Las batallas de Yólotl

No se si la primera vez que te sentí hacía frío o calor. Así que el mejor pretexto para añorarte debe ser la nostalgia de Yule, la idea de poner en la balanza las buenas y malas decisiones (tu siempre serás de las peores) o simplemente la pequeña flor que hablaba con resignación de tus ires y venires por vacíos amores. Hace tanto que mordisqué tus labios de ajenjo y saboreé tu boca de corrompido fermento que pensé que se había disuelto tu recuerdo. Pero bastó cerrar los ojos... para vislumbrar de nuevo tu silueta vencida sobre el marco, desnuda de afeites, de luces y sopores; despojada de ilusiones y expectativas, tan desamparada y real que ni tu te conoces. Tras de ti la luz casi fúnebre de aquel tugurio de mala muerte, te daba un aura de diosa fútil o cabaretera decadente. Daba lo mismo; al final sólo quería castigarme con tu retorcimiento, yo, el general de un ejército de elite, el de los grandes ideales, el erudito y benevolente, el que sabía perfectamente que vendes, el que decía despreciar lo que ofreces, sólo quería atiborrarme de tu pútrida carne. Tu cuerpo tenue se escurrió entre mis dedos y bebí de ti más de lo que aún hoy no sabes. Fuiste el manjar de manjares, el alucinógeno que hizo explotar los colores y extasió al ego prepotente. Me ensucié el alma con tu erotismo pedestre y salí dando tumbos como un ebrio vulgar, común y corriente. ¿Que calor podías darme si ni tu puedes calentarte? Emanas el frío de tu vacuo disfraz de lentejuelas, de tu estrafalario maquillaje de sílfide inalcanzable, mediocre flautista de flores y criaturas impersonales. Y aún así volví a tí, repetí la dosis de la ponzoña con la desesperación de quien perdió algo y espera encontrarlo entre la inmundicia. Buscamos, desgarramos, y ni tú ni yo encontramos ni pizca de aquello que nos quitó tu travesura que pensaste sin consecuencias. Supongo que no soy ya ni un borrón en tu libreta, que mi nombre y mi imagen te evocan sólo otra borrachera. No soy nadie y tu eres una de mis más pervertidas flaquezas. Debe ser Yule y sus recuentos. Debe ser que me vuelvo viejo y ridículo; la inactividad del campamento o las nubes que últimamente me ciegan. Y a pesar de todo, sólo puedo recordarte de un modo: Inocente y perfecta.

Lo que tengo de valiente para la batalla, lo tengo de cobarde frente a los sentimientos. Será por eso que imposibilitado para lidiar con la autodestrucción de Lilith, opté por poner tierra y silencio de por medio, pero, estaba consciente que esa medida era temporal. Ayer, me llegó el eco de sus palabras mezcladas con el viento; decía que había soñado conmigo... La idea de que fantasee con nosotros mientras duerme junto a su carcelero, me pareció tan halagadora como terrorífica y sólo atiné a balbucear "ahh ¿Y eso?". Respondió que de la nada me desaparecí en su sueño y por más que me buscaba, no estaba por ningún lado. Me petrifica el sólo pensar en decirle que su sueño es profético...

He perdido tantos guerreros en el camino -dijo el Fénix realmente conmovido - Así es la guerra, siempre hay muertes, extraño que te afecte tanto siendo un guerrero tan sangriento -le replicó el viajero - El Fénix salió de su nostalgia y lo miró como a un niño pequeño que no entiende nada. El viajero se sintió tan incómodo que apartó la mirada y se cruzó de brazos como protegiéndose de un enemigo imaginario.... -Yo no dije que hubieran muerto - Sentenció el Fénix. -Los perdí cuando cansados de la batalla, decepcionados de no alcanzar la gloria y la fama, decidieron volverse siervos. Y eso mi amigo -dijo con sorna - eso es aún peor que estar muerto. (Fragmento "Las batallas de Yólotl" )

Claro, porque no. Dejenme solo con la situación. Andrógine se lavó las manos argumentando que no son peleas para el; demasiado vulgares, demasiado corrientes, demasiado banales. Yólotl tiene pánico a que su elemental lo mate. La bestia se hartó la primera vez de comer tanto y regresó a su jaula. Así que sólo quedaba el idiota del Fénix para acompañarle. Después de todo es amiga mía más que de todos; nos entendemos, hablamos y reímos de lo mismo, no tenemos secretos, somos un ...par de cínicos desvergonzados que nos tienen sin cuidado los aquelarres. El problema es que en su piel lleva un tatuaje hecho a hierro y sangre que me recuerda que en realidad no es libre, que las peleas de bar en las que últimamente me enreda son un patético y burdo intento por no ahogarse aunque me diga con su enigmatica sonrisa que no pasa nada, que es algo que decidió así, que nadie ha tenido que obligarle. Que nadie se confunda, nunca rehuyo una batalla, sea contra un ejército interminable o contra los borrachos exaltables, pero la cosa con Lilith es otra, es como ver su lado descarnado, su lado podrido, mezcla de una ansiedad morbosa y una melancolía tardía por aquello que perdió hace tanto tiempo que pensó que no volveria a recordarle hasta que lo encontró en mis ojos, en el brillo de mi armadura, en mi voz imapasible... y es como si quisiera permearlo de mi sudor, de mi sangre; como un alcohólico en rehabilitación que sabe que tomar de nuevo puede matarle y entonces se conforma con lo que toma su compinche, con verlo tomar, con oler lo que toma, con lamer la copa vacía de su acompañante. Un voyerista suicida para seguir engañandose...Andrógine me miró con fastidio cuando por descuido mío me escuchó quejándome. "Si tanto te molesta e incomoda pues no vayas, no es como que te obliguen" pero ese presumido y arrogante hermafrodita no entiende. El es un mercenario sediento de sangre a quien le da lo mismo a quien mate. Yo soy un guerrero, un soldado que sabe que su supervivencia depende de las alianzas que forme, que la lealtad es el valor más alto entre gladiadores y lo único que nadie puede arrebatarles. Mi solidaridad con Lilith no es un sacrificio, es un pacto firmado con la sangre de nuestras heridas, acordado en silencio tras peleas mortales, es el entendimiento de que uno tiene que tender la mano al otro en nuestros más oscuros pasajes. Claro, eso no quita que se me parta el alma de verle resignada y sonriente con el grillete al cuello y todavía me ofrezca uno con la esperanza de que estemos en las mismas condiciones para así consolarse y justificarse...

No se que es exactamente lo que quieres de mi -me dijo mientras sus ojos me reprochaban impacientes- "No sé específicamente a que te refieres" - le contesté genuinamente sorprendido. Torció la boca en esa mueca entre sarcástica y encantadora. - No puedes estar conmigo ni yo contigo. Fue nuestro acuerdo en silencio desde que nos conocimos. Buscamos cosas diferentes, esperamos cosas muy distintas del destino. Tu construyes, yo no puedo detenerme tanto en un punto fijo...-...Continue reading