesús saque de la chistera un regalo para los novios. No, como todos los milagros narrados por este evangelista, se trata de signos que nos llevan a realidades profundas y decisivas para nuestra verdadera trasformación interior. Es impensable que el mayordomo no hubiera previsto el vino suficiente, cuando era su principal cometido. Es difícil de entender que fuera una invitada la que se diera cuenta y se preocupara por solucionar el problema. Está dentro de toda lógica la respuesta de Jesús: ¿Qué nos importa a ti y a mí?. Tampoco es lógico que sea Jesús el que solucione el problema. No es normal que en una casa particular hubiera seis tinajas de unos cien litros, dedicadas a las purificaciones. Por último, no tiene sentido que el maestresalas increpe al novio por haber dado el vino malo al principio. Era él quien ordenaba qué vino se servía. El relato no es una crónica de lo sucedido en una boda. Es fruto de una minuciosa y larga elaboración. No nos dice ni quienes eran los novios ni que relación tienen con Jesús. Lo que normalmente llamamos el milagro pasa casi desapercibido. Ni siquiera nos dice cuándo se convierte el agua en vino. Sería imposible separar lo que pudo suceder realmente de los símbolos que envuelven el relato. Pero lo que hoy nos cuenta Jn es teología. La clave para entenderlo es el trasfondo del AT, y la hora de la glorificación de Jesús en la cruz. La boda era, desde Oseas, el signo más empleado para designar la alianza de Dios con su pueblo. La idea de Dios novio y el pueblo novia se repite una y otra vez en el AT. La boda lleva inseparablemente unida la idea de banquete; símbolo de tiempos mesiánicos. El vino era un elemento inseparable del banquete. En el AT, era signo del amor de Dios a su pueblo. La abundancia de vino era la mejor señal del favor de Dios. La Mujer es un misterio en este relato. Nos aporta un poco de luz la segunda carta del Tarot: la Sacerdotisa. Un mujer madura, pero en plenas facultades que simboliza lo nuevo de la sabiduría. No le llama hijo, ni Jesús le llama Madre. Símbolo de la Alianza que está ya caducada. Jesús y los discípulos son el nuevo pueblo, que están allí de paso. Es completamente inverosímil que María pidiera a Jesús un milagro y menos aún que adelantara la hora de hacerlo. La hora para Jn es siempre la hora de la muerte de Jesús. El vino es símbolo del amor entre el esposo y la esposa. En la boda, (Antigua Alianza) no existe relación de amor entre Dios y el pueblo. La Madre, por pertenecer a la boda se da cuenta de la falta. María representa al Israel fiel que espera en el Mesías. Jesús nace del verdadero Israel y va a dar cumplimiento a las promesas. El primer paso es mostrarle la carencia: "No tienen vino". No se dirige al presidente, ni al novio. Se dirige a Jesús, que para Jn es el único que puede aportar la salvación que Israel necesita. Jesús invita a su madre a desentenderse del problema. No les toca a ellos intervenir en la alianza caducada. Está indicando la necesidad de romper con el pasado. Ella espera que el Mesías arregle lo ya existente, pero Jesús le hacer ver que aquella realidad no se puede rehabilitar. Jesús aporta una novedad radical. Jn está constantemente haciendo referencia a la "hora" (la cruz). Jesús invita a la esperanza, pero la realización no va a ser inmediata. El vino nuevo depende de aquella hora. Anunciar la hora significa que la salvación está cerca. Haced lo que él os diga. Solo en el contexto de la Alianza, la frase puede cargarse de sentido. El pueblo en el Sinaí había pronunciado la misma frase: "Haremos todo lo que dice el Señor". También el Faraón dice a los servidores: haced lo que él (José) os diga. Se ve con claridad que el trasfondo del relato y lo que quiere significar. Como en el AT, el secreto de las relaciones con Dios está en descubrir su voluntad y cumplirla. Las tinajas estaban allí colocadas, inmóviles. Se ve el carácter simbólico que van a tener en el relato. El número 6 es signo de lo incompleto. El número de la perfección era el 7. Es el número de las fiestas que relata este evangelio. La séptima será la Pascua. Eran de piedra, como las tablas de la ley. La ley es inmisericorde, sin amor. La ley (imposible de cumplir) es la causa del pecado (falta de amor-vino). Jesús les hace tomar conciencia de que están vacías; es decir que el sistema de purificación era ineficaz. Jesús ofrece la verdadera salvación, pero ésta no va a depender de ninguna ley, (tinajas). El agua se convertirá en vino fuera de ellas. "Habían sacado el agua". La nueva purificación no se hará con agua que limpia el exterior, sino con vino que penetra dentro y transforma el interior del hombre. Solo después de beberlo se da cuenta el mayordomo de lo bueno que es. Esta interioridad es la oferta original de Jesús. Lo que sacan los criados de las tinajas es agua. El mayordomo (clase dirigente) no se enteró de la falta de vino. Significa que los jefes se despreocupan de la situación del pueblo. Les parece normal que no se experimente el amor de Dios, porque esa es la base de su poder. No conocen el don mesiánico, los sirvientes sí. El vino-amor como don del Espíritu es el que purifica, lo único que puede salvar definitivamente. El vino es de calidad. Kalos indica siempre excelencia. El maestresala reconoce que el vino nuevo es superior al que tenían antes. Pero le parece irracional que lo nuevo sea mejor que lo antiguo. Por ello protesta. Lo antiguo debe ser siempre lo mejor. Esta actitud es la que impidió a los jefes religiosos aceptar el mensaje de Jesús. Para ellos la situación pasada era ya definitiva. Toda novedad debe ser integrada en el pasado o aniquilada. El último versículo es la clave para la interpretación de todo el relato. Nos habla del primer signo de una serie que se va a desarrollar durante todo el evangelio. Además, como signo, va a servir de prototipo y pauta de interpretación para los que seguirán. El objetivo de todos los signos es siempre el mismo: manifestar su gloria. Ya sabemos que la única gloria que Jesús admite es el amor de Dios manifestado en él. La gloria de Dios consiste en la nueva relación con el hombre, haciéndole hijo, capaz de amar como Él ama. Lo más sorprendente es que se emplee la imagen de una boda para hablarnos de las relaciones de Dios con el hombre. Dios se manifiesta en todos los acontecimientos que nos invitan a vivir. Dios no quiere que renunciemos a nada de lo que es verdaderamente humano. Dios quiere que vivamos lo divino en lo que es cotidiano y normal. La idea del sufrimiento y la renuncia como exigencia divina es antievangélica. El mensaje para nosotros hoy es muy simple, pero demoledor. Ni ritos ni abluciones pueden purificar al ser humano. Solo cuando saboree el vino-amor, quedará todo él limpio y purificado. Cuando descubramos a Dios dentro de nosotros e identificado con todo nuestro ser, seremos capaces de vivir la inmensa alegría que nace de la unidad. Que nadie te engañe. El mejor vino está sin escanciar, está escondido en el centro de ti. Meditación Con apaños exteriores no puedo llegar a Dios. Dogmas, ritos y preceptos, o los vivo o están muertos. Nuestra religión es falsa si no nos da Vida auténtica. La doctrina será el agua que solo te dará vida si la bebes y trasformas en lo más hondo de ti. Fray Marcos - - - - - HISTORIA Y SÍMBOLO EN EL EVANGELIO DE JUAN José Enrique Galarreta Jn 2, 1-11 Con este relato Juan empieza lo que se ha llamado "el Libro de los Signos". Juan recoge solamente siete "signos", siete milagros de Jesús, y éste es el primero. Son los siguientes: - las bodas de Caná - el funcionario real - el paralítico de Betseda - la multiplicación de los panes - camina sobre el mar - el ciego de nacimiento - la resurrección de Lázaro. De ellos, las bodas de Caná, el paralítico de Betseda, el ciego de nacimiento y la resurrección de Lázaro no están en los sinópticos. Encontramos aquí, una vez más, una muestra de cómo cada evangelista ha recogido diversas fuentes, y las ha seleccionado y organizado según su intención. Juan elige siempre sus relatos porque cuenta con que ya son conocidos los hechos y las palabras de Jesús, y está ofreciendo una gran elaboración teológica. No se trata ya de informar: eso ya está hecho. Se trata de una reflexión, para la cual Juan selecciona lo que más le interesa. En la narración de sucesos, Juan siempre hace lo mismo: cuenta lo que sucedió como medio de comunicar su mensaje. Lo que sucedió tiene valor por lo que significa. Así, en su narración es inseparable el hecho de su contenido, de su significado y su simbolismo. Y no es que el suceso le da una oportunidad para expresar una idea. Lo que pasa es que Juan "ve" lo que significa lo que sucedió. Es una antiquísima manera de expresarse de toda la Biblia. Cuando Israel escapa del faraón en el Mar de las Cañas, el suceso que ven los ojos es una fuga con suerte. El suceso verdadero es la acción de Dios liberando a Israel. Ése "suceso" es el que nos cuenta el Libro del Éxodo. Del mismo modo, en Caná nos cuenta Juan lo que sucedió, lo que verdaderamente sucedió aunque no lo vieron los ojos. En Caná, sobre el hecho de la presencia de Jesús en una boda y la "multiplicación" del vino, se construye toda una elaboración teológica sobre quién es Jesús, los Nuevos tiempos, la Plenitud que Jesús significa. Por otra parte, de los pequeños detalles, de los diálogos, no deben sacarse excesivas conclusiones. Se han dicho miles de cosas sobre esto: Jesús cayó de repente a la boda con sus discípulos y no había vino para todos... María hizo que se precipitara "la hora" de Jesús... No va por ahí. El estilo de Juan nos lleva a sacar conclusiones más profundas, no aplicaciones piadosas inmediatas. En el Evangelio de Juan es imposible separar historia y símbolo. Este es precisamente su género literario, de tal manera que intentar distinguirlos equivale a destruir su manera de transmitir el mensaje. De hecho, en este relato hay tanta teología que resulta completamente imposible reconstruir lo que realmente sucedió. Para nuestra mentalidad, esto es a veces una dificultad. Nos han convencido de que los evangelios narran solamente historias sucedidas y que todos y cada uno de los detalles que se cuentan sucedieron realmente. No es así. Sobre la base de un suceso se crea un relato teológico, en el cual el significado es mucho más importante que el suceso. Nos guste o no, así tenemos que leer el evangelio de Juan, porque así lo escribió su autor. Por lo tanto, en vez de interesarnos tanto en reconstruir el suceso, nuestra atención se debe centrar en el mensaje que Juan nos dirige. Y el mensaje, como veremos, es riquísimo. LAS BODAS Demasiadas veces hemos hablado de Dios como "El Señor", "El Juez". Y sin embargo, la Biblia está llena de esta otra imagen: El Esposo, el Novio enamorado. Lo hemos visto en el precioso texto de Isaías. Un libro entero, el Cantar de los Cantares, presenta a Dios así (tal es al menos la lectura que hace la iglesia). Y ésta será la esencia de la última revelación de Jesús, y el eje fundamental del Evangelio de Juan: Dios es Amor. ¿Por qué nos interesan más las imágenes de poder o de juicio que las imágenes de abundancia, de felicidad y de amor? Nada hay en las relaciones humanas tan estupendo como una boda, la celebración del amor, esa cualidad específicamente humana que significa estar una persona loca por otra, incluso contra toda razón, prudencia o justicia. Una boda es la fiesta que todos organizamos para celebrar esa locura. Es el triunfo del amor sobre la vida cotidiana, sobre lo razonable, sobre lo justo. Es como el descanso de fin de semana, en que celebramos nuestra liberación del trabajo y de la utilidad. Y La Biblia ha elegido esta locura para hablar de Dios, de cómo es Dios con nosotros. La boda, y la abundancia. Seiscientos litros de estupendo vino. El tema conecta con la multiplicación de los panes, con la harina y el aceite que nunca se acababan en los milagros de Elías y Eliseo, con el Banquete que la Sabiduría preparaba a los hombres... Y empieza a avanzar una catequesis de la Eucaristía, en que no es el maná ni la ley lo que nos alimenta, sino la Palabra y el Amor de Dios hechos presentes en Jesucristo. Juan empieza sus SIGNOS por aquí. Una boda, en que Jesús colabora a la estupenda abundancia de vino. Sin Jesús, la boda hubiera sido triste. Con Jesús, fue lo nunca visto. Increíble Juan. Es estupenda le expresión de este evangelio: "manifestó su gloria". Nos sentimos tan sorprendidos como en aquella "señal" que se ofreció a los pastores en Belén (un niño recién nacido, envuelto en pañales y acostado en un pesebre). Entonces decíamos: ¡extraña señal, un niño pobre nacido en una cuadra! Ahora pensamos: ¡escasa gloria, una boda pueblerina en que se soluciona el problema del vino! Pero la lección es en ambos casos la misma: la gloria de Dios, su señal, es la alegría del reino, que es cosa de sencillos, de pobres; la gloria de Dios fuera del Templo y del poder y de la ley: la gloria de Dios que es siempre la felicidad de sus hijo. EL VINO NUEVO Todo el Evangelio de Juan está basado en que Jesús es "la Palabra hecha carne", "la luz que resplandece en las tinieblas", "el Pan de la Vida". Estos son los grandes temas-síntesis que provienen de su propia experiencia personal con Jesús y de una honda reflexión sobre lo que vio, una especie de síntesis y profundización final en la fe. El vino nuevo y los odres viejos es un tema presente en los Sinópticos. Cambiar el agua vieja por el vino nuevo, entrar en el Banquete del Reino, apreciar la riqueza y la novedad del "Dios con nosotros Salvador que nos invita a la vida de Hijos, a la plenitud humana que produce la presencia de Dios..." En la narración de Caná se hace presente todo esto a partir del suceso histórico. El banquete de bodas, el agua de los antiguos ritos superada por la abundancia y la calidad del vino nuevo, la manifestación de Dios-amor en Jesús, los discípulos que creen en Él... Está claro que la contemplación del suceso de manera meramente histórica no es suficiente. Juan está presentando quién es Jesús. A veces reducimos el sentido de estos "signos" de una manera casi mágica, como si los milagros de Jesús fueran prodigios que demuestran su poder; como una demostración de fuerza para que quede claro que es más que humano. No es así: los signos revelan cómo es Dios: este signo muestra, a través de Jesús, que Dios es la abundancia, la novedad, la plenitud muy por encima de lo que la razón puede saber de Él. Esto lo hemos visto en Jesús EL REINO ES UN BANQUETE, ES UNA FIESTA. "El Reino se parece a un mercader de perlas, que encuentra una extraordinaria y vende todo lo que tiene y la compra... se parece a un tesoro que un hombre encuentra en un campo, y lleno de alegría, vende todo lo que tiene para comprar el campo". "Os anuncio una gran Alegría: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido el Salvador". Y el anuncio del Reino es, desde el principio, el Evangelio, la Buena Noticia. Es imprescindible que vivamos así nuestra fe en Jesús, como una fiesta. El centro del mensaje es una Noticia increíble: Dios me quiere; todo lo demás se debe entender en ese marco. Es el fondo de la fe: aceptar en lo más íntimo que Dios me quiere. Esta es la fe a que llegó el autor de la profecía de Isaías, que se permite la osadía de presentar a Dios como un novio enamorado. Es la fe que nos ha hecho leer el Cantar de los Cantares como un poema de amor entre Dios y el hombre. Esta es la fe que nos hace ver en el matrimonio un signo de la presencia de Dios. Esta es la primera Buena Noticia, la que lo cambia todo. Lo primero que se cambia es el sentido del pecado: Dios me quiere como soy, como se ama al hijo enfermo. Porque el amor no surge del aprecio, sino al revés. No se ama a alguien porque es maravilloso. Primero se ama, y luego todo es aceptable, excusable... Esto se entiende a veces mejor en la mera amistad. "Somos amigos"... Y mi amigo puede ser lo que sea, pero le quiero y puede contar conmigo siempre. No le quiero porque es bueno: le quiero. Mis pecados no estorban el amor de Dios. Cuento con Él para que mis pecados no me abrumen. Él es el que quita el pecado, el Salvador, el Libertador. Él quita el pecado porque es la fuerza para librarme del pecado, y porque es el amigo al que no le ofenden mis enfermedades. Es la primera Fiesta: en mi vida no manda el Juez; en mi vida manda mi Madre. Lo segundo que se cambia es el sentido de "los otros". El amor es contagioso. Descubrimos con alegría que se puede vivir amando y sirviendo. Descubrimos que así el mundo es mejor, más fácil, más "como debe ser". La Gran Noticia hay que anunciarla, hay que compartirla. Hay que hacer un mundo de Hijos que pelean contra el mal, con la fuerza del perdón, con la intransigencia plena contra todo lo que hace sufrir a los Hijos. Esto da sentido a la vida: Dios no está, pero yo sí estoy. Dios no está, pero sus hijos sí están. Toda mi vida está pensada para anunciar la Buena Noticia, tiene valor, tiene sentido. ¿Cuáles son "mis carismas", como les llama Pablo? Es decir, ¿qué instrumentos se me han dado para poder servir, para poder anunciar la Noticia, para hacer creíble el amor de Dios? EL NOVIO... UNA COPA DE MÁS Le dijeron a Jesús: "¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacen los discípulos del Bautista...?" Y contestó: "¿Pueden los invitados a una boda estar de luto mientras el novio está con ellos? ..." No sé si hay cosa más preciosa que una pareja de novios: mirando cada uno por los ojos del otro, identificados, dispuestos a todo uno por otro... Nada más verlos se siente alegría, envidia, ganas de que todo les salga bien. Dios, el novio, estupenda imagen. Sentirlo siempre presente: en cuanto la mente se desocupa un poco, se va hacia él. Se le quiere más que a uno mismo, se siente uno ante Él querido como si uno fuera perfecto y maravilloso... no hay mejor imagen ni más atrevida, exceptuando, quizá, Abbá... (mi madre). Jesús nos sitúa bien ante Dios, en el campo del enamoramiento, de lo apasionado. Va más lejos, hasta lo provocativo. El exceso de vino... la embriaguez. Ese estado de euforia, de sentirse capaz de todo, de sobrevalorarse... en que nos sentimos con una copa de más. Así es el Reino, así se siente uno con Dios/Abbá, con el mundo como familia en proyecto, con las cualidades como inversiones del Padre para todos los hijos... Motivado, comprendido, comprometido, estimulado, aceptado, exigido... el Reino es un vino embriagador. F I E S T A Una fiesta, creer en Ti es una fiesta. ¿Qué es la vida sin fe? ¿Qué mediocre aventura, qué gris pasar hacia morir, qué sin sentido? En esta esclavitud de querer siempre más, de estar preso de mil necios deseos, de envidiar, codiciar, humillar, disfrutar siempre más hasta la muerte, suprema esclavitud, en esta esclavitud, pensar en Ti como Libertador, ¡qué alivio, Dios, qué alivio!. ¡Cuántas veces fuiste un peso más entre los pesos de la vida! Nacer, vivir, trabajar, pelear, codiciar, buscar placer y además someterme a tu juicio y temerte: hacerlo todo cuidando de evitar tu ojo de juez.... ¡Qué religión, cargando con la vida y con los ídolos de las leyes de piedra! Pero Tú eres el vino de la boda y el agua del desierto. La luz del caminante, perdido a media noche, eres la senda descubierta con júbilo entre las zarzas del bosque impenetrable. Una gota de Jesús en la tinaja de piedra de mi vida me cambia en vino el agua sosa de tener que vivir. Sé para qué trabajo, por qué sufro, sé que mis ojos sólo ven la materia, pero hay más, que no se encorva mi cuerpo hacia la muerte sino que va anunciando que estoy cerca de Casa. Sé que todas las cosas que no entiendo tienen sentido, y lo sabré algún día. Sigo sufriendo, estoy enfermo y muero, pero es fiesta sufrir, y hasta morir puede ser fiesta y bodas y abundancia de vino. Sé que me quiere, sé que no le importa que sea feo o viejo, insoportable nene gritón o joven petulante, que no le importa, y que me quiere así ¡porque está enamorado!. Y es tan grande la sorpresa que tengo cuando leo que un tal Juan lo escribió, va para veinte siglos, que mi asombro se cambia en fe y no tengo más remedio que confesar que no fue Juan quien se inventó esta fiesta, y que es tan grande el gozo, la verdad, la evidencia, - más allá de razón y certeza y prudencia, - que es allá, tan en el fondo del alma, allá donde se juntan las fronteras del alma y del espíritu donde siento esta fiesta, que me siento tocando tu Presencia, tocado por tu dedo, seguro de que en Juan está cantando irrefrenable, indiscutible, clara, no inventada, tu incesante Palabra. José Enrique Galarreta - - - - - EN VEZ DE AYUNO, BANQUETE DE BODAS José Luis Sicre Domingo 2 del Tiempo Ordinario. Ciclo C. El domingo pasado leímos el relato del bautismo de Jesús. Si hubiéramos seguido el orden del evangelio de Lucas (base de este ciclo C), hoy deberíamos leer el ayuno de Jesús en el desierto y las tentaciones. Sin embargo, con un salto imprevisible, la liturgia cambia de evangelio y nos traslada a Caná. ¿Por qué? Las tres epifanías (o manifestaciones) Para la mayoría de los católicos, solo hay una fiesta de Epifanía, la del 6 de enero: la manifestación de Jesús a los paganos, representados por los magos de oriente. Sin embargo, desde antiguo se celebran otras dos: la manifestación de Jesús en el bautismo (que recordamos el domingo pasado) y su manifestación en las bodas de Caná. Los grupos de peregrinos que van a Israel, cuando llegan a Caná tienen dos focos de interés: la iglesia, en la que bastantes parejas suelen renovar su compromiso matrimonial; y la tienda en la que venden vino del lugar. La boda y el vino son los dos grandes símbolos del evangelio de este domingo. Un comienzo sorprendente Si recordamos lo que ha contado hasta ahora el cuarto evangelio, el relato de la boda de Caná resulta sorprendente. Juan ha comenzado con un Prólogo solemne, misterioso, sobre la Palabra hecha carne. Sin decir nada sobre el nacimiento y la infancia de Jesús, lo sitúa junto a Juan Bautista, donde consigue sus primeros discípulos. ¿Qué hará entonces? No se va al desierto a ser tentado por Satanás, como dicen los otros evangelistas. Tampoco marcha a Galilea a predicar la buena noticia. Lo primero que hace Jesús en su vida pública es aceptar la invitación a una boda. ¿Qué pretende Juan con este comienzo sorprendente? Quiere que nos preguntemos desde el primer momento a qué ha venido Jesús. ¿A curar a unos cuantos enfermos? ¿A enseñar una doctrina sublime? ¿A morir por nosotros, como un héroe que se sacrifica por su pueblo? Jesús vino a todo eso y a mucho más. Con él comienza la boda definitiva entre Dios y su pueblo, que se celebra con un vino nuevo, maravilloso, superior a cualquier otro. El simbolismo de la boda: 1 lectura (Is 62,1-5) Para los autores bíblicos, el matrimonio es la mejor imagen para simbolizar la relación de Dios con su pueblo. Precisamente porque no es perfecto, porque se pasa del entusiasmo al cansancio, porque se dan momentos buenos y malos, entrega total y mentiras, el matrimonio refleja muy bien la relación de Dios con Israel. Una relación tan plagada de traiciones por parte del pueblo que terminó con el divorcio y el repudio por parte de Dios (simbolizado por la destrucción de Jerusalén y la deportación a Babilonia). Pero el Dios del Antiguo Testamento no conocía el Código de Derecho Canónico y podía permitirse el lujo de volver a casarse con la repudiada. Es lo que promete en un texto de Isaías: El que te hizo te tomará por esposa: su nombre es Señor de los ejércitos. Como a mujer abandonada y abatida te vuelve a llamar el Señor; como a esposa de juventud, repudiada dice tu Dios. La primera lectura de hoy, tomada también del libro de Isaías, recoge este tema en la segunda parte. Para el evangelista, la presencia de Jesús en una boda simboliza la boda definitiva entre Dios e Israel, la que abre una nueva etapa de amor y fidelidad inquebrantables. El simbolismo del vino En el libro de Isaías hay un texto que habría venido como anillo al dedo de primera lectura: El Señor de los ejércitos prepara para todos los pueblos en este monte un festín de manjares suculentos, un festín de vinos de solera; manjares enjundiosos, vinos generosos. Este es el vino bueno que trae Jesús, mucho mejor que el antiguo. Además, este banquete no se celebra en un pueblecito de Galilea, con pocos invitados. Es un banquete para todos los pueblos. Con ello se amplía la visión. Boda y banquete simbolizan lo que Jesús viene a traer e Israel y a la humanidad: una nueva relación con Dios, marcada por la alegría y la felicidad. El primer signo de Jesús, gracias a María A Juan no le gustan los milagros. No le agrada la gente como Tomás, que exige pruebas para creer. Por eso cuenta muy pocos milagros, y los llama signos, para subrayar su aspecto simbólico: Jesús trae la alegría de la nueva relación con Dios (boda de Caná), es el pan de vida (multiplicación de los panes), la luz del mundo (ciego de nacimiento), la resurrección y la vida (Lázaro). Pero lo importante de este primer signo es que Jesús lo realiza a disgusto, poniendo excusas de tipo teológico (todavía no ha llegado mi hora). Si lo hace es porque lo fuerza su madre, a la que le traen sin cuidado los planes de Dios y la hora de Jesús cuando está en juego que unas personas lo pasen mal. Jesús dijo que el hombre no está hecho para observar el sábado; María parece decirle que él no ha venido para observar estrictamente su hora. En realidad no le dice nada. Está convencida de que terminará haciendo lo que ella quiere. Juan es el único evangelista que pone a María al pie de la cruz, el único que menciona las palabras de Jesús: Mujer, ahí tienes a tu hijo, Ahí tienes a tu madre. De ese modo, Juan abre y cierra la vida pública de Jesús con la figura de María. Cuando pensamos en lo que hace en la boda de Caná, debemos reconocer que Jesús nos dejó en buenas manos. La tercera Epifanía El final del evangelio justifica por qué se habla de una tercera manifestación de Jesús. Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria, y creció la fe de sus discípulos en él. Ahora no es la estrella, ni la voz del cielo, sino Jesús mismo, quien manifiesta su gloria. Debemos pedir a Dios que tenga en nosotros el mismo efecto que en los discípulos: un aumento de fe en él. José Luis Sicre - - - - - PARÁBOLA DEL ÁNGEL ABURRIDO Pedro Miguel Lamet, SJ. Erase una vez un ángel que siempre estaba aburrido. Hacía poco que había abandonado la tierra por una repentina enfermedad y ni siquiera había caído en la cuenta de que se había convertido en ángel. Echaba de menos la plaza del pueblo donde jugaba al balón con sus amigos y el huerto de la esquina cuya tapia saltaba para robar manzanas; el tirachinas, su colección de cromos de futbolistas, las chuches y el pan con chocolate de la merienda. Y de pronto se vio rodeado de seres transparentes, un mar de luz y otros ángeles que tocaban el arpa todo el santo día. Así que fue a San Pedro y le dijo: -Pedro: yo aquí me aburro como una ostra sin jugar a pídola. ¡Es que en el cielo ni siquiera tenéis playstation! ¿Por qué no me dejas volver a mi pueblo, por lo menos un rato? -No sé qué decirte, Pablito. Yo creo que Dios ha querido traerte porque como eras tan revoltoso a lo mejor de mayor hacías alguna fechoría -No lo entiendo, porque hablando del Hijo Pródigo, el cura de mi pueblo decía, que solo se conoce el corazón de Dios cuando uno se siente perdonado. ¿Dios me ha perdonado algo? -No respondió Pedro-, no lo necesitas. -Pues déjame volver a mi pueblo a equivocarme y así cuando vuelva no seré un ángel aburrido. -¿Por qué, Pablito? -Porque entonces habré descubierto que Dios es un Padre y a los padres les encanta jugar con sus hijos todo el rato. Pedro Miguel Lamet, SJ. - - - - - LA DESAUTORIZACIÓN DE LA JERARQUÍA EN MORAL SEXUAL ES ENORME Jorge Costadoat, SJ. La llegada del Papa Francisco al pontificado ha tenido un impacto evangélico enorme. Sus palabras y gestos indican de un modo inequívoco en qué consiste el Evangelio. Como latinoamericano celebro que haya apernado al más alto nivel la opción por los pobres que ha caracterizado a nuestra Iglesia. Pero temo que dentro de poco Francisco no podrá ya enfrentar asuntos decisivos, pendientes de resolver en la Iglesia universal. Me detengo en uno solo. Se cumplieron 50 años de la promulgación de Humanae vitae, la encíclica que prohibió la contracepción, y no pasó nada. La institución eclesiástica no ha innovado en su doctrina sobre la sexualidad en un punto decisivo para enseñar con autoridad. ¿No pasó nada? Sí pasó: se hizo aún más profunda la incomunicación entre la jerarquía y el pueblo de Dios. Pues, imperceptiblemente, la desautorización de la jerarquía en materias de moral sexual es enorme. Hoy es total, o casi. Los últimos cuatro papas -saquemos a Juan Pablo I- han mantenido una doctrina que nadie puede decir que haya sido recibida o aceptada por el Pueblo de Dios. Las informaciones previas al Sínodo sobre la familia (2015) indican que el 90 % de los católicos aproximadamente cree que se trata de una enseñanza equivocada. Algunos ni siquiera saben que existe y usan medios contraceptivos como quien toma decisiones responsables en su vida. En la actualidad los matrimonios no se complican con Humanae vitae. No por esto debe olvidarse tan rápidamente el daño que esta encíclica produjo en las católicas los años siguientes a 1968. Esta doctrina dinamitó la capacidad de las mujeres de decidir en conciencia cómo podían ellas, con, y a menudo sin sus maridos, hacerse cargo de los niños que habrían de educar. Muchas se fueron. Otras dejaron de confiar en el magisterio. Humanae vitae, además de constituir un problema irresuelto -como bien opina Charles Curran en un artículo reciente (Theological Studies 79 (3) 2018)-, constituye el dique que impide a la jerarquía eclesiástica cambiar su enseñanza a propósito de otros temas de moral sexual. Si la encíclica prohíbe el uso de preservativos dentro del matrimonio y solo acepta actos sexuales abiertos a la procreación, ¿cómo pudiera orientar la vida de personas homosexuales, de los jóvenes que no toman la decisión de casarse antes de convivir, de gente que eventualmente puede trasmitir el Sida y otras situaciones? Hasta aquí ha sido pueril de parte de los obispos y sacerdotes dar autorizaciones ad casum o ad personam. Ellos se han atribuido a veces la responsabilidad de interpretar la encíclica o de saltársela simplemente, eximiendo a los católicos del deber que solo ellos tienen de discernir sus elecciones en conciencia. ¿Es posible que la Iglesia cambie su doctrina? Por supuesto que sí. Lo ha hecho. El Concilio Vaticano II innovó, por ejemplo, en materia de libertad religiosa. Desde entonces la Iglesia ha tomado iniciativas de tolerancia en diversas partes del mundo, anunciando por doquier que Dios puede expresarse en las culturas y religiones más distintas, y que el cristianismo, en los hechos, no es mejor que ninguna. Los tiempos cambian y la doctrina debe ajustarse a las nuevas culturas pues, de lo contrario, no habrá cómo anunciarles el Evangelio. ¿Por dónde comenzar? Primero, habría que desenterrar las obras de los moralistas que en su momento fueron sancionados. No se trata de rehabilitar sus nombres. Hicieron su trabajo intelectual por amor a la Iglesia y no por vanagloria. Segundo, habría que encontrar en la teología de los signos de los tiempos el fundamento teórico para entender que la revelación es histórica, lo cual obliga a escuchar el habla de Dios en los nuevos acontecimientos, especialmente en la experiencia de los católicos que asumen seriamente su vida afectivo-sexual. La superación de Humanae vitae depende, ante todo, de que la institución eclesiástica aprenda de la Iglesia. Jorge Costadoat, sj Religión Digital - - - - - ESPERAR CONTRA TODA ESPERANZA Victor Codina SJ Todos los pronósticos para el 2019 son sumamente oscuros desde todos los puntos de vista: políticos (irrupción de la extrema derecha, crisis de la democracia, líderes políticos dignos de psiquiatras, corrupción, armamentismo), sociales (exclusión, muros contra los inmigrantes), económicos (desaceleración, pobreza), ecológicos (no se quiere realmente luchar contra el cambio climático), de género (machismo, feminicidios, homofobia), religiosos (fundamentalismo, abusos sexuales de dirigentes religiosos) y un largo etcétera. Ante este oscuro panorama que los medios difunden cada día, surge un pesimismo colectivo paralizante y anestesiante: no hay nada que hacer, es el final de la historia, Apocalypse now Pero estos diagnósticos son parciales e interesados. Hay sectores vivos que luchan por la libertad, la democracia y los derechos humanos, por la paz, la justicia y la preservación de la creación, por la defensa de las mujeres y de las personas LGTBI, por una política sana al servicio del bien común y de los marginados. La historia de la humanidad no es la de los monarcas de turno, sino la de los ciudadanos más nobles, pensadores, políticos, artistas, profetas, místicos y santos. Sí hay algo que hacer ante la situación actual, comenzando por un serio examen colectivo: reconocer la corrupción no solo de las derechas, sino también de unas izquierdas alejadas del pueblo real; el egoísmo de dirigentes que se sienten salvadores mesiánicos, pero se olvidan de los pobres; los nacionalismos a ultranza; la falta de un liderazgo genuino; el paradigma tecnocrático que destruye la naturaleza en búsqueda de riquezas y bienestar para unos pocos. Habría que reconocer estos fallos, pedir perdón al pueblo y buscar enmienda y reforma. Hay que buscar alternativas personales, familiares, sociales y políticas basadas en el cuidado, el servicio al bien común, la noviolencia, el diálogo, la reconciliación, levantar puentes y no muros, prioridad de los pobres y descartados. Si se afirma desde la ecología que cuando una mariposa vuela en Nueva York, llueve en Birmania, mucho más eficaz es cualquier gesto humano por pequeño que sea para sanear y cambiar el ambiente social, humano y a la larga político: madres que se desviven por sus hijos, voluntarios jóvenes, ecologistas, maestros, médicos y enfermeras que atienden con cariño a sus pacientes, dirigentes honestos, ONGs como Open arms, pobres e indígenas que son sujetos de una nueva historia, el amor es más fuerte que la muerte, etc. Los creyentes no podemos caer en estas actitudes sociales y religiosas fatalistas y apocalípticas. Quienes nos confesamos cristianos hemos de reconocer que Dios Padre-Madre sigue amando al mundo, que Jesús de Nazaret por su misterio pascual nos libera del pecado y de la muerte, que el Espíritu del Señor llena el universo, da vida y fecunda la creación, dirige la Iglesia y la historia hacia el Reino por caminos desconocidos y se hace misteriosamente presente en momentos de caos, de fracasos colectivos, de esterilidad e impotencia. Se trata de captarlo, discernirlo y colaborar con esperanza en la transfiguración de este mundo hacia el Reino. No podemos ser profetas de calamidades. Lo más contrario a la fe cristiana es el miedo. Victor Codina SJ

Franciscanos de Tijuana 20.11.2022

José Antonio Pagola - PRIVADOS DE ESPÍRITU PROFÉTICO - Comparte Buenas Noticias, da Click a COMPARTIR - Sabemos que la oposición a Jesús se fue gestando poco a ...poco: el recelo de los escribas, la irritación de los maestros de la ley y el rechazo de los dirigentes del templo fueron creciendo hasta acabar en su condena y ejecución en la cruz. También lo sabe el evangelista Lucas. Pero, intencionadamente, forzando incluso su propio relato, habla del rechazo frontal a Jesús en la primera actuación pública que describe. Desde el principio han de tomar conciencia los lectores de que el rechazo es la primera reacción que encuentra Jesús entre los suyos al presentarse como Profeta. Lo sucedido en Nazaret no es un hecho aislado. Algo que sucedió en el pasado. El rechazo a Jesús cuando se presenta como Profeta de los pobres, liberador de los oprimidos y perdonador de los pecadores, se puede ir produciendo entre los suyos a lo largo de los siglos. A los seguidores de Jesús nos cuesta aceptar su dimensión profética. Olvidamos casi por completo algo que tiene gran importancia. Dios no se ha encarnado en un sacerdote, consagrado a cuidar la religión del Templo. Tampoco en un letrado ocupado en defender el orden establecido por la Ley. Se ha encarnado y revelado en un Profeta enviado por el Espíritu a anunciar a los pobres la Buena Noticia y a los oprimidos la liberación. Olvidamos que la religión cristiana no es una religión más, nacida para proporcionar a los seguidores de Jesús las creencias, ritos y preceptos adecuados para vivir su relación con Dios. Es una religión profética, impulsada por el Profeta Jesús para promover un mundo más humano, orientado hacia su salvación definitiva en Dios. Los cristianos tenemos el riesgo de descuidar una y otra vez la dimensión profética que nos ha de animar a los seguidores de Jesús. A pesar de grandes manifestaciones proféticas que se han ido dando en la historian cristiana, no deja de ser verdad lo que afirma el reconocido teólogo H. von Balthasar: A finales de siglo segundo cae sobre el espíritu profético de la Iglesia una escarcha que no ha vuelto a quitarse del todo. Hoy, de nuevo, preocupados por restaurar lo religioso frente a la secularización moderna, los cristianos corremos el peligro de caminar hacia el futuro privados de espíritu profético. Si es así, nos puede suceder lo que a los vecinos de Nazaret: Jesús se abrirá paso entre nosotros y se alejará para proseguir su camino. Nada le impedirá seguir su tarea liberadora. Otros, venidos de fuera, reconocerán su fuerza profética y acogerán su acción salvadora. 4 Tiempo ordinario - C (Lc 4,21-30) 3 de febrero 2019 José Antonio Pagola [email protected] Fuentes : http://www.gruposdejesus.com http://sanvicentemartirdeabando.org/ http://eclesalia.wordpress.com/ http://feadulta.com/ - - - - - DESCONCIERTO Florentino Ulibarri Señor:Que quienes te buscan a tientas, te encuentren; que quienes dudan una y mil veces, no desistan; que quienes se extravían en su camino, vuelvan; que quienes creen conocerte y poseerte, sigan buscándote. Que quienes caminan a tientas y solos, no se pierdan; que quienes tienen miedo al futuro, se abran a la confianza; que quienes no logran triunfar, perseveren; que quienes tienen hambre y sed, sean saciados. Que los grandes y poderosos se sientan vulnerables; que los amargados de la vida disfruten de tu presencia y gracia; que los olvidados de todos dejen oír su canción; que tus hijos e hijas nunca nos saciemos de tus dones. Que quienes desean y buscan milagros sepan acogerlos; que quienes gustan presumir de profetas acepten a los de su tierra; que quienes se descubren leprosos bajen a lavarse a un humilde río; que quienes tienen pensares ocultos no se enfurezcan contigo. Y si Tú nos provocas nuevamente, como provocaste a tus paisanos de Nazaret entonces, danos la gracia de entenderte y tolerarte ahora, y descubrir quién eres, a pesar de las apariencias y de tus pobres orígenes. ¡Señor, ábrete paso entre nosotros y sigue tu camino aunque nos escandalicemos! - - - - - LA SALVACIÓN QUE JESÚS OFRECE NO ES LA QUE ESPERAMOS Fray Marcos Lc 4, 21-30 Seguimos con el tema del domingo pasado. hoy se cumple esta escritura pero no va a ser como esperan los de su pueblo. En todos los evangelios se habla de los milagros de Jesús como manifestación de su divinidad, pero a la vez se critica que los que le conocieron pretendan poner en las curaciones la salvación ofrecida por Jesús. Una salvación material que debía consistir en librarles de sus limitaciones desde fuera y por el poder de Dios, directo o a través de un intermediario. Seguimos arrastrando la idea de Dios del paleolítico: el todopoderoso que va a poner su poder a mi servicio si cumplo unos requisitos. Hoy se cumple esa Escritura en cada uno de nosotros. Dios la cumple siempre sin tener que hacer nada. Que se cumpla hoy depende exclusivamente de mí. Por no tener en cuenta estos dos planos, la religión nos ha metido por un callejón sin salida y nos ha hundido en la miseria. Seguimos esperando que Dios haga que me toca hacer a mí. Soy yo el que tengo que preguntarme: ¿cumplo yo hoy esa escritura que acabáis de oír? La misma iglesia, ya desde muy pronto, prefirió potenciar en Jesús la idea de Hijo de Dios y se olvidó de la de Mesías; aunque está claro que en los orígenes querían decir lo mismo. Así, la salvación, que se pensaba como acontecimiento que debía darse en la historia, se convirtió en la salvación trascendente y ahistórica para el más allá. El mordiente que encerraba la imagen del mesías, se disolvió como un azucarillo. Jesús ya no necesita hacer presente la liberación desde la historia sino desde la estratosfera de su divinidad. Hemos leído: todos le daban su aprobación y se admiraban... Pero hay una traducción alternativa: El verbo griego (martyreo) = dar testimonio, que se traduce por dar su aprobación, cuando está construido con dativo, significa testimoniar en contra. Por otra parte, (thaumazo) = Admirarse, significa también extrañarse, es decir, una admiración negativa. Entonces la traducción sería: todos se declaraban en contra, extrañados del discurso sobre la gracia (para todos) que salía de sus labios. Así cobra pleno sentido la respuesta de Jesús, que de otro modo, parece que inicia él la gresca provocando al personal. La importancia de suprimir la última frase del texto de Is, queda más clara con la explicación que da hoy Jesús. Tiene que rectificar el texto de Is, pero menciona a otros dos profetas que avalan esa aparente mutilación. Elías y Eliseo son ejemplos de cómo actúa Dios con relación a los no judíos. Para entenderlo hoy, podíamos decir que Elías atendió a una viuda libanesa y Eliseo a un general sirio. ¡Qué poco han cambiado las cosas! La atención a la viuda de Sarepta y Naamán el sirio deja en evidencia la pretensión de salvación exclusiva que los judíos, como pueblo elegido, pretendían. El evangelista quiere subrayar que este argumento contundente, no solo no les convence, sino todo lo contrario, provoca la ira de sus vecinos que se sienten agredidos porque les echa en cara su ceguera. La tradición de Mc, que copia Mt, no hace alusión ni al texto de Is ni a Elías y Eliseo. Esto indica la intención de recalcar la oposición de sus paisanos en Lc. Los primeros cristianos se esforzaron por proponer a Jesús como continuación del AT, aprovechando cualquier resquicio para demostrar que en él se cumplen las Escrituras. Jesús sobrepasó, con mucho, todo lo que pudieron insinuar las Escrituras. ¿No es este el hijo de José? La única razón que dan los de su pueblo para rechazar las pretensiones de Jesús, es que no es más que uno del pueblo, conocido de todos. Me parece muy importante este planteamiento por parte del evangelista. La grandeza de Jesús está en que, siendo uno de tantos, fue capaz de descubrir lo que Dios esperaba de él. Jesús no es un extraterrestre que trae de otro mundo poderes especiales, sino un ser humano que saca de lo hondo de su ser lo que Dios ha puesto en todos los seres. Habla de lo que encontró dentro de sí mismo y nos invita a descubrir y vivir en nosotros lo mismo que él descubrió y vivió. La primera oposición que sufre Jesús en este evangelio no viene de los sumos sacerdotes ni de los escribas o fariseos, sino del pueblo sencillo. Sus paisanos ven que no va a responder a las expectativas del judaísmo oficial, y se enfadan. Cualquier visión que vaya más allá de los intereses del gueto, (familia, pueblo, nación) será interpretada como traición a la institución. Las instituciones tienen como primer objetivo la defensa de unos intereses frente los intereses de los demás. Incluso nuestra manera de entender el ecumenismo responde, la mayoría de las veces, a esta dinámica completamente contraria al evangelio. Los de su pueblo no pueden aceptar un mesianismo para todos. Ellos esperaban un Mesías poderoso que les iba a librar de la opresión de los romanos y a solucionar todos los problemas materiales. Si Jesús se presenta como tal liberador, ellos tenían que ser los primeros beneficiarios de ese poder. Al darse cuenta de que no va a ser así, arremeten contra él. El odio es siempre consecuencia de un amor imposible. El evangelista echa mano del AT para demostrar que los profetas ya habían manifestado esa actitud de Dios a favor de extranjeros en apuros. Quiere decir que su mensaje no es contrario ni ajeno a la Escritura. El Dios de Jesús es Amor incondicional. No puede tener privilegios, porque ama a todos infinitamente. Dios no nos ama por lo que somos o por lo que hacemos. Dios nos ama por lo que Él es. Dios ama igual al pobre y al rico, al blanco y al negro, al cristiano y al musulmán, a la prostituta y a la monja de clausura, a Teresa de Calcuta y a Bin Laden... En algún momento de esta escala progresiva nos patinarán las neuronas. Es más de lo que podemos aguantar. Nos pasa lo que a los paisanos de Jesús. Mientras sigamos pensando que Dios me ama porque soy bueno, nadie nos convencerá de que debemos amar al que no lo es. Jesús viene a anunciar una salvación de todas las opresiones. Pero esa salvación no depende de Dios ni de un intermediario de su poder sino de cada uno de nosotros. Su salvación no va contra nadie, sino a favor de todos. Ahora bien, no debemos ser ingenuos, lo que es buena noticia para los oprimidos, es mala noticia para los opresores. De ahí que, en tiempo de Jesús, y en todos los tiempos, los que gozan de privilegios, se opongan, con uñas y dientes, a esa práctica liberadora. Si no estamos dispuestos a liberar al oprimido, somos opresores. Tenemos que hacer un esfuerzo por comprender que el opresor no hace mal porque daña al oprimido, sino que hace mal porque se hace daño a sí mismo. El que explota a otro le priva de unos bienes que pueden ser vitales, pero lo grave es que él mismo se está deteriorando como ser humano. El daño que hace le afecta al otro en lo accidental. El daño que se hace a sí mismo, le afecta en lo esencial. El que muere por mi culpa puede morir repleto de humanidad; pero yo, al ser la causa de su muerte, me hundo en la más absoluta miseria. ¿Hemos caído en la cuenta de que lo único que puede garantizar mi religiosidad es el servicio a los demás? ¿Nos hemos parado a pensar que sin amor no soy nada? Ahora bien, el único amor del que podemos hablar es el amor a los demás. Sin éste, el amor que creemos tener a Dios es una falacia. La única pregunta a la que debo contestar es ésta: ¿Amo sin exclusión? Sin amor, toda nuestra vida cristiana se convertirá en un absurdo. Meditación Ignoramos lo que realmente somos. Tú eres, como Jesús, ungido. Estás capacitado para la tarea que debes realizar. Cuando despliegues tu verdadera salvación, estarás en condiciones de ayudar a otros a encontrarla. Fray Marcos - - - - - LA IGLESIA HA PERDIDO SU FUERZA PROFÉTICA José Enrique Galarreta Lc 4, 21-30 El pasaje evangélico de hoy es la continuación del que leímos la semana pasada. Allí se anunciaba Jesús como el cumplimiento de la promesa que anunciaban los profetas. Aquí se subraya el resultado de ese anuncio. Otros lo aceptan: los de Nazaret, sus vecinos, lo rechazan. Es una imagen muy importante. "Vino a los suyos y los suyos no le recibieron". Es uno de los temas fundamentales del Evangelio, especialmente del evangelio de Juan. La primera lectura y el evangelio presentan al profeta y a Jesús como fuerza de Dios, presente en el mundo como fuerza que suscita hostilidad, rechazo. Los hombres pueden rechazar la Palabra, y perseguir al Profeta. Pero la fuerza de la Palabra, la fuerza de Dios que está en él es más poderosa que toda la hostilidad del mal y de los hombres. En este contexto podemos leer la vida de Jesús y la vida de los cristianos. Y en este contexto leemos el mensaje de la carta de Pablo sobre el amor, intentando profundizar en nuestro concepto del amor. Vamos hoy a centrarnos más en esta segunda lectura. Esta reflexión de Pablo nos lleva a la esencia fundamental de la fe, resumida por Jesús al responder a la cuestión de "¿cuál es el mayor mandamiento?". La respuesta de Jesús es: Escucha Israel: AMARÁS a Dios de todo corazón, con toda tu alma y todas tus fuerzas, y al prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos se resume toda la Ley y los profetas. Así pues, es básico entender que toda la fe y la actuación del cristiano se basa en amar. Amar a Dios y amar a los hombres. Lo demás son consecuencias. Pero no podemos simplificar la palabra "amar". Y para ver de qué se trata, miremos un momento al Evangelio, para ver cómo ama Jesús. La teoría (Lucas 6,35) "Amad a vuestros enemigos, hacedles el bien, prestad sin esperar nada a cambio. Vuestro premio será entonces grande: seréis hijos del Altísimo, porque Él es bueno para con los ingratos y los que hacen el mal." Jesús lo cumple así: (Lucas 23,33) Llegados al lugar llamado "de la Calavera", le crucificaron... Y Jesús decía: "Padre, perdónales; no saben lo que hacen". Es sólo un ejemplo, pero si analizamos todas las relaciones de Jesús con las personas, vemos que siempre están inspiradas en lo mismo: es El Salvador. No mira a sus pecados como obstáculos que le impiden amarles. Su amor por las personas va más al fondo: el pecado intenta interponerse entre el amor de Jesús y la persona: pero no lo consigue. Por más que se le ofenda, Él sigue siendo el Salvador. El origen de todo esto no es la humanidad bondadosa de Jesús. Es la divinidad salvadora. Es Dios quien es así, y se ve en Jesús. Dios es el amor salvador. Toda la creación se entiende sólo desde el amor de Dios, que pretende la existencia de Hijos en plenitud. El pecado no es obstáculo para el amor: convierte el amor en Salvador, en Libertador del pecado. Nuestros pecados intentan interponerse entre nosotros y el amor de Dios, pero no lo consiguen. Y Dios presente entre nosotros es El Salvador, el que quita el pecado del mundo. De la misma manera, el origen de nuestra postura respecto a los demás no está en nuestra humanidad bondadosa, en un natural afectivo y cordial. Está en que hemos conocido el amor de Dios, vivimos del amor de Dios, nos sentimos queridos por Dios y no sabemos vivir más que salvando, como Dios. Se trata de un convencimiento, una persuasión, pero sobre todo de una fe, es decir, de una adhesión personal. Acepto el amor de Dios para conmigo, y ya no puedo vivir de otra manera. El amor de Dios lo he conocido en Jesucristo. Cuando he llegado a creer en Jesucristo, he llegado a aceptar a Dios mi Salvador, a fiarme de Él. Creer en Jesucristo no es simplemente estar persuadido de que es un gran hombre, o aceptar su doctrina como satisfactoria. Creer en Jesucristo es aceptarlo como modo de vida, como revelación de Dios, hacer girar la vida en torno a Él. Creer en Jesucristo es ante todo admirar y disfrutar del amor de Dios Salvador que en Él se hace visible. A partir de ahí, mi vida cambia: ya sé por qué vivo, porque Dios me quiere. Ya sé para qué vivo, para que todos le quieran. Esto es un ideal, un camino, una conversión. Jesús es así; nosotros vamos hacia ahí. Y todo lo que somos y lo que hacemos tiene un carácter de provisional, de "todavía no". Pero caminamos. En este sentido, la justicia, el temor de Dios, el deseo de premio por las buenas obras... tantas cosas, son "carismas provisionales". Pero hay que aspirar a los carismas superiores, hay que aspirar a que nuestro espíritu disfrute del amor de Dios y en consecuencia viva lleno de ese don: amar a los hombres como Dios me ama, mucho más adentro que mis pecados. Esta manera de vivir de ninguna manera es fácil. En primer lugar, porque es imposible "de fuera a dentro". No es una norma que hay que cumplir. Si es cumplimiento no llega a ser amor. No se trata de "me porto así porque Dios lo quiere". Se trata de "me porto así porque soy así, soy hijo de mi Padre y no me puedo portar de otra manera". Es el final de la conversión, cuando ya no actúo sometido a mis pecados, a mi egoísmo o mi envidia o mi vanidad... sino libre y salvador, como Hijo. En segundo lugar, porque en un mundo en que los hombres no se quieren, sino que se hostigan, se arrinconan, se envidian, se roban, se matan, esta parece una manera débil de vivir, expuesta a todo lo que los demás nos quieran hacer. No nos confundamos. Ni es una blandenguería de carácter, ni es una vocación de corderito manso. Amar por encima de los pecados es una tremenda fortaleza. Servir siempre, perdonar siempre, salvar siempre, requiere una fuerza de espíritu superior a toda fuerza de carácter. Es sólo posible por el Espíritu de Dios actuando en nosotros. Y esta fuerza lleva a ser siempre testigo, desvelador de toda injusticia y de todo mal que les suceda a los hijos de Dios, presencia incómoda y a veces intolerable para una sociedad siempre interesada en otros valores, a menudo hostil. Una vez más, el ejemplo y modelo es Jesús. Una lectura de cualquier evangelio, y más de los cuatro, ofrece una figura de Jesús de impresionante fortaleza. Su amor a todos los débiles va acompañado de un valor a toda prueba y una libertad brillante ante todos los poderosos. Jesús es capaz de desafiar la ley para curar (leproso Mt 8,1 ) de insultar en público al rey (acerca de Herodes, Lc 13,31) de desenmascarar ante el pueblo a los jefes religiosos y doctores de la Ley (Mt 23,13), y se juega la vida defendiendo a una mujer ante el acoso judicial de los "justos" (Jn 8,1). Ninguna debilidad, ninguna blandura. Es pura fortaleza, al servicio de los que la necesitan y en contra de lo que se ponga delante. Pero Jesús es rechazado. El amor amenaza todos los demás modos de vivir. Jesús es rechazado porque con Él se acaba aquella religión, aquel templo, aquellas clases socio-religiosas. Jesús perjudica a la religión oficial, no interesa a los revolucionarios independentistas, molesta a Herodes, le es indiferente a Pilato... El amor está fuera de lugar y es perseguido, hasta la muerte. "La luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no la han recibido". Y los de Jesús, como Jesús. Posiblemente el momento más dramático de la incomprensión de la fuerza del amor de Dios se da en la cruz. Los escribas, sacerdotes, fariseos, y el pueblo, le increpan: "Si eres el Hijo de Dios, baja de la cruz y creeremos en ti". Y Jesús, porque es el Hijo de Dios, porque es el amor de Dios capaz de dar la vida, no baja de la cruz, y por eso nosotros creemos en Él. Es extraordinario el efecto que produce una lectura continuada de la Pasión según san Juan. Jesús es un rey poderoso que entrega su vida conscientemente, que asume la muerte violenta con fortaleza. Juan omite la agonía del Huerto y el abandono de la cruz. El testigo presencial de la Pasión se centra en mostrar la fortaleza de Jesús. Su evangelio cierra así el mensaje con que se inició en la entrevista con Nicodemo: "Tanto amó Dios al mundo que le entregó su Hijo". Es sumamente preocupante que la Iglesia sea tan escasamente perseguida en esta sociedad occidental en la que los valores del Evangelio son sin embargo rechazados frontalmente. Y es sumamente reconfortante ver cómo son perseguidos, marginados, los cristianos, personas o grupos, que se toman muy en serio el Evangelio. Es muy normal que los poderes políticos de algunos países en los que la injusticia social es muy fuerte, no toleren a los grupos cristianos que luchan contra esa injusticia. Es lo normal. Lo que no es normal es que en los países de desenfrenado consumo, de búsqueda alucinada del placer y el bienestar material, en los que el único Dios es la economía de mercado y el consumo consiguiente, la Iglesia viva tan tranquila. Lo único que puede hacernos entender este fenómeno es aceptar, con angustia, que la Iglesia esconde la Palabra, ha perdido su fuerza profética y ya no le anuncia al pueblo sus pecados, sino que se limita a tranquilizarle la conciencia. Pero el fondo último de la escena es el rechazo. Y, como todo en los evangelios, una situación histórica, algo sucedido a Jesús, se convierte en símbolo/paradigma de una situación espiritual. Aceptar/rechazar el amor: ése es el JUICIO. Aceptar el amor significa aceptar que estoy (soy) necesitado. Y no hay diferencia realmente significativa entre aceptar/rechazar el amor de Dios y el amor de los humanos. Aceptar el amor es aceptar que los otros (El Otro) me aceptan como soy, no porque soy maravilloso, sino porque ellos son maravillosos. Ése es precisamente el milagro del amor: como el hijo se siente bien siendo querido por la madre no porque es guapo sino porque es hijo. El amor no tiene su fuente en el amado sino en el amante. La locura del adolescente: "me quiere", "me quiere a mí", "significo algo para él o ella". Aceptar ser querido o rechazar ser querido (comprendido, aceptado, perdonado...) es la esencia de la convivencia humana y de la relación con Dios. Y es la "inversión de Jesús". La espiritualidad farisaica (aparte de sus exageraciones y sus orgullos, que no en todos se daban) consiste en "ser justo ante Dios", es decir, en pensar que Dios me considera según mis obras: la postura de Dios es posterior a mi postura. Jesús invierte esta relación. Dios ama primero: lo mío es aceptar ese amor y responder a ese amor. Esto es lo que rechazaron los fariseos y los legistas, y es el paso esencial de nuestra conversión. José Enrique Galarreta - - - - - FRACASO DE JESÚS EN NAZARET José Luis Sicre Domingo 4. Ciclo C. Como en una serie de televisión, el evangelio de este domingo comienza recordando lo último contado en el anterior. Jesús ha leído en la sinagoga de Nazaret un texto de Isaías que proclama una buena noticia a los pobres, ciegos, prisioneros, oprimidos. Cuando termina, afirma: Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír. ¿Cómo reaccionará el auditorio a estas palabras? Es lo que se cuenta en el evangelio de hoy, en el que podemos distinguir tres momentos: la reacción inicial del auditorio, un ataque desconcertante de Jesús, y la reacción final de los nazarenos. El relato de Lucas Aparte de leer a Isaías, Jesús no ha dicho prácticamente nada. Sin embargo, Lucas indica de inmediato la triple reacción de los presentes: aprobación, admiración y desconcierto. Al parecer, les gusta lo que han oído, pero no comprenden que lo diga alguien a quien conocen desde pequeño. Si Jesús hubiera sido un político, habría aprovechado la ocasión para ganarse más aún al auditorio, solventando las posibles dudas sobre su autoridad. Sabe lo que esperan de él: no que lea textos de la Biblia sino que haga milagros. Le bastaría realizar algunos parecidos a los que ha hecho en Cafarnaúm para que todos le aplaudan y crean en él. Sin embargo, se niega a ello e incluso adopta una postura agresiva. Sin que los nazarenos hayan dado motivo, Jesús da por supuesto que lo van a rechazar. No se basa en nada concreto que hayan hecho o dicho, sino en un proverbio: Ningún profeta es bien mirado en su tierra. En consecuencia, tampoco él mira bien a los nazarenos y no hará allí ningún milagro. Igual que Elías fue enviado por Dios a ayudar a una viuda fenicia, y Eliseo a un leproso sirio, él también se siente enviado a los paganos. ¿Cuál sería la reacción lógica de los nazarenos? Levantarse e irse de la sinagoga, soltando probablemente bastantes maldiciones contra Jesús. Sin embargo, lo que cuenta Lucas es mucho más fuerte: se sienten tan irritados que deciden matarlo, despeñándolo. Un relato desconcertante Cuando se lee con atención el relato de Lucas surgen varias preguntas: ¿Por qué adopta Jesús una postura tan agresiva? ¿Por qué da por supuesto que lo van a rechazar? ¿Por qué compara su actitud con la de Elías y Eliseo, enviados a los paganos, cuando reconoce haber hecho milagros en Cafarnaúm, que no es una ciudad pagana sino israelita? ¿Por qué reaccionan los nazarenos de forma tan terrible, queriendo matarlo? Para responder a estas preguntas conviene recordar cómo cuenta Marcos la visita de Jesús a Nazaret. La versión de Marcos Marcos cuenta la visita de forma muy distinta. Jesús ya es bastante conocido cuando vuelve a Nazaret con sus discípulos. Y ocurre lo siguiente: Un sábado se puso a enseñar en la sinagoga. Muchos al escucharlo comentaban asombrados: ¿De dónde saca éste todo eso? ¿Qué clase de sabiduría se le ha dado? Y, ¿qué hay de los grandes milagros que realiza con sus manos? ¿No es éste el artesano, el hijo de María, el hermano de Santiago y José, Judas y Simón? ¿No viven aquí, entre nosotros, sus hermanas? Y esto lo sentían como un obstáculo. Jesús les decía: A un profeta sólo lo desprecian en su tierra, entre sus parientes y en su casa. Y no pudo hacer allí ningún milagro, salvo sanar a unos pocos enfermos a quienes impuso las manos. Y se asombraba de su incredulidad. Las diferencias son claras. En Marcos, la reacción del auditorio no es de aprobación, admiración y desconcierto, sino de desconcierto y rechazo. Entonces es cuando Jesús recuerda que a un profeta solo lo desprecian en su tierra. Pero nadie intenta matarlo. Simplemente, no creen en él ni en su poder. Y Jesús se admira de su incredulidad. Nazaret como símbolo ¿Por qué ha escrito Lucas un relato tan distinto? Porque él no ha pretendido contar lo ocurrido, sino convertir la visita de Jesús a Nazaret en símbolo de la relación de Jesús con el pueblo judío y con los paganos. Para ello, lo primero que hace es comenzar la actividad de Jesús con esta visita. Mientras Mateo y Marcos dicen que Jesús comenzó predicando por los pueblos y aldeas de Galilea, sin concretar cuáles, Lucas nos sitúa en la sinagoga de Nazaret. Sabe que Jesús no fue aceptado por los nazarenos, ni tampoco por su familia, que lo consideraba medio loco. Recoge y lleva al límite ese rechazo, convirtiéndolo en símbolo de la oposición de la mayor parte del pueblo judío, que terminó provocando su muerte. En el Nuevo Testamento se indican distintos motivos por los que Jesús entró en conflicto con las autoridades judías: por no observar el sábado, por ser un peligro desde el punto de vista político En el relato de Lucas, el motivo principal de conflicto es el nacionalismo de los que quieren un Mesías al servicio exclusivo de Israel, mientras que Jesús se ve enviado a toda la humanidad. Pero nadie debe escandalizarse de eso, mucho menos los judíos: también Elías y Eliseo fueron enviados por Dios a los paganos en unos momentos en que los israelitas estaban muy necesitados de ayuda. La primera lectura (Jeremías 1,4-5. 17-19) Ha sido elegida para demostrar que ningún profeta es bien visto en su tierra. Las palabras finales Lucharán contra ti, pero no te podrán, porque yo estoy contigo para librarte coinciden muy bien con el final del evangelio, donde Jesús pasa serenamente entre quienes intentan matarlo y se aleja. Con una gran diferencia: Jeremías se verá libre gracias a la compañía de Dios; Jesús tiene en sí mismo el poder para enfrentarse al enemigo. Cuando muera será porque él lo acepta libremente. Reflexión final El evangelio de hoy podría interpretarse como un ataque al nacionalismo político. En parte lo es, porque los judíos identificaban religión y política. Pero el ataque de Jesús se dirige sobre todo al nacionalismo religioso. Aplicándolo a nuestros días, a los cristianos que pensasen que son los elegidos de Dios y los únicos que merecen su atención. Cabe el peligro de parecernos a los nazarenos, de pecar de exclusivistas al hablar de la salvación de Dios. José Luis Sicre - - - - - MANSEDUMBRE Y CORTESÍA Pedro Miguel Lamet SJ Me conmueve esta terracota que adquirí hace tiempo en Asís. El frailecillo que camina sobre un asno va a predicar más que con su palabra con su mansedumbre, que tiene su origen en la profunda paz del alma unida a Dios: La paz que anunciáis con la boca, tenedla en más alto grado en vuestros corazones. No seáis para nadie motivo de ira ni de escándalo, sino que vuestra mansedumbre impulse a todos hacia la paz, la benignidad y la concordia (TC 58). Esa quietud interior de Francisco tiene una amplitud sin límites: aceptar el hoy tal como se presente, alabando a Dios por el nublado y el sereno y por todo tiempo (Cántico de las Criaturas); abrazar las contrariedades, viéndolas en el plan de la divina providencia. Una mansedumbre que se manifestaba también en cortesía: Como hombre de oración pensaba que la cortesía es una de las propiedades de Dios quien, por cortesía, da su sol y su lluvia a justos e injustos, y es hermana de la caridad (Florecillas 36). Mansedumbre y cortesía, ¡raras virtudes en un mundo de vértigo y rastrera educación ¡Qué intuición la del papa Bergoglio al elegir para sí el nombre de Francisco! La capacidad de encontrar a las personas ha dicho-, de encontrar a las culturas con paz; la capacidad de hacer preguntas inteligentes: ¿Por qué? ¿Tú piensas así? ¿Por qué? Esta cultura es así. Escuchar a los otros, y luego hablar. Primero escuchar, luego hablar. Esto es mansedumbre. Tú a mí no me convences, pero igual somos amigos; he escuchado como piensas y tú has escuchado como pienso. Y ¿saben una cosa, una cosa importante? Este diálogo es aquel que hace la paz. No puede haber paz sin diálogo. Así, a paso de asno, tranquila y cortésmente, con una paz que se desborda en mansedumbre y cortesía se vive el minuto desde el tiempo sin tiempo de Dios. Pedro Miguel Lamet SJ

Franciscanos de Tijuana 20.11.2022

La vida consagrada... confiesa, con su fidelidad al misterio de la Cruz, creer y vivir del amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. De este modo contribu...ye a mantener viva en la Iglesia la conciencia de que la Cruz es la sobreabundancia del amor de Dios que se derrama sobre este mundo, el gran signo de la presencia salvífica de Cristo. San Juan Pablo II (Vita Consecrata 24) Hoy, Día de la Candelaria, la Fiesta de la Luz, también celebramos la Vida Consagrada. Hoy recordamos la belleza de la entrega total a Cristo y su Evangelio. Hoy celebramos la radicalidad de los que sirven a los demás. La Vida Consagrada es un don de Dios para toda la Iglesia y un llamado especialísimo para muchos que nos demuestra el gran amor de Dios que sigue llamando, a hombres y a mujeres, para trabajar por el prójimo y construir desde cada carisma, orden, instituto y congregación el Reino de Dios. ¡Gran abrazo a todos los hermanos y hermanas que se han consagrado a Cristo, especialmente a los que forman y han formado parte de Espíritu y Vida: Teología y espiritualidad franciscana Oramos por ustedes para su perseverancia y fortaleza. Pedimos a Dios para que cada día haya más almas valientes que digan "SI" al llamado de Dios. ¡Feliz Día de la Vida Consagrada! #PazyBien _______________ #EspirituyVida #OFM #OSC #OFS #DiaDeLaCandelaria #VidaConsagrada #Franciscanos Foto: Fénix. Gracias Fray Alex!

Franciscanos de Tijuana 20.11.2022

José Antonio Pagola - INICIAR LA REACCIÓN - Comparte Buenas Noticias, da Click a COMPARTIR- El Bautista no permite que la gente lo confunda con el Mesías. Conoc...e sus límites y los reconoce. Hay alguien más fuerte y decisivo que él. El único al que el pueblo ha de acoger. La razón es clara. El Bautista les ofrece un bautismo de agua. Solo Jesús, el Mesías, los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. A juicio de no pocos observadores, el mayor problema de la Iglesia de hoy es la mediocridad espiritual. La Iglesia no posee el vigor espiritual que necesita para enfrentarse a los retos del momento actual. Cada vez es más patente. Necesitamos ser bautizados por Jesús con su fuego y su Espíritu. En no pocos cristianos esta creciendo el miedo a todo lo que pueda llevarnos a una renovación. Se insiste mucho en la continuidad para conservar el pasado, pero no nos preocupamos de escuchar las llamadas del Espíritu para preparar el futuro. Poco a poco nos estamos quedando ciegos para leer los signos de los tiempos. Se da primacía a certezas y creencias para robustecer la fe y lograr una mayor cohesión eclesial frente a la sociedad moderna, pero con frecuencia no se cultiva la adhesión viva a Jesús. ¿Se nos ha olvidado que él es más fuerte que todos nosotros? La doctrina religiosa, expuesta casi siempre con categorías premodernas, no toca los corazones ni convierte nuestras vidas. Abandonado el aliento renovador del Concilio, se ha ido apagando la alegría en sectores importantes del pueblo cristiano, para dar paso a la resignación. De manera callada pero palpable va creciendo el desafecto y la separación entre la institución eclesial y no pocos cristianos. Es urgente crear cuanto antes un clima más amable y cordial. Cualquiera no podrá despertar en el pueblo sencillo la ilusión perdida. Necesitamos volver a las raíces de nuestra fe. Ponernos en contacto con el Evangelio. Alimentarnos de las palabras de Jesús que son espíritu y vida. Dentro de unos años, nuestras comunidades cristianas serán muy pequeñas. En muchas parroquias no habrá ya presbíteros de forma permanente. Que importante es cuidar desde ahora un núcleo de creyentes en torno al Evangelio. Ellos mantendrán vivo el Espíritu de Jesús entre nosotros. Todo será más humilde, pero también más evangélico. A nosotros se nos pide iniciar ya la reacción. Lo mejor que podemos dejar en herencia a las futuras generaciones es un amor nuevo a Jesús y una fe más centrada en su persona y su proyecto. Lo demás es más secundario. Si viven desde el Espíritu de Jesús, encontrarán caminos nuevos. Bautismo del Señor - C (Lc 3,15-16.21-22) 13 de enero 2019 José Antonio Pagola [email protected] Fuentes : http://www.gruposdejesus.com http://sanvicentemartirdeabando.org/ http://eclesalia.wordpress.com/ http://feadulta.com/ - - - - - - YO ESPERO... Florentino Ulibarri Yo espero que venga lo nuevo y novedoso con el mismo ímpetu y fuerza de convicción, por lo menos, con que viene lo que ya conocemos y nunca alcanzamos, porque otros lo tienen en sus manos, y sólo nos ofrecen migajas para ilusionarnos, confundirnos y hacernos esclavos. Y espero, cada vez con más ahínco y fe, que no surja de nuestros hechos, ni de nuestros estériles sueños, ni de nuestros vanos recuerdos, ni de nuestras entrañas malcriadas, ni de nuestros derechos tan protegidos... sino de tu ternura y gracia. Yo espero, gratuitamente, que se abra el cielo, que tu Espíritu nos bautice y renueve por fuera y dentro, y que empiece acá tu reino. - - - - - - CELEBRAMOS HOY EL VERDADERO NACIMIENTO DE JESÚS Fray Marcos Lc 3, 15-22 Comenzamos el tiempo ordinario. El bautismo es el primer acontecimiento que los evangelios nos narran de la vida de Jesús. Es además, el más significativo desde su nacimiento hasta su muerte. Lo importante no es el hecho en sí, sino la carga simbólica que el relato encierra. El bautismo y las tentaciones hablan de la profunda transformación que produjo en él una experiencia que se pudo prolongar durante años. Jesús descubrió lo que Dios era para él y lo que tenía que ser él para los demás. Descubrió el sentido de su vida. Los cuatro evangelistas resaltan la importancia que tuvo para Jesús el encuentro con Juan el Bautista y el descubrimiento de su misión y; a pesar de que es un reconocimiento de cierta dependencia de Jesús con relación a Juan. Ningún relato nos ha llegado de los discípulos de Juan. Todo lo que sabemos de él lo conocemos a través de los escritos cristianos. Si lo han narrado todos los evangelistas, a pesar de que se podía interpretar como una subordinación a Juan, quiere decir que tiene unas posibilidades muy grandes de ser histórico. Celebramos hoy el verdadero nacimiento de Jesús. Él mismo nos dijo que el nacimiento del agua y del Espíritu era lo importante. Si seguimos celebrando con mayor énfasis el nacimiento carnal, es que no hemos entendido el mensaje evangélico. Nuestra religión sigue empeñada en que busquemos a Dios donde no está. Dios no está en lo que podemos percibir por los sentidos. Dios está en lo hondo del ser y allí tenemos que descubrirlo. El bautismo de Jesús tiene un hondo calado en todos los evangelios, porque el relato nos lanza más allá de lo sensible. Marcos y Juan comienzan su evangelio con el bautismo. Lc no da ninguna importancia al hecho del bautismo. Destaca los símbolos: Cielo abierto, bajada del Espíritu y voz del Padre. Imágenes que en el AT están relacionadas con el Mesías. Se trata de una teofanía. Según aquella mentalidad, Dios está en los cielos y tiene que venir de allí. Abrirse los cielos es señal de que Dios se acerca a los hombres. Esa venida tiene que ser descrita de una manera sensible, para poder ser percibida. Lo importante no es lo que sucedió fuera, sino lo que vivió Jesús dentro de sí mismo. Jn no narra el bautismo, lo da por supuesto y habla directamente de la presencia del Espíritu en Jesús. El gran protagonista de la liturgia de hoy es el Espíritu. En las tres lecturas se hace referencia directa a él. En el NT el Espíritu es entendido a través de Jesús; y a la vez, Jesús es entendido a través del Espíritu. Esto indica hasta qué punto se consideran mutuamente implicados. Comprenderemos esto mejor si damos un repaso a la relación de Jesús con el Espíritu en los evangelios, aunque no en todos los lugares espíritu se refiere a lo mismo. Marcos: 1,10 Vio rasgarse los cielos y al Espíritu descender sobre él. 1,12 El Espíritu lo impulsó hacia el desierto. Mateo: 3,16 Se abrieron los cielos y vio el Espíritu de Dios que bajaba como paloma. Lucas: 3,22 El Espíritu Santo bajó sobre él en forma corporal como una paloma. 4,1 Jesús salió del Jordán lleno del Espíritu Santo. 4,14 Jesús, lleno de la fuerza del Espíritu, regresó a galilea. 4,18 El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Juan: 1,32 Yo he visto que el Espíritu bajaba del cielo y permanecía sobre él. 1,33 Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu, es quien bautiza con E. S. y fuego. 3,5 Nadie puede entrar en el Reino, si no nace del agua y del Espíritu. 6,63 El Espíritu es el que da vida, la carne no sirve de nada. También hay que recordar que estamos hablando de la experiencia de Jesús como ser humano, no de la segunda o de la tercera persona de la Trinidad. Lo que de verdad nos debe importar a nosotros es el descubrimiento de la relación de Dios para con él, como ser humano, y la respuesta que el hombre Jesús dio a esa toma de conciencia. Lo singular de esa relación es la respuesta de Jesús a esa presencia de Dios-Espíritu en él. En contra de lo que siempre se nos ha dicho, el bautismo no es la prueba de la divinidad de Jesús, sino la prueba de una verdadera humanidad. Un ser humano que afronta sus limitaciones y ora. En el discurso de Jn en la última cena, Jesús hace referencia al Espíritu que les enviará, pero también les dice que no les dejará huérfanos. Esas dos expresiones hacen referencia a la misma realidad. También dice que el Padre y él vendrán y harán morada en aquel que le ama. Jesús se siente identificado con Dios, que es Espíritu. No tenemos datos para poder adentrarnos en la psicología de Jesús, pero los evangelios no dejan ninguna duda sobre la relación de Jesús con Dios. Fue una relación personal. Se atreve a llamarle Abba, (papá) cosa inusitada en su época y aún en la nuestra. Hace su voluntad; Le escucha siempre; etc. Todo el mensaje de Jesús se reduce a manifestar su experiencia de Dios. El único objetivo de su predicación fue que también nosotros lleguemos a esa misma experiencia. La comunicación de Jesús con su "Abba" no fue a través de los sentidos ni a través de un órgano portentoso. Se comunicaba con Dios como nos podemos comunicar cualquiera de nosotros. Ningún hilo telefónico especial. Tenemos que descartar cualquier privilegio en este sentido. A través de la oración, de la contemplación el Hombre Jesús descubrió quién era Dios para él. Lc dice que esa manifestación de Dios en Jesús se produjo mientras oraba. El descubrimiento de esa presencia nace sencillamente de su conciencia de criatura. Dios como creador está en la base de todo ser creado, constituyéndolo en ser. Yo soy yo porque soy de Dios. Todo lo que tengo de positivo me lo está comunicando Dios; es el mismo ser de Dios en mí. Solo una cosa me diferencia de Dios; mis limitaciones. Esas sí son mías y hacen que yo no sea Dios, ni criatura alguna que pueda identificarse absolutamente con Dios. Lo importante para nosotros es intentar descubrir lo que pasó en el interior de Jesús y ver hasta qué punto podemos nosotros aproximarnos a esa misma experiencia. La experiencia de Dios que tuvo Jesús no fue un chispazo que sucedió en un instante. Más bien tenemos que pensar en una toma de conciencia progresiva que le fue acercando a lo que después intentó transmitir a los discípulos. Los evangelios no dejan lugar a duda sobre la dificultad que tuvieron los primeros seguidores de Jesús para entender esto. Eran todos judíos y la religiosidad judía estaba basada en la Ley y el templo, es decir, en una relación puramente externa con Dios. Para nosotros esto es muy importante. Una toma de conciencia de nuestro verdadero ser no puede producirse de la noche a la mañana. ¿Cómo interpretaron los primeros cristianos, todos judíos, este relato? Dios, desde el cielo, manda su Espíritu sobre Jesús. Para ellos Hijo de Dios y ungido era lo mismo. Hijo de Dios era el rey una vez ungido; el sumo sacerdote, también ungido; el pueblo elegido por Dios. Lo más contrario a la religión judía era la idea de otro Dios o un Hijo de Dios. ¿Cómo debemos interpretar nosotros esa interpretación? Hoy tenemos conocimientos suficientes para recuperar el sentido de los textos y salir de una mitología que nos ha despistado durante siglos. Jesús es hijo de Dios porque salió al Padre, imitó en todo al Padre, le hizo presente en todo lo que hacía. Pero entonces también yo puedo ser hijo como lo fue Jesús. Meditación Jesús nació del Agua y del Espíritu. Este segundo nacimiento dará a luz mi verdadero ser. Ya está en mí, pero tengo que descubrirlo. No te identifiques con tus limitaciones. Tus fallos son carencias, pero tú eres lo positivo que hay en ti. Fray Marcos - - - - - - JESÚS, EL HIJO PERFECTO José Enrique Galarreta Lc 3, 15-16 y 21-22 Los cuatro evangelistas dejan constancia de la presencia de Jesús en el Jordán, en el entorno del Bautista, y la manifestación del Espíritu que allí tuvo lugar. Esta reiteración indica a las clareas el carácter histórico de este acontecimiento, tan significativo que, después de la resurrección, se tiene por condición para ser considerado "testigo de Jesús", el hecho de haber estado con él (con ellos) desde el principio, es decir, desde el Jordán. Pero el interés de estos relatos está, más que en la circunstancia histórica, en la manifestación del Espíritu, que indica, en el arranque mismo de la vida pública "QUIEN ES ÉSTE". Jesús queda definido por el Espíritu, el Hijo predilecto, y la lógica invitación a escucharle, que sirve como presentación del resto del evangelio. El tema fundamental que nos plantean las lecturas de hoy es el mismo de la Epifanía: la manifestación de Jesús. Tradicionalmente, la Iglesia, dependiendo de sus orígenes judaicos, ha entendido la manifestación de Jesús al mundo en dos etapas: la manifestación a Israel y la manifestación "también" a los gentiles. La primera está representada en el anuncio del Ángel a los pastores: "Os anuncio una gran alegría "para todo el pueblo". La segunda, se representa en la Epifanía, la manifestación a los Magos de Oriente, y en el Bautismo de Jesús, que es la Manifestación suprema puesto que se dice quién es éste: el Hijo, el Predilecto. El resumen de todo el mensaje es, por tanto: JESÚS, LLENO DEL ESPÍRITU DE DIOS, EN QUIEN SE MUESTRA EL ESPÍRITU. Creo que hay para nosotros dos niveles de reflexión muy importantes en estas lecturas: Jesús, el hombre lleno del Espíritu y qué Espíritu se muestra en Jesús. Jesús, el hombre lleno del espíritu. "Acostumbrados" a una cristología meramente descendente, en la que Jesús se nos ha presentado como "El Logos hecho carne", descuidamos con frecuencia estos mensajes, tan antiguos y originales. Un hombre, hijo de una mujer, que crece y sufre y siente tentaciones y ora y se desanima y muere... Un hombre. Si no partimos de aquí, nuestra fe en Jesús corre mucho peligro: si la fe en la divinidad destruye la humanidad de Jesús, no creemos en Jesús sino en otro. Lleno del Espíritu. El Espíritu es "la ruah", el viento de Dios, tan presente en todo el AT, desde Génesis 1 como presencia creadora, hasta la fuerza que suscita e impulsa a los jueces y profetas. La fuerza de Dios, poderosa e invisible, que alienta en el mundo y lo anima: es la fuerza de Dios Creador/Salvador. Los evangelios y los Hechos presentan a Jesús como "lleno" de esa fuerza, de ese viento. Juan habla de que en él reside "en plenitud". Son magníficas imágenes, nada más que imágenes. Cuando, fascinados por los hechos, los comportamientos, las palabras de Jesús, surge en nosotros la pregunta: ¿quién es este hombre?, la respuesta es "el hombre lleno del Espíritu, lleno del Viento de Dios". Hasta tal punto está "lleno" del Espíritu, que en él podemos ver cómo es el Espíritu de Dios. No podemos ver a Dios, pero podemos ver su Espíritu en Jesús. Jesús es así, luego Dios es así, porque el Espíritu es el mismo. Este es un sólido fundamento para nuestra fe. Personalmente, lo tengo por un fundamento y un proceso de fe imprescindibles. Qué "espíritu" se muestra en Jesús. En los evangelios se muestra ese Espíritu en todas las ocasiones y en múltiples aspectos: es pobre, lleno de mansedumbre, sabe sufrir, sabe perdonar, trabaja por la paz, es limpio de corazón, sufre por la justicia, es valeroso, se arriesga por curar y por perdonar, dice la verdad sin importarle cómo lo tomen, es capaz de afrontar la muerte... Todo ello se resume en "es Hijo". Dios es Abbá, y Jesús es "el hijo perfecto". El Espíritu de Jesús es ante todo espíritu de hijo, no de criado, no de sometido, no de temor, no de asalariado. Este Espíritu de Hijo le hace "estar en las cosas de su Padre". Y las cosas de su padre son los demás hijos. Y aquí es donde la escena del bautismo cobra enorme valor simbólico, como probablemente lo tuvo en sentido histórico: Jesús asume su condición de Hijo, se deja invadir del Espíritu, rechaza toda tentación de mesianismos falsos y se entrega en absoluto a las cosas de su Padre, a los demás hijos. Cuando Jesús habla del Bautismo no se refiere a la institución de un rito de iniciación. Lo hace de manera muy distinta: "Con un bautismo tengo que ser bautizado. y ¡cómo se estremece mi alma mientras esto llega!" (Lucas 12,50) "¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber y ser bautizados con el bautismo que yo he de recibir?..." (Marcos 10,38) Recordemos que el bautismo se hacía por inmersión, metiendo al neófito en agua para sacarlo después. Para Jesús, el bautismo es "sumergirse de cabeza" en su misión de Hijo, entregar la vida hasta la muerte por los demás hijos. Y en eso se muestra El Espíritu, ése es el Espíritu de Dios. Por eso creemos en Jesús, porque vemos en él la obra del Espíritu: hacer que un hombre se entregue totalmente a sus hermanos. Este domingo, por tanto, cierra maravillosamente el ciclo de Navidad. Luego vendrá la vida pública de Jesús, su trabajo como Hijo en favor de los hijos. Pero ya sabemos quién es éste, y ya empezamos a ver, en Él, cómo es Dios. Esto lleva a un proceso de conversión. Como hemos sido educados en el conocimiento de Jesucristo, y hemos aceptado -mucho antes de saber lo que decíamos- que Jesús es "Dios y hombre a la vez", no nos resulta disonante esta afirmación, tan evidentemente contradictoria para cualquier mente medianamente pensante. También sucede que nos hemos acostumbrado a pertenecer a la iglesia sin que se nos haya pedido a cambio un compromiso real y profundo con los demás. Se nos bautizó sin enterarnos de nada, nos confirmamos quizá sin hacer una verdadero opción de vida, comulgamos con Jesús sin comulgar mucho con los hermanos.... Extraña manera de "ser de Jesús". El bautismo de Jesús es un acto de comunión: Jesús comulga con las demás personas, se tira al agua con ellas, tira su vida por todos. Y ¿qué es nuestra comunión con Jesús, la que celebramos en la Eucaristía cada domingo, si no es comunión con los demás? Si nuestra comunión es comulgar a Jesús para nuestro alimento personal, pero no es comulgar con todos como Jesús, por su mismo Espíritu de Comunión, nuestro acto no es más que una "acción sagrada", un rito con escaso o ningún poder de transformación, de comunicación del Espíritu. Lo de Juan Bautista era agua, nada más: la ley, el cumplimiento, el castigo... Bueno, pero sólo agua. Lo de Jesús es "Espíritu y fuego". El fuego es el amor de Dios, el amor que mueve el corazón de Jesús. Si miramos y remiramos la vida de Jesús, lo que hace y lo que siente y lo que dice, tendremos una evidencia: este hombre es inexplicable sin El Espíritu. Pero de todo esto se desprende una pregunta, la más básica, la que de verdad nos importa: ¿Quién es Jesús PARA MÍ?. Nos la hemos hecho muchas veces, y la renovamos una vez más, porque es la primera piedra, sobre la que se construye todo el edificio de la fe y toda nuestra manera de vivir. Habremos llegado a la fe en Jesús por muy diversos caminos, todos buenos si llegan a Él. Pero la fe en Jesús no es una tranquila y definitiva posesión, sino algo así como un territorio en que se entra, y cada vez se va uno adentrando más en él. Cada día se descubriendo más, se va purificando más, se va haciendo más íntimamente innegable. Quizá fue al principio una fe muy histórica y muy mítica. Aceptamos la historia y aceptamos a Jesús como Palabra de Dios, y ya está. Vimos los evangelios como narraciones históricas que ni quitaban ni ponían nada por cuenta de los autores. Incluso vimos a Jesús como si fuera "el Todopoderoso disfrazado de hombre". Pero hicimos algo bueno: le seguimos. Intentamos hacerle norma de nuestra vida. Incluso en este aspecto, quizá entendimos el Evangelio como unos nuevos Mandamientos, como preceptos más perfectos y más difíciles, de cuyo cumplimiento Dios nos pediría cuentas. Poco a poco entendimos más. Entendimos que los evangelistas nos han transmitido su fe, y la de la primera comunidad. Y entonces nos gustó más que antes el relato, porque ya no era algo mítico, dictado por Dios e infalible en todas sus comas, sino el testimonio de la fe de hombres como nosotros. Luego entendimos más a Jesús: no como un misterio incomprensible, una divinidad aparentemente humana, sino como un hombre lleno del espíritu de Dios, en el cual resplandece lo divino de manera incomparable, cualitativamente distinta a lo que sucede en cualquier otro ser de la creación, que también refleja a Dios. Entonces empezamos a comprender que en Él se ve cómo es Dios mismo. Y descubrimos que Dios trabaja por los hombres, no rompe la caña quebrada, es luz para la vida, quiere la vida plena para todos, nos ofrece un destino impensable... y nos invita a trabajar para que todo eso se haga realidad. Y nos enganchamos a la tarea de Jesús. Y por eso nos metimos en la iglesia, la comunidad de mujeres y hombres que ha dado su asentimiento a Jesús, que acepta el Dios que resplandece en Jesús, que está animada por el mismo espíritu salvador de Jesús, que entiende la vida y la muerte como Él la entendía.... Y nos damos cuenta que, si somos sinceros, "eso" va creciendo en nosotros cada día, se hace cada vez más evidente que no hay imagen de Dios y del hombre más convincente, ni modo de vida más humano ni más exigente ni más tranquilizador... Y renovamos cada día nuestra adhesión a Él, y seguimos descubriéndole y queriéndole y convirtiéndonos y trabajando más.... Este domingo, pues, en la Eucaristía, se nos ofrece una vez más la oportunidad de "comulgar con Jesús", explicitar nuestra adhesión y nuestro compromiso con Él, renovar nuestro bautismo, comulgar con la Iglesia, sintiéndonos unidos a toda esa enorme comunidad de gente que cree en la bondad, en la austeridad, en la sencillez, en la verdad.... que forman, sabiéndolo o sin saberlo, la gran familia de los que luchan por el Reino. Jesús salió de su casa de Nazaret, dejó atrás a su madre, a sus hermanos, su oficio... pasó por el entorno de Juan, se fue al monte a orar durante muchos días ... y acabó lanzándose a los caminos de Galilea a anunciar la Buena Noticia. Los evangelistas no lo reseñan, pero estamos ante los relatos de LA VOCACIÓN DE JESÚS. Jesús que se siente empujado por el Espíritu, Jesús que se siente "Hijo para los hijos". Sería muy bueno que pensemos hoy en nuestra vocación. Nuestro llamamiento, nuestro Espíritu, que nos empuja. Sería muy bueno que pensáramos en nuestra propia historia, en la historia de nuestra fe, en la historia del camino que el Espíritu nos ha hecho recorrer. Hace años que conocimos a Jesús. Quizá al principio mal, confusamente, lleno quizá de mitos y tópicos. Sería bueno que le viéramos crecer, dentro de nosotros. Cómo ha ido limpiándose esa imagen, cómo ha ido resultando cada vez más convincente, más comprometedora, cómo nos empuja, nos atrae, nos hace caminar. Es un día para pensar en nuestro bautismo, una invitación permanente de meterse en su aventura, de dejarse invadir por su espíritu, de ponerse a trabajar en el Reino. Es un día para comulgar muy conscientemente: comulgar con Él, con su Dios, con su proyecto, con sus valores, con su modo entero de vivir. José Enrique Galarreta - - - - - - BAUTISMO DE JESÚS José Luis Sicre Un ejercicio sencillo y una sorpresa Imagina todo lo que has hecho o te ha ocurrido desde que tenías doce años hasta los treinta (suponiendo que hayas llegado a esa edad). Si escribes la lista necesitarás más de una página. Si la desarrollas con detalle, saldrá un libro. La sorpresa consiste es que de Jesús no sabemos nada durante casi veinte años. Según Lucas, cuando subió al templo con sus padres tenía doce años de edad; cuando se bautiza, unos treinta. ¿Qué ha ocurrido mientras tanto? No sabemos nada. Cualquier teoría que se proponga es pura imaginación. Este silencio de los evangelistas resulta muy llamativo. Podían haber contado cosas interesantes de aquellos años: de Nazaret, con sus peculiares casas excavadas en la tierra; de la capital de la región, Séforis, a sólo 5 km de distancia, atacada por los romanos cuando Jesús era niño, y cuya población terminó vendida como esclavos; de la construcción de la nueva capital de la región, Tiberias, en la orilla del lago de Galilea, empresa que se terminó cuando Jesús tenía poco más de veinte años. Nada de esto se cuenta; a los evangelistas no les interesa escribir la biografía de su protagonista. Pero más llamativo que el silencio de los evangelistas es el silencio de Dios. Al profeta Samuel lo llamó cuando era un niño (según Flavio Josefo tenía doce años); a Jeremías, cuando era un muchacho y se sentía incapaz de llevar a cabo su misión; a Isaías, con unos veinte años. ¿Por qué espera hasta que Jesús tiene unos treinta años, edad muy avanzada para aquella época? No lo sabemos. Los caminos de Dios no son nuestros caminos. Buscando explicaciones humanas, podríamos decir que Isaías y Jeremías tenían como misión transmitir lo que Dios les dijese; Jesús, en cambio, además de esto formará un grupo de seguidores, será para ellos un maestro, un rabí, algo que no puede ser con veinte años. Pero esto no soluciona el problema. Seguimos sin saber qué hizo Jesús durante tan largo tiempo. Para los evangelistas, lo importante comienza con el bautismo. El bautismo de Jesús Es uno de los momentos en que más duro se hace el silencio. ¿Por qué Jesús decide ir al Jordán? ¿Cómo se enteró de lo que hacía y decía Juan Bautista? ¿Por qué le interesa tanto? Ningún evangelista lo dice. Lucas sigue muy de cerca al relato de Marcos, pero añade dos detalles de interés: 1) Jesús se bautiza, en un bautismo general; con ello sugiere la estrecha relación de Jesús con las demás personas; 2) la venida del Espíritu tiene lugar mientras oraba, porque Lucas tiene especial interés en presentar a Jesús rezando en los momentos fundamentales de su vida, para que nos sirva de ejemplo a los cristianos. Por lo demás, Lucas se atiene a los dos elementos esenciales: el Espíritu y la voz del cielo. La venida del Espíritu tiene especial importancia, porque entre algunos rabinos existía la idea de que el Espíritu había dejado de comunicarse después de Esdras (siglo V a.C.). Ahora, al venir sobre Jesús, se inaugura una etapa nueva en la historia de las relaciones de Dios con la humanidad. Porque ese Espíritu que viene sobre Jesús es el mismo con el que él nos bautizará, según las palabras de Juan Bautista. La voz del cielo. A un oyente judío, las palabras Tú eres mi Hijo querido, mi predilecto le recuerdan dos textos con sentido muy distinto. El Sal 2,7: Tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy, e Isaías 42,1: Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero. El primer texto habla del rey, que en el momento de su entronización recibía el título de hijo de Dios por su especial relación con él. El segundo se refiere a un personaje que salva al pueblo a través del sufrimiento y con enorme paciencia. Lucas quiere evocarnos las dos ideas: dignidad de Jesús y salvación a través del sufrimiento. El lector del evangelio podrá sentirse en algún momento escandalizado por las cosas que hace y dice Jesús, que terminarán costándole la muerte, pero debe recordar que no es un blasfemo ni un hereje, sino el hijo de Dios guiado por el Espíritu. El programa futuro de Jesús Pero las palabras del cielo no sólo hablan de la dignidad de Jesús, le trazan también un programa. Es lo que indica la primera lectura de este domingo, tomada del libro de Isaías (42,1-4.6-7). El programa indica, ante todo, lo que no hará: gritar, clamar, vocear, que equivale a amenazar y condenar; quebrar la caña cascada y apagar el pabilo vacilante, símbolos de seres peligrosos o débiles, que es preferible eliminar (basta pensar en Leví, el recaudador de impuestos, la mujer sorprendida en adulterio, la prostituta). Dice luego lo que hará: promover e implantar el derecho, o, dicho de otra forma, abrir los ojos de los ciegos, sacar a los cautivos de la prisión; estas imágenes se refieren probablemente a la actividad del rey persa Ciro, del que espera el profeta la liberación de los pueblos sometidos por Babilonia; aplicadas a Jesús tienen un sentido distinto, más global y profundo, que incluye la liberación espiritual y personal. El programa incluye también cómo se comportará: no vacilará ni se quebrará. Su misión no será sencilla ni bien acogida por todos. Abundarán las críticas y las condenas, sobre todo por parte de las autoridades religiosas judías (escribas, fariseos, sumos sacerdotes). Pero en todo momento se mantendrá firme, hasta la muerte. Misión cumplida: pasó haciendo el bien La segunda lectura, de los Hechos de los Apóstoles, Pedro, dirigiéndose al centurión Cornelio y a su familia, resumen en pocas palabras la actividad de Jesús: Pasó haciendo el bien. Un buen ejemplo para vivir nuestro bautismo. José Luis Sicre

Franciscanos de Tijuana 20.11.2022

Oremos por el eterno descanso del Alma de Fray Guillermo Morelos OFM, Fray Memo. Qué en la madrugada de hoy partió a la casa del Padre. Que el alma de Fray Guillermo por la gran misericordia de Dios descansa en Paz y el Señor le concede la Vida Eterna. Así sea!!! PazyBien!!!



Información

Localidad: Tijuana

Teléfono: +52 664 685 2274

Ubicación: Calle 3a 22000 Tijuana, Baja California, Mexico

Web: www.sanfranciscodeasistijuana.org.mx

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